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Huida de Evo Morales y la cúpula militar: Lecciones para Cuba

Aún cuando los militares sean mimados, no dudarán en arrojar a los políticos a los pies de la población que, en el caso cubano, comienza a mostrar su descontento con el gobierno.

Evo Morales con militares cubanos. © Embajada de Bolivia en Cuba
Evo Morales con militares cubanos. Foto © Embajada de Bolivia en Cuba

Este artículo es de hace 4 años

La principal lección que deja la huida de Evo Morales para Miguel Díaz-Canel Bermúdez y su guara es el peligro que representa compartir el poder con una cúpula militar que, aún cuando sea mimada con pingües negocios y canonjías, no dudará en dejarlo caer y en abrirle la puerta del infierno, cuando la rabia de la población amenace a la casta verde oliva.

Para los empobrecidos cubanos, dolarizados a la fuerza y excluidos mayoritariamente, la valentía cívica de los bolivianos constituye una demostración del poder de los sin poder, como acaba de ocurrir a las puertas de Zoonosis en La Habana, en defensa de los perros callejeros recogidos y que iban a ser sacrificados para adecentar la capital de cara a la visita de los Reyes de España y el 500 cumpleaños de la ciudad.

Fidel Castro se desentendió de la población en la crisis económica de los años 90 y su hermano Raúl aprovechó la enfermedad del comandante en jefe para ocupar todo el poder con sus subordinados, que han sido apartados recientemente de los Consejos de Estado y de Ministros; pero conservan el control del hegemónico partido comunista y de la economía dolarizada, mediante supraestatal GAESA.

La cúpula militar cubana disfruta de bonanza económica, en medio de la pobreza de la mayoría de los cubanos y -gradualmente- ha ido descubriendo las virtudes de los negocios monopólicos y las ventajas del capitalismo de estado; manteniéndose a salvo del descontento popular que critica al presidente, al vicepresidente primero y a sus ministros, pero no a los militares empresarios.

Recientemente, el economista Pedro Monreal tildó de riesgosa las inversiones en más habitaciones hoteleras, cuando apenas hay turistas; pero Luis Alberto Rodríguez López-Calleja y su equipo simulan no enterarse de que el aviso los alude directamente por su programa de construcción de hoteles, que ha sido apoyado por Raúl Castro y Díaz-Canel con su presencia en la inauguración de un hotel de lujo en La Habana.

Los militares bolivianos, que fueron mimados por Evo Morales, con negocios muy rentables y concediéndoles el privilegio exclusivo de la jubilación con el 100% de sus salarios, llegaron hasta proclamar que estaban al “servicio del cambio”, en alusión al gobierno más estable de la reciente historia de Bolivia, pero mutatis mutandi, enseñaron la puerta de salida al protagonista del cambio y administraron los tiempos de la huida con paciencia asiática y picardía indígena.

La cúpula castrense frustró la maniobra de repliegue de Evo Morales al Chapare, cuando descubrió que el mandatario había renunciado verbalmente, pero no por escrito, como establece la ley, dirigido al parlamento, donde el Movimiento al Socialismo (MAS) aún conserva la mayoría. Son los mismos militares que habían consentido el traslado de bolivianos partidarios del huido presidente hacia zonas del país, donde los socialistas indígenas obtenían peores resultados electorales.

Morales Ayma derrotó a Evo, cuando ordenó al tribunal electoral revertir los resultados del referéndum sobre su permanencia en el poder, cuando ordenó paralizar el recuento de votos durante 19 horas para cometer el pucherazo denunciado por la auditoría de la OEA y cuando intentó enfrentar a unos bolivianos con otros. Eso lo saben en La Habana hasta los niños de Primaria, por mucho que los medios pagados por el castrismo y sus exégetas internáuticos insistan en la teoría golpista.

El refugio de Evo Morales en México ayuda a López Obrador a tapar crisis internas como su sometimiento a Donald Trump, para quien trabaja como policía migratorio, y la violencia que sigue siendo plaga en el narcoestado en que se ha convertido la nación azteca.

Pasado un tiempo, podrá hacerse balance de las luces y sombras de Evo Morales; ahora hay que fijarse en el oportunismo de la cúpula militar que trazó una estrategia de 19 días y 500 noches para desembarazarse de un benefactor mimoso, pero que se había vuelto incómodo para todos, por su apego al poder tramposo.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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