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El año 2025 marca un punto de máxima tensión para el Caribe y Suramérica. El despliegue militar estadounidense sin precedentes frente a las costas de Venezuela se convierte en la máxima expresión de la política de presión de Washington sobre el régimen de Nicolás Maduro, pero también en una prueba para la arquitectura de seguridad regional y un nuevo capítulo de confrontación con La Habana.
EE.UU. eleva su apuesta militar
Desde octubre, Estados Unidos ha posicionado frente a Venezuela una fuerza abrumadora: el portaaviones nuclear USS Gerald R. Ford, escoltado por destructores (USS Gravely, Jason Dunham, Sampson, Bainbridge, Stockdale), buques anfibios (USS Iwo Jima, San Antonio, Fort Lauderdale), el crucero USS Lake Erie y el submarino nuclear USS Newport News (SSN-750). El componente aéreo incluye cazas F-35 y F/A-18, bombarderos B-1B y B-52 en ejercicios cerca de costas venezolanas, aviones de patrulla marítima y drones MQ-9 Reaper; helicópteros y fuerzas especiales refuerzan la capacidad de intervención rápida y las operaciones de inteligencia. Más de 10,000 marines y comandos participan en maniobras avanzadas de desembarco.
El despliegue ha reforzado la presencia estadounidense en bases de Puerto Rico, Islas Vírgenes y otras ubicaciones estratégicas, con operaciones áreas y navales continuas.
El despliegue militar estadounidense también afecta directamente a Cuba por su dependencia energética de Venezuela
El objetivo estratégico: presión máxima, intervención selectiva
Aunque la retórica oficial estadounidense es la lucha contra el narcotráfico, la magnitud del despliegue revela una doble apuesta: debilitar al régimen de Maduro y proyectar poder ante rivales globales (Rusia, China) presentes en la región. Los analistas coinciden en que el escenario más probable no es una invasión total —demasiado costosa y arriesgada— sino una “ofensiva limitada”: ataques de misiles y bombardeos sobre infraestructuras sensibles (puertos, bases aéreas, sedes militares) y operaciones de comandos para neutralizar objetivos de alto perfil. El propósito, más que derrocar a Maduro por la fuerza, sería generar divisiones internas que precipiten una negociación o transición política forzada con la amenaza constante de escalada.
Reacción regional y el papel central de Cuba
En este contexto, Cuba emerge como actor de bisagra entre Caracas y sus aliados regionales. La Habana ha reafirmado públicamente su apoyo “total y completo” al gobierno de Maduro, tanto en foros internacionales como a través de manifestaciones masivas y campañas diplomáticas. El presidente Miguel Díaz-Canel y el canciller Bruno Rodríguez se han alineado plenamente con Venezuela, denunciando una “agresión imperial” que afecta a toda la región. La Habana ha movilizado firmas, manifestaciones y propaganda, y fortalece su asesoría en materia de inteligencia y seguridad al aparato chavista, siguiendo la tradición que une a ambas revoluciones desde hace décadas.
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Sin embargo, fuentes diplomáticas y análisis independientes confirman que Cuba, pese a su retórica solidaria, ha dejado claro que no participará militarmente en combate contra EE.UU., consciente del alto riesgo que supondría para su propia supervivencia interna en un escenario de intervención directa. El respaldo se limita a soporte logístico, entrenamiento y operaciones de inteligencia, además de sostener la alianza política en todos los foros posibles.
Implicaciones económicas y estratégicas para Cuba
El despliegue militar estadounidense también afecta directamente a Cuba por su dependencia energética de Venezuela y el impacto del cerco naval sobre los flujos de petróleo y asistencia técnica. Cualquier escalada militar prolongada entre EE.UU. y Venezuela supondría un golpe casi letal para la ya precaria economía cubana y limitaría gravemente la capacidad de maniobra internacional del régimen de La Habana. Como consecuencia, Cuba utiliza su influencia diplomática —especialmente en organismos multilaterales y foros de países no alineados— para intentar frenar o limitar el aislamiento del eje Caracas–La Habana.
Conclusión: una ecuación geopolítica explosiva
La crisis de 2025 entre EE.UU. y Venezuela revela los límites del poder duro, las complejidades de la intervención extranjera y la relevancia de alianzas “invisibles” como la que une a Cuba con Venezuela. Si bien Washington dispone de capacidad militar ampliamente superior y de un consenso doméstico relativo para acciones de fuerza limitada, enfrenta el desafío de una escalada regional con consecuencias económicas, políticas y simbólicas difíciles de gestionar.
Cuba, aunque hoy reacia al combate directo, es parte indispensable de la ecuación y potencia el potencial de resistencia estratégica de Venezuela, agregando incertidumbre y riesgo a cualquier operación militar estadounidense. La ecuación geopolítica del Caribe en 2025 se mantiene volátil, cualquier error de cálculo podría escalar el conflicto más allá de las intenciones originales de los actores involucrados.
Preguntas frecuentes sobre el despliegue militar de EE.UU. en Venezuela y el papel de Cuba
¿Cuál es el objetivo del despliegue militar de EE.UU. frente a Venezuela en 2025?
El objetivo declarado es combatir el narcotráfico y las organizaciones criminales transnacionales en el hemisferio occidental. Sin embargo, la magnitud del despliegue sugiere una apuesta por debilitar al régimen de Nicolás Maduro y proyectar poder ante rivales globales como Rusia y China presentes en la región. La estrategia parece centrarse en una "ofensiva limitada" más que en una invasión total, buscando generar divisiones internas que propicien una transición política.
¿Qué papel juega Cuba en la crisis entre EE.UU. y Venezuela?
Cuba se posiciona como un aliado clave de Venezuela, brindando apoyo diplomático y logístico. La Habana ha reafirmado su respaldo total al gobierno de Maduro y ha movilizado recursos diplomáticos y propagandísticos en su favor. No obstante, Cuba ha dejado claro que no participará militarmente en un conflicto directo contra EE.UU., limitando su apoyo a asesoramiento en inteligencia y seguridad.
¿Cuál es el impacto económico del despliegue militar en Cuba?
El despliegue militar estadounidense afecta la economía cubana debido a su dependencia energética de Venezuela. La interrupción de los flujos de petróleo y asistencia técnica podría ser devastadora para la economía cubana, ya que cualquier escalada prolongada entre EE.UU. y Venezuela agravaría su precaria situación económica y limitaría su capacidad de maniobra internacional.
¿Cómo ha reaccionado la región al despliegue militar de EE.UU. en el Caribe?
La región ha mostrado preocupación por el aumento de tensiones y el riesgo de escalada. Países del ALBA han condenado las acciones de Washington como violaciones del derecho internacional, mientras que Venezuela ha movilizado sus fuerzas militares y milicias en respuesta al despliegue estadounidense. La situación ha elevado las tensiones en el Caribe, recordando episodios previos de intervención militar en América Latina.
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