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El gobernante cubano, Miguel Díaz-Canel, confirmó su asistencia al desfile militar del Día de la Victoria, que se celebrará el próximo 9 de mayo en la Plaza Roja de Moscú, bajo el liderazgo de Vladimir Putin, para conmemorar el 80.º aniversario del triunfo soviético sobre la Alemania nazi.
Esta edición cobra una fuerte carga simbólica y política, no solo por el contexto de la guerra en Ucrania, sino también por la alineación ideológica de los líderes que acompañarán al mandatario ruso en el acto, y cuya lista hizo pública rbc.ru.
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El evento conmemorativo de este año, que marca las ocho décadas del fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa, se celebra en un contexto de máxima tensión geopolítica.
Para garantizar el desarrollo del desfile, el Kremlin ha anunciado una tregua unilateral del 8 al 11 de mayo en el frente de batalla en Ucrania, con el objetivo de evitar ataques durante las festividades. Sin embargo, persiste el temor de que la celebración pueda verse interrumpida por un ataque con drones ucranianos sobre Moscú o sus alrededores, como ha ocurrido en meses anteriores.
La seguridad se ha reforzado al máximo nivel y se espera una demostración militar cuidadosamente calculada que combine simbolismo histórico con proyección de poder actual, y que podría incluir el desfile de soldados norcoreanos, en un abierto reconocimiento de su presencia en el frente en la región de Kursk y de la estrecha alianza de ambos regímenes.
Un desfile con peso geopolítico
Más de 20 jefes de Estado y de Gobierno han confirmado su presencia en la capital rusa, entre ellos el chino Xi Jinping, el venezolano Nicolás Maduro, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el bielorruso Aleksandr Lukashenko, el serbio Aleksandar Vučić, el palestino Mahmud Abbás, y otros líderes de países como Kirguistán, Armenia, Vietnam, Laos, Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y Burkina Faso.
Este conglomerado de mandatarios representa una alianza de regímenes autoritarios o de gobernanza híbrida, en su mayoría alejados de los estándares democráticos liberales, y que comparten una narrativa de oposición a las democracias occidentales, a la OTAN y a los valores políticos que sustentan el orden internacional vigente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Cuba y Rusia: Una alianza estratégica renovada
La presencia de Díaz-Canel en este acto no es meramente protocolar. Responde a una profundización de las relaciones estratégicas entre Moscú y La Habana, que ha incluido desde la reactivación de vuelos comerciales hasta proyectos de inversión en sectores clave de la economía cubana como la energía, la agricultura y el transporte.
En los últimos dos años, ambos gobiernos han firmado más de una decena de acuerdos, que contemplan desde el suministro de petróleo y trigo hasta el uso del rublo como moneda de intercambio comercial.
La Habana también ha recibido asistencia técnica y asesoramiento militar de parte de Rusia, además de estrechar la colaboración en materia de ciberseguridad y propaganda política.
Uno de los aspectos más controvertidos de esta relación ha sido la presencia de mercenarios cubanos en el frente de guerra en Ucrania, combatiendo del lado ruso.
Aunque el régimen cubano ha afirmado que se trata de una “red de trata de personas” que ha sido desmantelada, múltiples testimonios y reportes de prensa han confirmado que jóvenes cubanos fueron reclutados para luchar en el conflicto, algunos de ellos con conocimiento del objetivo militar, a cambio de promesas de ciudadanía rusa o compensaciones económicas.
Esta situación revela una dimensión más oscura del vínculo entre ambos regímenes: el uso de mano de obra cubana como carne de cañón en guerras ajenas, en paralelo al deterioro del nivel de vida en la isla y la desesperación de miles de ciudadanos que buscan una salida del país.
Un bloque iliberal en ascenso
El desfile del Día de la Victoria se ha convertido en una vitrina donde Putin exhibe su red de aliados en un mundo cada vez más fragmentado.
Frente al aislamiento diplomático que Rusia enfrenta en los foros internacionales por la invasión a Ucrania, Moscú se esfuerza por proyectar una imagen de respaldo global a su cruzada revisionista del orden internacional.
Díaz-Canel, que ya ha visitado Moscú en varias ocasiones desde el inicio de su mandato, se presenta nuevamente como una figura clave en el eje autoritario que el Kremlin promueve en América Latina, junto a Maduro y Daniel Ortega.
Esta estrategia busca desafiar la hegemonía occidental, ofreciendo una alternativa de cooperación (los BRICS) ajena a los valores democráticos, basada en el intercambio económico, el respaldo político y el autoritarismo compartido.
Con su participación en el desfile del 9 de mayo, el presidente cubano refuerza no solo su dependencia del Kremlin, sino también su apuesta por un orden internacional donde los derechos humanos, la democracia y el respeto al derecho internacional queden subordinados a los intereses de las potencias autoritarias.
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