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Aleida March, exesposa del Che, habla de los fusilamientos en La Cabaña en 1959

Asegura que el Che no presenció los juicios ni los fusilamientos, pero admite que sí estuvo en el tribunal de apelaciones y recibió a familiares de los condenados que acudían a pedir clemencia. No se conoce ni un solo caso en que hubiera anulado una sentencia de muerte.

Aleida March, junto al Che, en los primeros días del Che en La Habana, en 1959. © Cubadebate / cheguevaralibros.com
Aleida March, junto al Che, en los primeros días del Che en La Habana, en 1959. Foto © Cubadebate / cheguevaralibros.com

Este artículo es de hace 4 años

La exesposa del Che Guevara, Aleida March de La Torre, asegura que en los fusilamientos de La Cabaña, en 1959, "no medió ni el ensañamiento ni la improvisación".

En su libro Evocación, del que Cubadebate ha publicado fragmentos, la madre de cuatro de los hijos de Ernesto Guevara, comparte una visión idílica de los primeros años de la Revolución en la fortaleza de La Cabaña que, en su opinión, lejos de ser un paredón de fusilamientos con juicios sin garantías legales, se convirtió en "una gran escuela formadora (de cuadros), donde se crearon pequeñas fábricas".

Aleida March reconoce que el tema de los fusilamientos en La Cabaña siempre ha sido "controversial", pero en su opinión, se ha tergiversado todo porque el Che "no asistió a ninguno de los juicios ni tampoco presenció los fusilamientos" aunque admite que "sí participó en algunas apelaciones y se entrevistó con algunos familiares que iban a pedir clemencia".

No se conoce ni un solo caso en el que el Che hubiera anulado una sentencia de muerte.

Él escuchaba a las familias, según Aleida March, "en correspondencia con nuestro actuar humanista y de respeto para con el enemigo, ante una decisión que, aunque justa, no dejaba de ser desagradable".

La exesposa del Che defiende además que los fusilamientos de La Cabaña fueron "un legítimo acto de justicia revolucionaria".

El historiador y biógrafo del Che Jon Lee Anderson asegura que Ernesto Guevara ordenó la ejecución sumaria de al menos 21 personas en la Sierra Maestra. De esos a una la habría ejecutado él mismo. Sus víctimas fueron campesinos acusados de colaborar con el Ejército de Fulgencio Batista como informantes, robar comida en los campamentos de los alzados o desertar del Ejército Rebelde.

El 3 de enero de 1959, Fidel Castro nombró a Che Guevara comandante de la fortaleza de La Cabaña, que entonces servía como prisión. Tenía capacidad para 300 internos, pero llegó a acoger a entre 800 y 1.000 reclusos.

No hay datos exactos de cuántos fusilamientos se llevaron a cabo en La Cabaña. El proyecto Archivo Cuba le adjudica 79 muertes ejecutadas por órdenes directas del Che. Estimaciones de la embajada de Estados Unidos en Cuba cifran el número de fusilamientos entre 200 y 700.

El 11 de diciembre de 1964, Ernesto Guevara reconoció en la ONU que en Cuba se estaba fusilando, pero negó que fueran asesinatos. "Fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario”.

Aleida March identifica además a Óscar Fernández Mell, Adolfo Rodríguez de La Vega y Antonio Núñez Jiménez como los ayudantes del Che en La Cabaña. Según dice, los "Tribunales Revolucionarios" estaban a cargo de una comisión depuradora e investigadora, presidida por el capitán del Ejército Rebelde y abogado, Miguel Ángel Duque de Estrada.

La Inteligencia Militar

La madre de 4 de los hijos del Che, habla además en su libro de los orígenes de la Inteligencia Militar en Cuba. Según cuenta, su fundador fue Arnaldo Rivero Alfonso y surgió "para actuar como una especie de control de la Policía sobre los soldados rebeldes".

Sobre su relación con Fidel Castro, Aleida March cuenta el impacto que le producía tenerlo delante: "Fidel ha tenido siempre el don de volverme muda", además dice que siempre le ha estado muy agradecida porque de no ser por él ella nunca habría conocido al Che.

"Campesinos en La Habana"

La exesposa del Che cuenta cómo vivió los primeros años a su llegada a La Habana. Dice que cuando salía a la calle se paraba al ver una luz, creyendo que era un semáforo y luego se daba cuenta de que era una farmacia. "Éramos unos campesinos en La Habana".

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