Guantánamo volvió a enterrar dinero, tiempo y esfuerzo en su más reciente intento de sembrar papa, con rendimientos mínimos y parte de la cosecha perdida, lo que confirmó una vez más que el cultivo no tiene condiciones reales para sostenerse en la provincia.
En zonas como Arroyo Hondo y Chapala, los productores alcanzaron entre cuatro y cinco toneladas por hectárea, cuando lo mínimo aceptable ronda las 10 toneladas, reseñó el periódico oficial Venceremos.
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Las causas del desastre no son un misterio ni una fatalidad natural. Se sembró fuera de tiempo, con recursos insuficientes, en tierra mal preparada y con una mecanización prácticamente inexistente. Y como ha ocurrido una y otra vez en el agro cubano, se repitió el patrón de improvisar primero y lamentarse después.
Raúl Díaz Alonso y Jorge Fernández Omaña, dos campesinos que aceptaron el reto de sembrar el tubérculo en 55 hectáreas en total, narraron al diario el viacrucis de un experimento mal encaminado desde el inicio.
“La semilla llegó tarde y por la premura en sembrarse porque el tiempo se agotaba, no fue buena su desinfección ni el período requerido en reposo antes de llevarse al suelo”, explicó Díaz.
Para colmo, la preparación del suelo fue apurada, pues para sembrar esa vianda, “el suelo debe prepararse al menos dos meses antes de la siembra, para eliminar los microorganismos causantes de las enfermedades”.
Fernández recordó que, debido a las condiciones climáticas de Guantánamo, “con predominio de la alta temperatura, la fecha óptima para la siembra de papa debe ser en noviembre”, pero “haberla realizado en enero, más los problemas con el riego, provocaron la pérdida total de algunas áreas y afectaciones en otras”.
Advirtió que sembrar en enero expone el cultivo a las lluvias de finales de abril, justo en el momento de cosechar, lo que provoca pudrición por exceso de humedad, como ocurrió en ambas fincas.
Díaz añadió que los problemas de pudrición comenzaron poco después de la siembra y no se resolvieron con tratamientos fitosanitarios, lo que causó pérdidas del 30 al 35 %. Las áreas más afectadas fueron las sembradas con semillas picadas para rendir la siembra.
El fracaso no fue solo climático o biológico: la mecanización fue un desastre. Se empezó a sembrar con una máquina prestada de otra provincia, poco funcional. La falta de precisión obligó a terminar la siembra manualmente con un “hombre recorriendo el surco con un jolongo lleno de simientes”, señaló la fuente.
Para cosechar, adaptaron un arado como “sacadora”, pero esta dejaba muchas papas enterradas, lo que obligaba a pasar dos veces por el mismo terreno, con lo cual se malogró parte del fruto y redujo aún más el rendimiento, apuntó.
A pesar de todo, ambos productores coincidieron en que no se trata de renunciar a la papa, sino de sembrarla bien, en noviembre, preparar el suelo con tiempo, tener riego garantizado, aplicar los tratamientos que exige el cultivo y, sobre todo, mecanizar de verdad.
Díaz y Fernández comercializan su producción con la empresa agropecuaria de sus respectivos municipios a un precio de 54 pesos la libra, lo cual consideraron “estimulante”. Hasta el 22 de abril, el primero había recogido 12 hectáreas y el otro, siete.
En febrero pasado, Venceremos preguntó si a la tercera iría la vencida, a propósito de “un nuevo experimento con el cultivo de la papa, ahora con su siembra en el llano”, a fin de fomentar una producción propia. Aunque en un principio se estimaron rendimientos de 19,5 toneladas por hectáreas, luego se rebajó la expectativa “por la inestabilidad con el riego”.
El periódico recordó que desde mediados de los años 90, Guantánamo ha ensayado varias veces el cultivo de papa sin lograr continuidad. En aquella etapa se sembraron 260 hectáreas en zonas como Hondones, Jucaral, Caridad de los Indios, Valle de Caujerí, La Jabilla y Niceto Pérez, con insumos garantizados y riego. Jucaral obtuvo los mejores rendimientos, con 23,43 toneladas por hectárea, pero en general los resultados fueron desiguales.
El alto costo de trasladar insumos a zonas intrincadas y la dificultad para mecanizar en terrenos montañosos forzaron el abandono del cultivo. Luego, la solución fue enviar a campesinos guantanameros a producir papa en Ciego de Ávila, una experiencia que también se extinguió. El último intento, hace tres años, fue con papa orgánica en fincas de la serranía, sin químicos ni pesticidas, pero los rendimientos fueron muy bajos, reconoció el medio de prensa.
En Cuba, la papa se ha convertido en símbolo, y su llegada cada año representa la esperanza de un plato más completo, una alternativa económica, un respiro frente al arroz y los granos. Pero lo que debe ser una garantía alimentaria se ha transformado en síntoma de la pobreza y el desamparo institucional. En la Cuba de hoy, ni siquiera un producto que se cultiva y planifica con meses de antelación puede garantizarse con seguridad.
La siembra en Ciego de Ávila comenzó con un panorama similar al de campañas anteriores, marcado por atrasos, falta de recursos y condiciones climáticas adversas.
En Sancti Spíritus la llamada “papa de balance nacional”, destinada a garantizar una distribución equitativa, ha sido víctima de problemas productivos, desorganización institucional y decisiones políticas sin respaldo técnico, lo que ha generado una nueva ola de incertidumbre y malestar entre la población.
La venta en Santiago de Cuba generó tensiones al limitarse a tres libras por persona, lo cual evidencia la profunda crisis alimentaria que enfrenta la isla, donde productos básicos como este llegan a la población de forma racionada, en cantidades mínimas y bajo un sistema de distribución marcado por la escasez y la desorganización.
La diferencia entre el precio oficial de 11 pesos la libra y los 150 o 200 pesos (o más) que se vende en el mercado informal es una muestra más del fracaso del sistema de distribución y control en Cuba.
Sin mecanismos de fiscalización real y con mercados informales en auge, la papa escasea en los mercados estatales y abunda en manos privadas, a precios prohibitivos para la mayoría. La propia dinámica de la cosecha, que requiere mano de obra bien pagada, empuja a los productores a buscar vías más lucrativas para vender su producción, evadiendo el esquema estatal.
No obstante, en medio de la severa crisis alimentaria que golpea a la mayoría de los cubanos, el gobierno cubano ha llegado a comercializar papas nacionales, marca Frutisel, a 8.85 dólares la bolsa en el supermercado habanero de 3ra y 70, el primero que abrió en Cuba para operar exclusivamente en monedas extranjeras.
Preguntas frecuentes sobre la producción de papa en Guantánamo
¿Por qué fracasó la siembra de papa en Guantánamo en 2025?
La siembra de papa en Guantánamo fracasó debido a la siembra fuera de tiempo, falta de recursos, y una preparación del suelo inadecuada. Además, la mecanización fue prácticamente inexistente, lo que obligó a realizar la siembra manualmente, afectando gravemente los rendimientos.
¿Cuáles fueron las principales causas del bajo rendimiento en la cosecha de papa?
El bajo rendimiento se debió a la llegada tardía de semillas, falta de desinfección adecuada, y problemas de riego. También influyeron las condiciones climáticas adversas y la falta de mecanización adecuada, lo que resultó en una cosecha deficiente y pérdidas significativas.
¿Cuál es el precio de la papa en el mercado oficial y en el mercado informal en Cuba?
En el mercado oficial, la papa se vende a 11 pesos la libra, mientras que en el mercado informal puede alcanzar precios de 150 a 200 pesos o más. Esta disparidad refleja el fracaso del sistema de distribución y control en Cuba, donde la escasez en los mercados estatales contrasta con la abundancia en manos privadas a precios prohibitivos.
¿Qué impacto tiene la crisis de la papa en la población cubana?
La crisis de la papa en Cuba ha generado una profunda incertidumbre alimentaria y malestar entre la población. La limitación en la distribución y los altos precios en el mercado informal han dificultado el acceso a este alimento básico, exacerbando la crisis alimentaria que enfrenta la isla.
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