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Memoria del Exilio: Veo Veo

Todo cubano, o público que quiera saber sobre Cuba, debe ver Pequeñas mentiras piadosas.

Fotograma de la película © imdb.com
Fotograma de la película Foto © imdb.com

Este artículo es de hace 5 años

Tímidamente, va despuntando, agazapado - a lo lejos, casi imperceptible - un vago, algo turbio, aún velado e inatrapable, destello de luz.

Algo comienza, muy callado, a motivar el resignado maremágnum de ilusiones - para siempre perdidas - por el que hemos transitado, desde que comenzó este malhadado año.

Si es veraz esa teoría sobre la curva constante de la vida, donde a una etapa de bajón, bien grande, le continúa, en correspondencia, otro período de bonanza y ventura - proporcionalmente igual a su contrario - a finales de este año, o el que viene, estaremos ganando a la Lotería, sin siquiera haberla jugado.

O habremos desaparecido del mapa. Que, al menos, tiene la ventaja de quitarnos todos los problemas de encima, en sólo un segundo.

Mas, la chispa indómita, en el ánima se aviva, cual matraquilla, vaporosa alevilla, ladina cosquilla. Retozando por doquier, cascabeleando sin cesar. Todavía, un tanto, ida, medio rendida. Empero, empeñada en embriagarse de dicha, por más que la suerte sea traviesa, volátil, voluble, o fugaz.

Y germina tras libar, extasiada, del néctar afable, fecundo y febril, que envuelve a una entrega artística sobresaliente.

De esas que ensanchan horizontes, expanden la mente y causan, siempre, un enorme placer compartir.

PEQUEÑAS MENTIRAS PIADOSAS o THE TRAVEL AGENT, es un documental que puede disfrutarse, sin costo alguno - algo cada vez más raro en este mundo - con sólo buscarlo en Internet y a través de Amazon Prime.

Pero que todo cubano, o público que quiera saber sobre Cuba, debería apreciar.

Fresco, espontáneo - como todos los que participan en su trama - su cámara se mueve libremente, es cómplice, casi invisible. Ni hace que se sienta la presencia de los realizadores.

Quienes ofrecen, no obstante, encuadres novedosos, certeros; si no estudiados, claramente como resultados, de un holgado bagaje cultural, tan vehemente, que, aún improvisando, transporta, ilumina y bien respalda.

Así, se integran por todas partes, se familiarizan, cordiales, con los seres que, tan bien, retratan.

Ríen, se angustian, padecen, escudriñan, lloran y se conmueven junto a - y como- cada uno de sus personajes.

Hay planos, francamente, inolvidables, originales, ensoñadores.

Como el de un hombre, que espera, esperanzado - usando su mano, como si fuese una visera, frente a su frente - mientras mira, atravesando al lente, con impaciente ansiedad. Pero lo traspasa. Su vista parece enfocarse, mucho más lejos. A más de noventa y nueve millas, detrás del espectador.

Frases vertidas por la protagonista, tales como:

“Y esa es la ventaja del mundo subdesarrollado, tercermundista. Que no tenemos el primero, ni el segundo lugar, pero tenemos medalla de bronce. ¡Tercer lugar! Yo me conformo con un tercer lugar. Malo, los que tengan un décimo, o un décimo quinto …”

O: “Si tú supieras, que, a mí, el capitalismo, no me interesa, como capitalismo…”

Y, sobre todo: “Cuando usted divide el subdesarrollo entre muchos, todo el mundo es subdesarrollado” son joyas, en filosofía callejera, dignas de una antología académica.

Un clásico del absurdo tropical, que a Virgilio Piñera le hubiese costado mucho emular.

Shakespeare deviene en un amateur, lerdo, o burdo, aprendiz de autor.

La dramaturgia de este largometraje - de apenas una hora y media - se erige cual suerte de reinterpretación contemporánea - como inconsciente, sigiloso e íntimo, sentido homenaje - de las ansias manifiestas, por igual, en las magistrales obras de teatro de José Ramón Brene, Héctor Quintero, o Abelardo Estorino.

Fotograma de la película

Las reflexiones de su personaje principal rememoran - en un tono, mucho más, coloquial, asequible y, por ende, popular - las cuasi pedantes, por distantes - algo muy propio de la clase social a la que representa - del Sergio, que interpreta el Corrieri, de igual nombre, en Memorias del subdesarrollo*.

*La película, basada en la novela de Edmundo Desnoes y dirigida por Tomás Gutiérrez Alea (Titón), que muchos cubanos - sobre todo, intelectuales - catalogan como el paradigma del séptimo arte nacional. Excluyendo, con ello, a otros títulos, esenciales, únicos e inestimables; cada uno en su momento, antes y/o después de ese extraordinario largometraje. E ignorando, asimismo, que cada filme es un universo. Y que todo el mundo es distinto.

En cuanto a actuación, Stanislavski, ¡miraaaaaaa!, mejor que se recoja

Porque el broche de oro, la estocada letal, el clímax del desempeño actoral, se sobreviene al final - y no estamos contando la urdimbre - con la crisis de sus creencias.

La renuncia al más allá.

El fin de la adoración ciega - como invidente es toda obstinada pasión - generada por el ansia de vivir, a cualquier costo, como sea y a como dé lugar.

Una escena cuasi sintomática de lo que vive - ¡parece mentira, en pleno siglo catorce! - una gran parte de la población cubana de hoy.

Es una verdadera pena que, en nuestro país, esta excelente, sencilla y creativa crónica sobre una mujer, tan guerrera, como esa isla, que tanto ella pregona “amar” y“defender” - pero de la que se quiere ir, en cuanto encuentre la primera oportunidad - no reciba la difusión que merece, como obra substancial para el estudio y/o o la comprensión, de una buena parte de nuestra genuina manera de ser, de sentir, de actuar, opinar y pensar.

Niccoló Bruna, es su director.

Y, según sus créditos finales, la gran mayoría de todo su equipo - en el que sólo se pueden apreciar, algunos apellidos castellanos* - es, enteramente, italiano. **

* Entre ellos, el de nuestra querida amiga, la cineasta cubana, Belkys Vega.

**Ver ficha técnica al final.

Nos sobrevienen, entonces - cual intempestivos, velados, penosos fantasmas - confusas dubitaciones, alrededor de las arduas discusiones sostenidas, durante largas y cansonas sesiones, entre cineastas del patio, sobre lo que debe ser considerado, o no, como CINE CUBANO.

Lo cual se acentúa, justo en estos momentos, en el que asistimos, sin lugar a dudas - por más pataletas, denuncias, huelgas, o cuerpos-cubiertos-enteros-por- heces-fecales, que se alcen para protestar - a la imposición de la censura artística, con la implantación, arbitraria, del nefasto Decreto- Ley 349, publicado en la Gaceta Oficial.

La mordaza se impone como regla, estatuto, precepto, arbitrio y mandamiento.

Cualquier acto de desacato artístico será cercenado, mutilado, vilipendiado y prohibido.

El arte será determinado por inspectores, asesores, funcionarios, burócratas y/o agentes del estado.

Militantes todos.

¿Para qué estudiar cuando es más rentable denunciar? Será festín de los mediocres. La Santa Inquisición Comunista a lo cubano.

“Eres libre, pero bajo mi mando. Y haciendo lo que, a mí - como cuadro - más me cuadre”

Puede existir todo el cine independiente que se quiera. Pero, sólo, si lo aprueba el ICAIC.

Que es el Ministerio de Cultura. Lo que es decir, el gobierno. O sea, el Partido.

Que, de tanto tiempo en el poder, con codicia de inmortal, ha trasmutado en inmoral.

Pareciera que el hambre real - y el de imperar - les ha hecho devorarse la T.

Sobre todo, de TOLERANCIA. Algo de lo que mucho adolecen y que - cada vez más, como ahora - pretenden erradicar, obligándonos a aceptar tan execrable e injusto canon.

Sabemos que es una condición requerida, el atribuirle, a cada filme, una nacionalidad - exigida, sobre todo, por las coproducciones - para que le sean otorgados fondos, financiamientos y ayudas, del otro país copartícipe.

Pero el peligro, en seguir al pie de la letra esa normativa - como todas las normas, a excepción de Norma Reina y otras chicas del montón - es caer en las trampas de un nacionalismo extremo, poco fértil, maniqueo y, por consiguiente, bastante reduccionista.

O, por el contrario - y ya se conocen, muy tristes, ejemplos - el apoyo adulón a proyectos - que, poco, o nada, aportan al intelecto y despliegan muy bajo vuelo.

Lo importante es que se haga cine. Sea como sea. Venga de donde venga.

Una propuesta cinematográfica que nos haga meditar - al mismo tiempo que nos entretenga - sobre nuestra idiosincrasia, nuestra vida y el mundo que nos rodea.

¿Cómo es que una obra como esta, realizada por un equipo de profesionales, no nacidos en nuestro país, recoge, tan certeramente, el sabor, el color, el calor, el dolor, la rabia, las alegrías, las ilusiones y las desesperanzas de miles de cubanos?

Lo mismo sucede, con otros paradigmáticos ejemplos, tales como BALSEROS, REGRESO A ITACA, ¿QUIÉN DIABLOS ES JULIETTE?, o CHICO y RITA, entre otros. Por no mencionar la importante obra, negada por la oficialidad, que aún emprenden, muchos, realizadores cubanos en el exilio.

Por otra parte, ¿qué es un cubano, si no una mezcla histórica de razas, colores, gestos, cuentos, chistes, penas, sentimientos y modos de existir?

¿Existe alguno que pueda denominarse, verdaderamente, típico, por muy reyoyo que sea?

¿Alguien puede catalogarse de ser el más cubano de los cubanos, para dictaminar, entonces, cómo coño, debemos ser los demás?

Y todo esto sale a colación, porque, curiosamente, casi toda la película, está filmada, frente a la que fue mi casa, durante más de veintiocho años. *

* Remitirse al artículo anterior, publicado en esta serie, con el título: Lo que ha acabado siendo.

Allí curtimos muchas de las anécdotas, que acompañan nuestra obra, en cine y teatro.

Especialmente recordamos, cómo, durante la realización de nuestro primer largometraje, NADA, pedimos permiso para filmar ahí, justo a la puerta de nuestra entrada.

Sólo queríamos documentar esa larga espera de una buena parte de la Patria que aguarda y se desespera.

Y nos fue negada la autorización. Nunca nos permitieron, siquiera, sacar una cámara.

Los cubanos no podemos hablar libremente de nuestros problemas en nuestras pantallas.

Cualquiera que venga de otra parte, rápido y furioso, recibirá no sólo un sustento estilo lame botas, sino, protección, cuidado y todas las autorizaciones oficiales necesarias, para erigir sus visiones foráneas.

La anagnórisis - o el viaje al descubrimiento consigo misma - de una infatigable mujer, en busca del visado norteamericano, para alcanzar a reunirse con su moribunda madre; trasciende lo anecdótico y se erige, por añadidura, en un análisis certero de la espiritualidad humana.

Parafraseando a Juan Formell - cuyos míticos estribillos superan, con creces, la popularidad de las consignas, auto tituladas “revolucionarias” - SE ACABÓ EL CREER.

FICHA TÉCNICA

PEQUEÑAS MENTIRAS PIADOSAS - THE TRAVEL AGENT (2015)

1 hora, 28 minutos. Drama documental

Producida por Paola Ciocca

Proggeto Cataclisma en coproducción con 15-L films y LA BOTEGGA DELL´ IMMAGINE babydocfilm

Productor ejecutivo: Adriá Lahuerta - Carlota Coloma.

Productores asociados: Enrico Bona - Andrea Prandstraller - Giorgio Mari.

Idea y guión: Niccoló Bruna - Enrico Bona - Andrea Prandstraller en colaboración con Adriá Lahuerta.

Cámara: Erik Delgado Ordoqui - Niccoló Bruna.

Montaje: Adriá Lahuerta - Enrico Giovannone.

Sonido: Pedro Pulido Brizuela

Banda sonora: PLUS (Minus & Plus)

Edición de sonido: Giorgio Ferrero - Rodolfo Mongitore (MYBOSSWAS)

Grading: Roberto Allegro - LA BOTEGGA DELL´ IMMAGINE

Diseño gráfico: Asis Percales

Con el apoyo de Piemonte Doc Film Found - Fondo regionale per il documentario - Regione Piemonte

Sinopsis: La Habana, Cuba, año 54 del embargo estadounidense. Después de ayudar a cientos de cubanos a viajar a los Estados Unidos, Lourdes, finalmente, tiene la oportunidad de obtener una visa para ver a su madre moribunda en Miami. Esperó toda una vida por este momento.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Juan Carlos Cremata Malberti

Director de cine y guionista cubano. Se graduó en 1986 de Teatrología y Dramaturgia, en el Instituto Superior de Arte (ISA) de La Habana, posteriormente cursó estudios en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños graduándose en 1990.


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