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Gobierno de Matanzas no ofrece atención efectiva a personas desamparadas

Un reporte del periódico oficialista Girón reconoce que las organizaciones e instituciones gubernamentales no están preparadas para asumir el cuidado de estas personas y culpa a las familias por la situación de desamparo que sufren, viviendo en las calles y en condiciones de extrema pobreza.

Indigente en Cuba (imagen de referencia) © CiberCuba
Indigente en Cuba (imagen de referencia) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 2 años

La provincia de Matanzas no cuenta con un centro para albergar y socorrer a personas desamparadas que pernoctan en las calles, muchas de ellas, ancianos de edad avanzada, sin familia o abandonados por esta.

Un reporte del periódico oficialista Girón, publicado en redes sociales, reconoce que las organizaciones e instituciones gubernamentales no están preparadas para asumir el cuidado de estas personas y culpa a las familias por la situación de desamparo que sufren, viviendo en las calles y en condiciones de extrema pobreza.

Señala el diario que las medidas dispuestas por las autoridades territoriales son insuficientes y que, incluso, semanas atrás, cuando bajaron de forma considerable las temperaturas en la provincia, solo pudieron recoger a algunos indigentes y trasladarlos hasta un centro improvisado en la localidad de Jagüey Grande.

Al referirse a estas personas, el reporte de Girón emplea el término “deambulantes”, para evitar reconocer que en Cuba existe la mendicidad.

Según la publicación, “el primer paso para su tratamiento corresponde a los trabajadores sociales de las Direcciones Municipales de Trabajo. Estos, en su zona, deben reconocer a las personas con dichas conductas”.

Adolfo Valhuerdi Cepero, médico que durante varios años ha atendido el tema, aseguró al medio de prensa que “en el transcurso de su vida muchos de ellos dañaron su red de apoyo familiar, porque fueron alcohólicos o violentos, entre otras causas”.

No obstante, el especialista admitió que ha conocido casos en que hijos, sobrinos y otros parientes utilizan tretas legales para adueñarse de la vivienda de esas personas; y consideró que para evitar estas injusticias, debería intervenir la Fiscalía, encargada de velar por la protección a los ancianos y otros ciudadanos en estado de vulnerabilidad.

Valhuerdi añadió que otra situación frecuente es que los indigentes venden ellos mismos su casa y “luego han dilapidado la ganancia en aras de satisfacer sus vicios y, a causa de ello, no tienen a dónde regresar”. Si la persona sobrepasa los 60 años y nadie se responsabiliza por ella, debe ser trasladada a un hogar de ancianos, aunque muchas suelen escapar de estas instituciones.

“Hay quien vive en el hogar de ancianos y mejora su salud, pero después descubres que se escapó, se montó en una guagua y se fue para otro lugar. Cuando les preguntas por qué regresan a la calle, te dicen que jaula… ni de oro”, comentó el doctor.

El texto de Girón asegura que otra de las cuestiones a considerar para entender el “fenómeno de los deambulantes” es la migración interna por motivos económicos, de manera más señalada en el municipio cabecera o en Cárdenas.

“Hay un compañero, llamado Daniel, que es de Camagüey y en varias ocasiones lo hemos enviado para su lugar de origen, y regresa. Él nos dice que viene para acá porque en Matanzas halla más trabajos”, ejemplificó Aida Raquel Enríquez González, funcionaria de la intendencia de economía del Gobierno municipal de Matanzas.

Los representantes de trabajo social y salud en la provincia dicen también que la idea de crear un Centro de Atención a Deambulantes es para tener dónde clasificar a estas personas, no proporcionarles un lugar para vivir. Mientras, en los espacios que se habilitan temporalmente no pueden quedarse tampoco.

“Normalmente lo que pasa es que se recoge al deambulante y el que no tenga criterio para estar ahí lo sueltan y vuelve a estar en la calle. Entonces, hay que repetirle el procedimiento”, comentó Adriel Rodríguez Dihigo, especialista en trabajo social y coordinador de prevención y asistencia social en el Consejo Popular Versalles.

Por su parte, Enríquez González agregó que en los momentos más graves de la pandemia albergaron a 11 personas en situación de calle en una escuela, pero tuvieron que sacarlos de ahí al inicio del curso escolar.

“En estos momentos lo que hacemos es apercibirlos de una manera u otra, porque no hay un lugar donde ponerlos. Les damos atención de paso. Se les lleva a un policlínico, se les toma la presión, se les da una comida”, admitió.

Hasta 2019, el gobierno cubano había reconocido la existencia de 2,169 mendigos en el país, a los que llama personas "con conductas deambulantes". Un informe del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social precisó que se habían solucionado 1,488 de estos casos, de los cuales "431 ingresaron a instituciones de salud, 1,015 retornaron a sus hogares y a 42 se les entregó una vivienda o fueron ubicados en albergues", según una nota publicada en enero de 2020 por el portal oficialista Cubadebate.

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