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El castrismo sigue sin respuestas

El régimen cubano ha decidido huir hacia delante sin aceptar que el final del modelo ha llegado y que es inviable.

Cola en Banco Metropolitano © CiberCuba
Cola en Banco Metropolitano Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Ya se sabía que iba a ocurrir. Ríos de tinta van a correr en los medios oficiales castristas para enaltecer el artículo escrito por Díaz-Canel en colaboración con otro autor, sobre un aspecto tan importante en este momento como “Gestión gubernamental y ciencia cubana en el enfrentamiento a la COVID19”. El presidente de Cuba, como si no estuviera suficientemente ocupado con las tareas del cargo, tiene tiempo para escribir. No está nada mal y no se le puede criticar por ello. De hecho, esta es de las pocas actividades que las incompatibilidades de los funcionarios son permitidas para aquellos que tienen una mayor capacidad de trabajo.

Del artículo ya han surgido valoraciones. Vendrán más. Una reciente es la de dos autores Sánchez Serra y Moreno Gimeranez, publicada en Granma, con el título “El neoliberalismo sin respuesta” que utiliza como referencia el referido trabajo “académico” de Díaz-Canel. Y ya sabemos para qué.

Los autores, coincidiendo con Díaz-Canel, señalan que el nuevo coronavirus ha despertado numerosas interrogantes en el mundo científico, al tiempo que “ha cuestionado los dogmas de la política neoliberal aplicada en varios países”. Estos dogmas se identifican como “estado mínimo, mercado como panacea, desregulación, desnacionalización, privatización, achicamiento del sector público, destrucción de los bienes comunes y políticas públicas fragilizadas”.

Dogmas que, por otra parte, son complicados de encontrar en este momento en algún país del mundo, pero da igual. Los críticos del neoliberalismo disfrutan de atacar a estos espantapájaros que construyen para disfrutar con sus zarandeos al modelo.

Yo creo que resulta más conveniente recurrir a un país neoliberal concreto. Y para ello, ¿qué mejor que echar una vista al imperio, al gran enemigo que se ha construido la revolución castrista durante 61 años? ¿Qué tal si a los críticos del neoliberalismo les ponemos como espantajo a Estados Unidos con relación a la actual crisis de la COVID19? Yo no tengo el menor inconveniente. Ellos se encontrarán con algunas sorpresas y muchas respuestas a sus preguntas.

Puedo citar un trabajo publicado en el diario Cinco Días, y cuyo autor es Alexandre Muns, analista de economía internacional y profesor de EAE Business School en España. Su artículo versa precisamente sobre la extraordinaria recuperación en V que experimenta la economía de Estados Unidos, superando todas las previsiones y mostrando un dinamismo y capacidad para dejar atrás lo peor de la crisis, que no se observa en otros países.

De modo que en la cuna del neoliberalismo, las “presuntas nefastas consecuencias sociales para la humanidad” que denuncian los críticos del sistema se diluyen con más rapidez que en el resto del mundo.

Y cito algunos datos de esas nefastas consecuencias del neoliberalismo. En Estados Unidos, cuando algunos ministros advertían que el paro rebasaría el 30% por la crisis, resulta que llegó la sorpresa cuando la tasa de desempleo, que antes del COVID19 era del 3,5%, disminuyó del 14,7% en abril al 13,3% en mayo. Dicho de otro modo, mientras que otros países se preparan para saber cómo salir del atolladero, en Estados Unidos se crearon 2,5 millones de empleos y el número de parados descendió en 2,1 millones.

Aumentó la ocupación en el turismo, hostelería, construcción, sanidad y venta al por menor. Y aquí viene lo mejor. Este resultado positivo se puede atribuir en gran parte al Paycheck Protection Program (PPP), un componente del paquete de estímulo de 2,3 billones de dólares pactado entre la Casa Blanca y el Congreso en marzo. Una medida muy neoliberal, desde luego. Un escenario que no pueden entender los críticos del sistema, entre ellos Díaz-Canel, que siguen imaginando ese mundo agresivo y sin alma que tanto les gusta recrear.

Pues no. En Estados Unidos, el dinero del contribuyente ha servido para conceder a finales de mayo 4,4 millones de préstamos a pymes por valor de 510 234 millones de dólares que les facilitan capacidades para remontar la crisis. El 44% de dichos préstamos, que son a fondo perdido si se retiene a la plantilla, todo ello muy neoliberal, se concedieron a empresas con activos inferiores a 10 000 millones de dólares, con un interés de solo un 1% (nada especulativo, todo lo contrario) y, además, sin necesidad de avales y una tramitación sencilla y rápida. Y lo más importante, deben destinarse a cubrir el pago de nóminas, alquiler, hipotecas o intereses sobre deuda. En tales condiciones, el 80% de las pymes estadounidenses han retomado su actividad y las ventas asimismo crecen. Sin duda, el neoliberalismo en estado puro.

Lo mejor de todo es que, a la vista de estos resultados, se ha producido un creciente consenso político y empresarial sobre la necesidad de mantener e incluso incrementar los estímulos fiscales y monetarios emprendidos en Estados Unidos, con unas condiciones favorables, porque antes de la COVID19 la proporción de deuda pública sobre el PIB era del 80%, y existía campo para la expansión fiscal. Además, como la Fed mantendrá los tipos de interés cerca del 0% hasta 2022, el coste de financiar la deuda será muy bajo. Sin duda, todo muy neoliberal.

Estas políticas económicas que permiten a Estados Unidos superar la crisis con rapidez se ven estimuladas por la posición del dólar, que se refuerza como principal divisa mundial. Como consecuencia de ello, Estados Unidos paga solo el 0,74% para colocar su bono a diez años, 134 puntos básicos menos que hace un año. La cuantía del estímulo aprobado en Estados Unidos, muy acorde con las políticas neoliberales que cuestionan Díaz-Canel y seguidores, equivale al 11% del PIB, más del doble de la acordada por Francia (5%), Alemania (4,9%) e Italia (4,6%).

Por este motivo, ya se anuncia que Trump y el Congreso pactarán un cuarto paquete de estímulo este verano con apoyo de los Demócratas y la mayoría Republicana del Senado. Los “neoliberales” llegarán a un acuerdo, porque los estados no pueden, según la ley, registrar déficits y no cuentan con suficientes fondos para pagar a los maestros, policías y personal sanitario debido al desplome de su recaudación tributaria. Al mismo tiempo, se plantean reducciones de impuestos para el sector turístico, deportivo, hostelería y espectáculos.

Con esas medidas, el consumo privado, que genera dos terceras partes del PIB de Estados Unidos, vuelve de nuevo a crecer con fuerza, tirando más aún del empleo, que es la mejor medicina contra la crisis. Y ello, teniendo en cuenta que Estados Unidos carece de un estado del bienestar y prestaciones sanitarias y por desempleo equiparables a las de muchos países desarrollados (una crítica de Díaz-Canel y seguidores a su modelo neoliberal) pero que actúan como un punto fuerte que en momentos como los actuales, lleva a los trabajadores a la aceptación de los empleos ofertados.

En este infierno “neoliberal”, la inflación está contenida, sin necesidad de precios “topados” como en Cuba, sino que las tensiones en los precios de los hidrocarburos, por ejemplo, se corrigen con políticas de liberalización de la oferta. No hay desabastecimiento en los mercados y la gente sigue ahorrando y pidiendo prestado y pagando sus facturas. De modo que la suerte está echada, y la oficina presupuestaria del Congreso de Estados Unidos pronostica un repunte del PIB a ritmo anual del 20% en el tercer trimestre. Nada así se observa en el resto del mundo.

Mientras tanto, los críticos del neoliberalismo, como Díaz-Canel y seguidores, siguen poniendo a Cuba como el ejemplo a seguir, criticando que “la pandemia aumente los acuciantes problemas de un planeta plagado de profundas desigualdades, en el que 600 millones de personas viven en extrema pobreza y donde casi la mitad de la población no tiene acceso a servicios básicos de salud, en cuya gestión se impone el mercado por encima del noble propósito de salvar vidas”. Completamente ajenos a la realidad en la que se encuentran, donde la pobreza y las desigualdades se ensañan con amplios sectores de la población, lo único que saben hacer es enrocarse en posiciones con las que resulta, ciertamente difícil, llegar a algún acuerdo. Y lo peor es que no tienen razón, pero no aceptan su equivocación.

Estas críticas trasnochadas a la ideología neoliberal en el contexto de la pandemia, son un ejemplo de que el régimen cubano ha decidido huir hacia delante sin aceptar que el final del modelo ha llegado y que es inviable. Atacando a otros, de forma torticera, quieren justificar lo que ya no tiene futuro ni justificación. Curiosamente, aunque les cueste creerlo, el neoliberalismo tiene respuestas concretas para todos los problemas. El castrismo, no.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Elías Amor

Economista, Miembro del Consejo del Centro España-Cuba Félix


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