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El tardocastrismo no olvida, tampoco perdona y chantajea

La política migratoria del tardocastrismo se afinca en el apartheid.

Yulieski Gurriel, estrella cubana en Grandes Ligas © Astros de Houston / Twitter
Yulieski Gurriel, estrella cubana en Grandes Ligas Foto © Astros de Houston / Twitter

Este artículo es de hace 2 años

La prohibición gubernamental de entrada a Cuba del astro Yulieski Gourriel estaba cantada, desde el recadito que le pasaron los policías migratorios por su pronunciamiento en apoyo al 11J: No estamos contentos, contigo; paternalismo comunista en estado puro.

La revelación hecha por la estrella cubana del béisbol confirma que la política migratoria tardocastrista se afinca en el apartheid, premiando a gusañeros y castigando siempre a quienes permanecen en la isla, como la anciana abuela de Yuli, privada de ver a uno de sus nietos durante ocho años, pese a su avanzada edad.

A ningún país de América Latina se le ocurre impedir la visita y/o regreso de sus jugadores en Grandes Ligas, pero el doblete Díaz-Canel-López-Calleja han convertido a Cuba en el país más inservible de la región, en vez de propiciar la instalación de una academia de béisbol en Sancti Spíritus, mediante un acuerdo de cooperación estatal-privado con los Gurriel; se ponen a perseguirlos.

El tardocastrismo es una maquinaria eficaz de generar adversarios y enemigos por todas partes, solo que ya no se trata de batistianos, la sacarocracia o la mediana y pequeña burguesías, suicidas en sus afanes antibatistianos; ni siquiera la escoria solapada entre marielitos y balseros, sino hijos y nietos de cubanos decentes, muchos de ellos devaluados, de revolucionarios a jubilados empobrecidos, armados con jabitas llenas de paciencia ante tanto horror y fracaso.

La táctica usada contra Yulieski Gurriel es la habitual combinación del tumbe con represión, es decir, dejar que el emigrado se ilusione con un reencuentro familiar, asuma gastos baldíos y finalmente el no; como están haciendo consulados de la dictadura en Europa contra emigrados "muy activos" en las redes sociales sobre la tragedia de Cuba, cobrándoles por adelantado las prórrogas del pasaporte más caro del mundo y luego negándoles el trámite, sin devolución del dinero.

El miedo del tardocastrismo a un post de Facebook, Telegram, Twitter y otros espacios libres confirma su cuesta abajo en la rodada, que ya incluye la emisión de mensajes contradictorios sobre totalitarias decisiones gubernamentales, como ocurrió durante el destierro de Anamely Ramos, cuando uno de los gobbelianos a sueldo de la dictadura más antigua de Occidente, defendió la represalia injustificada y otros intentaron culpar a la línea aérea.

Obviamente, el arribo a Cuba de los Gurriel emigrados, en jet privado, sería la enésima confirmación de que la pelota esclava derrotó a la revolucionaria y la debilidad tardocastrista es de tal calibre, que puede irse a bolina por la reiterada constatación ciudadana del éxito de compatriotas en tierra ajena o por una cola devenida en tumulto; en el comunismo de compadres solo tiene derecho a reactor privado la casta verde oliva y enguayaberada, adicta a las mieles del poder.

Las represalias contra Yulieski Gurriel y su familia confirman que el tardocastrismo castiga a quienes osan desviarse del recto camino de la ejemplaridad comunista al que están obligados los esclavos de la plantación flotante que -si llegara a ser conveniente- pondría a algún papagayo del INDER a explicar las supuestas traiciones y debilidades del estelar pelotero.

Una vez pasado un tiempo prudencial del castigo a la familia Gurriel, volverán las oscuras golondrinas del MINREX con su viejo truco de "normalizar" las relaciones con la emigración y Rodriguito Malmierca y su pelotón intentarán pasar el cepillo ante exiliados con magua inversora; actos fallidos, resulta imposible asumir normalidad desde la anormalidad.

Mientras tanto, el presidente Miguel Díaz-Canel se desgañita asegurando que su gobierno no es una dictadura; pese a que se entromete hasta en lo que deben comer los cubanos, en claro ejercicio totalitario, que incluye destierros a mansalva y más de mil presos políticos.

Un país con más cárceles que universidades; dizque habiendo convertido los cuarteles en escuela, excepto uno que hizo el viaje al revés: Villa Marista, y saturado de hombres nuevos en el inxilio, el exilio y la cárcel es una nación injusta y fallida, vejada por una dictadura miedosa e irreformable.

El tardocastrismo quiere morir matando, no olvida, ni perdona; muchos cubanos tampoco y, cada día que pasa, la dictadura ahonda su propia tumba, dinamitando su camino a la perdición, con huecas consignas de resistencia que no consiguen esconder sus temblores y su inutilidad liberticida crónica.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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