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¡Bienvenido Yunior!

¡Gracias por tan aguda inteligencia y tanto sacrificio!

Yunior García Aguilera © Cortesía
Yunior García Aguilera Foto © Cortesía

Este artículo es de hace 2 años

El destierro forzoso de Yunior García y su señora es un triunfo de la inteligencia política sobre la sinrazón papelacera de Díaz-Canel, dando órdenes de combate que no valieron ni para el anunciado Bastión 2021, salvo unas ridículas escaramuzas de la Ujotacé y MTTs desentrenados y desmotivados; y tropas emboscadas a lo largo y ancho de Cuba.

En su desesperación, el tardocastrismo cometió otro error de bisoñez política, Archipiélago es una estructura horizontal y democrática, no sujeta a la verticalidad verde oliva totalitaria, y ya avisó este martes que extendía la protesta hasta que se restablecieran la democracia y los derechos humanos, alargándola hasta el 27, en una primera fase; entonces Yunior estaba tramitando su destierro forzoso.

¿Qué hará el gobierno, desterrarlos a todos, encarcelar a la mitad y expulsar al otro cincuenta por ciento? El tardocastrismo no tiene soluciones para Cuba y actúa como bombero pirómano, apagando fuegos que antes provoca por su torpeza crónica y su insuperable miedo a la libertad.

La dictadura se vio derrotada y acorralada ante el mundo y muchos cubanos, y no tuvo valor para encarcelar a Yunior García, tras amenazarlo reiteradamente de que lo llevaría a prisión y cercarlo en su casa con las conocidas turbas paramilitares; era un preso demasiado incómodo para andar por Naciones Unidas y otros escenarios internacionales, pontificando sobre derechos humanos y libertades.

Quedan en las cárceles castristas Ferrer, Navarro, Otero Alcántara y Mykel Osorbo; entre otros; a los que la dictadura ha tanteado con el destierro, sin conseguir sus objetivos cortoplacistas, que son pan para la merienda de hoy y hambre para siempre, porque el problema no radica en los opositores y descontentos, sino en la fallida dictadura.

Nada tiene que celebrar la casta verde oliva y enguayaberada con el destierro forzado de Yunior García, un hombre de ideas, una rosa blanca y una voluntad democratizadora que movilizó a la ineficaz maquinaria represiva y aisló al gobierno Díaz-Canel, incluso de los ciudadanos sensatos, a los que el régimen tilda despreciativamente de confundidos.

Los cubanos dieron claros avisos al régimen, el 17 de julio, cuando no llenaron La Piragua para ver a Raúl Castro haciendo el ridículo bailón y durante el cerco a Yunior, cuando los agresores de las Brigadas de Respuesta Rápida dejaron traslucir desgano, hartazgo y duda porque el 11J cambió todos los paradigmas y en muchos ciudadanos habita a certeza de que el comunismo de compadres está acabado.

La exportación de adversarios políticos no ha resuelto nunca los problemas de la nación, como viene sucediendo desde 1979, con la liberación y envío a Estados Unidos de cientos de presos con largas condenas; detrás de cada destierro ha surgido una nueva hornada de demócratas, cada vez mejor preparados -como demostró la estrategia de Yunior García y sus compañeros- y conectados con el mundo real.

Díaz-Canel sabía que si encarcelaba a Yunior podía provocar un tsunami peor que el del 11 de julio y optó por la vía menos lesiva para sus intereses; quedando en deuda con del gobierno de coalición social-comunista de España, que expendió sendos visados turísticos en tiempo récord, pese a tener el Consulado en La Habana cerrado hasta el 30 de noviembre y sin esperar siquiera a que el régimen comunista devolviera la totalidad de las credenciales a la corresponsalía de EFE.

A la espera de la versión de Yunior -que debe recuperarse de tanta tensión acumulada y evitar las precipitaciones- la operación destierro pasa por la ilusión castrista de que el dramaturgo no consiga establecerse en España o tenga que asumir otros trabajos, lejos de las tablas, porque la dictadura del proletariado más antigua de Occidente es la única que siente vergüenza de obreros y campesinos; pese a que tiene a médicos como taxistas por la izquierda y a generales retirados alquilando habitaciones como posadas; hasta que vuelvan los turistas.

Madrid solo ha reproducido el típico enjuague entre socialistas y castristas, como ocurrió con los presos de la Primavera Negra (2003), que llegaron deportados a Madrid, durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero; otro que se creyó vengaría los agravios norteamericanos de 1898 manseando frente a Fidel Castro y acabó de socio de Nicolás Maduro.

Si en unos meses, La Habana saldara parte de la deuda de dos mil millones de euros que mantiene con España, el gobierno de Pedro Sánchez podría salvar la cara por la operación Yunior, pero como el cobro es dudoso, que se preparé para aguantar en el congreso los legítimos reproches de PP, Vox y Ciudadanos; y en la calle de millones de españoles indignados con tanta floritura y paciencia con los verdugos de Cuba, amparándose en la defensa de intereses de Meliá e Iberostar.

En esta hora, no fallarán los aguafiestas de ambas orillas; los irredentos baragüeros que solo avalan y alaban la verticalidad, el suicidio y la intransigencia, con la ventaja de quien empuja, no se da golpes; pese a que la crisis exige templanza, generosidad y política.

El tiempo de las lapidaciones ha sido superado por los riesgos de la nación; están en juego el presente y el porvenir de once millones de seres humanos, que solo será posible garantizar con hombres y mujeres diferentes remando hacia la libertad, la democracia y la riqueza; sin caer en la tentación fallida de hombres pródigos -como muchos hicieron con Fidel Castro- sino de aprender a vivir el goce de la discrepancia, asumir perder mucho para que Cuba gane en todo.

¡Bienvenido Yunior; gracias por tan aguda inteligencia y tanto sacrificio!

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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