Embargo de Estados Unidos a Cuba cumple 63 años: Historia, propaganda y escenarios futuros

El castrismo ha explotado el embargo como una herramienta propagandística para encubrir sus propias deficiencias y justificar la crisis económica permanente del país, consecuencia de la implantación violenta de un sistema económico-social fallido.

John F. Kennedy y hotel en construcción en La Habana Foto © X / @BrunoRguezP - Facebook / La Tijera

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Este 3 de febrero se cumplen 63 años desde que el entonces presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, firmara la orden ejecutiva que estableció el embargo comercial contra el régimen cubano, en respuesta a las expropiaciones forzosas de propiedades estadounidenses en la isla.

A lo largo de las décadas, esta política se ha convertido en uno de los principales argumentos del castrismo para justificar su fracaso económico, a pesar de que las restricciones impuestas por Washington no han sido el factor determinante en la crisis estructural que atraviesa el país.


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Orígenes del embargo

El embargo a Cuba se implementó el 3 de febrero de 1962 en el contexto de la Guerra Fría, después de que el dictador Fidel Castro nacionalizara sin compensación las empresas estadounidenses radicadas en la isla. A esto se sumó la creciente alianza del gobierno cubano con la Unión Soviética y su apoyo a movimientos guerrilleros en América Latina y África.

Desde su establecimiento, el embargo ha sido endurecido y flexibilizado en distintos momentos. La Ley Torricelli (1992) y la Ley Helms-Burton (1996) reforzaron las restricciones, dificultando el comercio de terceros países con Cuba y estableciendo que solo el Congreso de EE.UU. podría levantarlo.

Sin embargo, varias administraciones estadounidenses han autorizado ciertas exenciones, como la venta de alimentos y medicamentos, además de permitir el envío de remesas y la actividad de aerolíneas y cruceros durante el deshielo promovido por Barack Obama.

Uso propagandístico del embargo por el régimen cubano

El castrismo ha explotado el embargo como una herramienta propagandística para encubrir sus propias deficiencias y justificar la crisis económica permanente del país.

Desde la educación hasta los medios estatales, la narrativa oficial sostiene que el "bloqueo" (como lo denomina el gobierno cubano) es el principal obstáculo para el desarrollo de la isla, ocultando así la ineficiencia del modelo socialista impuesto por el Partido Comunista.

No obstante, Cuba mantiene relaciones comerciales con más de 150 países y recibió durante años apoyo financiero de la ex Unión Soviética (que analistas cifran en cien mil millones de dólares, el equivalente a siete Planes Marshall) y, más recientemente, de Venezuela. A pesar de ello, la escasez de alimentos, medicinas y productos básicos ha sido una constante, incluso en momentos de mayor apertura económica.

Escenarios futuros

El futuro del embargo sigue siendo incierto. Si bien existe un sector dentro de Estados Unidos que aboga por su levantamiento, argumentando que es una política obsoleta que no ha logrado su objetivo de democratizar Cuba, la falta de avances en derechos humanos y la persistente represión contra la disidencia han dificultado cualquier cambio sustancial.

Bajo la administración de Joe Biden, la política hacia Cuba se mantuvo en líneas generales sin grandes modificaciones respecto a las sanciones impuestas por Donald Trump, quien revocó muchas de las flexibilizaciones adoptadas por Obama.

El endurecimiento de sanciones y el regreso a la lista de países patrocinadores del terrorismo impulsados en el segundo mandato de Trump, adquieren nuevas dimensiones gracias a la presencia de cubanoamericanos en el ejecutivo.

A corto y mediano plazo, es poco probable que el embargo sea eliminado sin que haya reformas políticas y económicas significativas dentro de Cuba.

En este sentido, el propio régimen es su peor enemigo, pues su negativa a realizar cambios estructurales impide cualquier negociación seria con Washington. Mientras el gobierno cubano continúe reprimiendo a la oposición y manteniendo un sistema de partido único, el embargo seguirá siendo un obstáculo autoimpuesto que la dirigencia utilizará para perpetuar su narrativa victimista.

A 63 años de su instauración, el embargo estadounidense a Cuba sigue siendo un tema de debate internacional. Sin embargo, la historia ha demostrado que la principal causa de la crisis económica y social de la isla no es esta política de Washington, sino el propio sistema político y económico impuesto por el castrismo.

Mientras el régimen no cambie su modelo de gobierno, cualquier medida externa, ya sea sanciones o aperturas, tendrá un impacto limitado en la vida de los cubanos.

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