El periodismo en Cuba busca jóvenes… y no los encuentra

En Cuba nadie quiere ser periodista: el servicio militar, las trabas de ingreso, la precariedad económica y la pérdida de prestigio alejan a los jóvenes de la profesión.

Estudiantes cubanos (Imagen de referencia) © Telecentro Provincial Ciego de Ávila
Estudiantes cubanos (Imagen de referencia) Foto © Telecentro Provincial Ciego de Ávila

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Apenas dos estudiantes de undécimo grado se presentaron al examen de aptitud para optar por la carrera de Periodismo en la sede Manuel Ascunce Domenech, adscrita a la Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez (UNICA).

Un contraste alarmante si se compara con los años en que decenas de aspirantes competían por una de las pocas plazas disponibles, subrayó el periódico oficialista Invasor.

El medio citado señala que esa dramática caída en el interés vocacional, también deja un signo de interrogación abierto: ¿Cuántas posibilidades hay de que ambas estudiantes decidan finalmente cursar la carrera, se gradúen y ejerzan la profesión en los medios locales?

De ocurrir, ese escenario no se confirmaría antes de cinco años, tiempo suficiente para que el panorama se torne aún más incierto, pero en cualquier caso deja en evidencia otra falla del sistema educacional cubano: los jóvenes no quieren estudiar periodismo.

Los obstáculos son diversos: a partir del curso académico 2024-2025, las jóvenes cubanas interesadas en estudiar Periodismo deberán cumplir un año de Servicio Militar Obligatorio.

Esta nueva medida, sin precedente en otras carreras, se suma a las tradicionales pruebas de aptitud y al llamado colegio universitario, una etapa de ocho semanas que los aspirantes deben superar tras terminar el preuniversitario.


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Además, persiste una falta de conexión entre el discurso de los medios y las preocupaciones reales de la ciudadanía, lo que ha provocado una pérdida de credibilidad que desalienta a muchos jóvenes.

A eso se suman los bajos salarios, la escasa valoración social de la profesión y un entorno económico que relega los estudios universitarios a un segundo o tercer plano.

Incluso para quienes desean estudiar, las condiciones son adversas: transportarse a clases puede costar cientos de pesos semanales; acceder a plataformas digitales requiere una conectividad que muchos no pueden pagar, a pesar de la flexibilidad del régimen con los universitarios y el acceso a internet; y las herramientas básicas como laptops o materiales están fuera del alcance de muchas familias.

Un reporte de la UNICA, citado por Invasor, reveló que solo el 49% de los estudiantes matriculados cuatro años antes logró graduarse.

La mayoría abandonó no por bajo rendimiento, sino por motivos personales o económicos, porque en la actual realidad de Cuba, estudiar y trabajar a la vez sigue siendo inviable para muchos.

En medio de esta crisis vocacional, el Ministerio de Educación Superior implementó en 2024 una flexibilización: quienes suspendan las pruebas de ingreso o no se presenten a ellas también podrán acceder a la universidad.

Sin embargo, esa medida no garantiza vocación ni compromiso.

Mientras tanto, se multiplica una imagen compartida por muchos jóvenes que lograron graduarse: "Me quemé las pestañas cinco años para terminar en una mipyme", y no es un chiste. Es una radiografía de la realidad actual.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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