Una avioneta bimotor Beechcraft 55 realizó un aterrizaje de emergencia la noche del lunes en plena Interestatal 95, en el condado de Brevard, Florida, tras reportar una falla en el motor, provocando un choque con un vehículo que circulaba por la vía.
Según el Departamento de Transporte de Florida (FDOT) y la Administración Federal de Aviación (FAA), el piloto se vio obligado a descender sobre los carriles del sentido sur, cerca del marcador de milla 201, cuando el avión comenzó a perder potencia.
Durante la maniobra, la aeronave impactó a un Toyota Camry 2023 conducido por una mujer de 57 años, que resultó con heridas leves y fue trasladada a un hospital local. En el avión viajaban dos hombres, de 27 años, quienes salieron ilesos.
Videos grabados por conductores y difundidos en redes sociales muestran el momento en que la avioneta desciende sobre la autopista y golpea al coche antes de detenerse entre chispas y humo.
Las imágenes, que rápidamente se viralizaron, fueron captadas desde varios ángulos, incluyendo cámaras de tablero de vehículos que circulaban en ese momento.
Agentes de la Patrulla de Carreteras de Florida (FHP) acordonaron el área y cerraron temporalmente varios carriles de la autopista mientras se retiraban los restos del avión, identificado con el número de matrícula N95KC.
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Las autoridades de la FAA confirmaron que el incidente está bajo investigación para determinar las causas exactas de la falla mecánica.
Una serie de accidentes que alarma a Florida
El aterrizaje de emergencia de la avioneta en la Interestatal 95 no es un hecho aislado. En los últimos meses, Florida ha sido escenario de varios incidentes aéreos que han puesto en alerta a las autoridades y a los propios residentes del estado, donde el cielo parece haberse vuelto un territorio cada vez más incierto para las pequeñas aeronaves.
En julio, una avioneta Cessna T337G cayó en plena zona residencial de Pembroke Pines, al sur de Florida, a escasos metros del Aeropuerto North Perry, dejando cuatro heridos, entre ellos dos menores de edad.
Los testigos describieron escenas de pánico y fuego mientras vecinos intentaban rescatar a los ocupantes entre los restos humeantes. Uno de ellos confesó entre lágrimas que fue “un milagro” que la aeronave no impactara directamente sobre las casas.
Las autoridades locales recordaron entonces que, solo en los últimos cinco años, ese aeropuerto ha sido escenario de más de treinta accidentes.
Unos meses antes, en mayo, un piloto resultó herido tras estrellarse su avioneta en un área rural del condado de St. Johns, cerca de Hastings. Aunque el hombre logró sobrevivir, el siniestro reavivó el debate sobre la seguridad de la aviación ligera y la necesidad de reforzar los controles de mantenimiento y entrenamiento en vuelos privados.
Y en abril, la tragedia golpeó a Boca Raton, donde una avioneta Cessna 310 se precipitó sobre una concurrida intersección y colisionó con un vehículo. Tres personas murieron en el acto —un abuelo, su hijo y su nieta— mientras el conductor del coche logró escapar entre las llamas.
Estos casos, ocurridos en menos de un año, dibujan una preocupante secuencia de emergencias aéreas que han convertido al sur de Florida en un escenario de riesgo recurrente.
Aunque la mayoría de los incidentes se han atribuido a fallas mecánicas o errores humanos, las investigaciones de la FAA y la NTSB apuntan también a la saturación de espacio aéreo y al envejecimiento de buena parte de las aeronaves privadas que sobrevuelan la región.
En este contexto, el reciente aterrizaje sobre la I-95, con su mezcla de dramatismo y suerte, no hace más que reforzar una sensación de vulnerabilidad compartida por muchos floridanos: que el peligro puede llegar, literalmente, desde el cielo.
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