Cuba impulsa las solineras para carros eléctricos en medio del colapso de su sistema energético

Cuba instala solineras para vehículos eléctricos como parte de su estrategia energética, aunque enfrenta limitaciones por falta de baterías y dependencia de tecnología extranjera.

Una de las llamadas “solineras” instaladas por la Industria Electrónica Camilo Cienfuegos en La Habana. Foto © Captura de Video/Youtube/Canal Caribe

El régimen cubano intenta presentar la energía solar como alternativa para enfrentar la crisis energética, ahora con la instalación de “solineras” destinadas a recargar triciclos, motorinas y autos eléctricos en el país.

Un reciente reporte del canal oficialista Canal Caribe mostró cómo la Industria Electrónica Camilo Cienfuegos en La Habana utiliza este sistema para abastecer sus vehículos eléctricos y hasta brindar servicio a la población.

En el material televisivo, Enrique, chofer de uno de los triciclos eléctricos de la entidad, relató que aprovecha la hora de almuerzo para conectar su vehículo a la red fotovoltaica.

“Yo la pongo ahí a cargar y ya por la tardecita… ya está plena y salgo otra vez a brindar servicio”, contó. La escena, difundida como ejemplo de eficiencia, es parte de la campaña oficialista para exhibir un futuro basado en la energía solar.

Sin embargo, la apuesta por las solineras y parques solares ocurre en un contexto marcado por la falta crónica de combustible y la vejez del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), prácticamente colapsado tras décadas de abandono y falta de inversiones.

¿Cómo deberían funcionar las “solineras” y cómo se comparan internacionalmente?

Las solineras, o estaciones solares de carga para vehículos eléctricos, operan mediante un sistema relativamente sencillo, con la ubicación de paneles fotovoltaicos que convierten la luz del sol en electricidad de corriente continua, que luego un inversor transforma en corriente alterna compatible con los vehículos o la red eléctrica; en muchos países avanzados, el sistema incluye baterías de almacenamiento para garantizar carga durante la noche o en días nublados.


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Este modelo híbrido o independiente de la red es esencial para asegurar una disponibilidad continua del servicio, más allá del horario solar.

En países como España, las estaciones de carga eléctrica, aunque no todas solares, son ya una infraestructura pública y privada robusta, con cerca de 16,000 puntos de recarga públicos, especialmente en ciudades y corredores principales.

Además, se han implementado proyectos innovadores como el sistema "MetroCharge" en Barcelona, donde la energía regenerada por el frenado del metro, combinada con paneles solares, se utiliza para abastecer estaciones de carga cercanas.

En China, el despliegue es masivo. El país concentró en 2019 más de la mitad de las estaciones de carga públicas del mundo, con más de 800,000 puntos, incluidos 760,000 cargadores rápidos, respaldado por redes privadas, estatales y fabricantes de autos.

Empresas como XPeng y Volkswagen están construyendo redes de carga ultrarrápida en más de 420 ciudades con más de 20 000 puntos. También destacan tecnologías como el cambio rápido de baterías (battery swapping), lideradas por Nio, que permite cambiar batería en menos de 5 minutos en más de 1,300 estaciones.

La diferencia es evidente, porque mientras en otros países estas estaciones garantizan continuidad y autonomía, en Cuba apenas se levantan solineras aisladas, sin almacenamiento ni capacidad real de expansión.

En Cuba, promesas solares frente a apagones diarios

Por ejemplo, en materia eléctrica, el gobierno ha anunciado la construcción de más de 50 parques fotovoltaicos para 2025, con una capacidad proyectada de 1,200 MW.

Apenas en marzo, Miguel Díaz-Canel prometió que este verano se incorporarían 560 MW de energía solar, asegurando que “casi nos vamos a llevar el pico del mediodía”. Pero la realidad es que los apagones persisten a lo largo del país y las termoeléctricas siguen funcionando a duras penas.

La Unión Eléctrica (UNE) llegó a afirmar que la energía solar “alimenta la esperanza de millones de cubanos”. Sin embargo, como también hemos informado, las cifras oficiales contrastan con la experiencia cotidiana, al ocurrir apagones de más de 12 horas, industrias paralizadas y hogares sumidos en la precariedad.

El propio ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, reconoció que, aunque el plan prevé instalar 1,000 MW solares este año, no existen aún baterías para almacenar esa electricidad. Esto significa que la generación solo podrá aprovecharse durante el día, mientras que en las noches, cuando el consumo es mayor, los apagones seguirán siendo inevitables.

La dependencia de donaciones y equipamiento extranjero, como los paneles y contenedores de acumulación enviados por China, pone en evidencia la fragilidad del programa energético y su incapacidad para ofrecer una solución sostenible.

Entonces, mientras el oficialismo multiplica titulares y reportes triunfalistas sobre solineras y parques fotovoltaicos, el trasfondo es claro, el régimen busca maquillar con energía solar el fracaso estructural de un sistema eléctrico devastado.

Sin mantenimiento, con termoeléctricas de más de 40 años, producción nacional de crudo en caída libre y falta de financiamiento para modernizar la red, Cuba depende de promesas que difícilmente se traducirán en alivio para el pueblo.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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