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Se necesita mucho valor para tragarse el miedo y emigrar

Dejemos de criminalizar al que emigra. La emigración es un proceso tan válido y tan antiguo como la civilización misma. Dejemos de juzgar al hermano que ha sentido necesidad de mudarse fuera de casa.

Familia cruzando el río Bravo © Facebook / ImpactoVisión Noticias
Familia cruzando el río Bravo Foto © Facebook / ImpactoVisión Noticias

Este artículo es de hace 1 año

Desafortunadamente, Tiko le ha puesto nombre y cara a un fenómeno que, por desgracia, se nos está haciendo demasiado cotidiano y que es el éxodo masivo de un pueblo entero que emigra como puede con tal de no soportar más el descalabro económico de un gobierno impotente que le ha fallado.

¡Qué nadie se atreva a decir que se fue tras cantos de sirena! ¡Qué nadie le falte el respeto a esos que han cruzado fronteras y ríos, selvas y océanos, a pie, con hambre, con sed, nadando, caminando y escalando montañas en busca de independencia económica y prosperidad.

¡Qué nadie los juzgue, c*j*nes!

Jorge Hidalgo Mariño (DJ Tiko)

Estén donde estén y lleguen a donde lleguen, con éxito o no, siguen siendo tan cubanos como los que han decidido quedarse atrás.

Sólo ellos conocen la razón real por la cual lo hicieron y sólo ellos vivieron los retos más duros a lo largo de sus propias travesías. Si no estuviste ahí no tienes nada que decir en esta historia.

Se necesita mucho valor para tragarse el miedo y emigrar. Y nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a quitarle el respeto que merecen y desvalorizar sus sueños.

Está bueno ya de intentar tapar el sol con un dedo.

De Cuba se van hoy los jóvenes, se van los viejos, se van los profesionales, se van los revendedores, se van los policías, se van los delincuentes, se van los enfermos, se van los médicos, se van los maestros, los periodistas, los ingenieros, los deportistas, los políticos y los también los come-candela.

De Cuba, se van los mediocres, se van los talentosos, se van los comunistas, se van los “gusanos”, se van los “revolucionarios”, se van los “cobardes” y los “valientes”.

De Cuba, simplemente, se están yendo todos los cubanos o al menos, aquellos “que pueden.”

Desde Cuba emigran por mar, cielo y tierra, hacia cualquier parte del mundo, Tikos, Arys, Juanes, Pedros, Marías y todos aquellos cuyo nombre no conocemos y cuyas historias son tan o más duras que esta.

Y yo me pregunto ¿por qué se van todos?

¿Por qué un muchacho joven, talentoso, creativo, emprendedor, vivaz, alegre, trabajador, con perspectivas y sueños prefiere arriesgar su vida y abandonar su patria a vivir en ella?

Quizás sea esta precisamente la respuesta: el ser talentoso, creativo, emprendedor, vivaz, alegre, trabajador, con perspectivas y sueños y no querer vivir en un país como Cuba, de futuro totalmente incierto, en el que se granulan sueños y se estancan metas.

Dejemos de criminalizar al que emigra. La emigración es un proceso tan válido y tan antiguo como la civilización misma. Dejemos de juzgar al hermano que ha sentido necesidad de mudarse fuera de casa.

Ya es bastante duro saber que aún, después de 6 décadas de “charade”, la emigración se acentúa y miles de familias tienen que separarse y decirse adiós para no volverse a ver en años o décadas o para no volverse a ver jamás.

¡Basta de juzgar! Ya es demasiado triste ver cómo la disfuncionalidad de un sistema caduco y rancio como el cubano continúa provocando crisis tan crudas en el país que la gente se ve obligada a echarse a la mar, mientras que se continúa escribiendo con lágrimas la historia de la emigración cubana.

¡Qué dolor me ocasiona ver a mi gente irse así! ¡Qué dolor me ocasiona ver a mis amigos lanzándose a la nada, con pocos recursos, braceando contra corriente y esquivando mareas sin piedad! Pensar en los últimos minutos de vida de Tiko y en lo que habrá sentido me ha estrujado el pecho. ¡No merecía partir así!

Tiko ha puesto cara y nombre a la actual crisis migratoria cubana y esta tragedia dice mucho de un sistema cuyo fracaso socioeconómico está empujando a los cubanos a arriesgar sus propias vidas en búsqueda de prosperidad.

No quiero ni pensar cuántos amigos más tendré que perder en un futuro. Me parte el alma imaginar que no será él el último.

Si seguimos así, en sólo unas pocas décadas más, Cuba será un caparazón roto sin alma alguna, ni espíritu. Una isla desierta habitada por gente sin sueños, ahogados en pena e impotencia. Una Cuba muerta.

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