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Luis Gustavo González: "Mi inclinación por el deporte se vio satisfecha en la propia práctica profesional"

Entrevista a Luis Gustavo González Carballido: Presidente de la Sección de Psicología del Deporte de la Sociedad  Cubana de Psicología.

Luis Gustavo González Carballido © Collage CiberCuba: Bohemia-Anary Lorenzo y Jit-Calixto N. Llanes
Luis Gustavo González Carballido Foto © Collage CiberCuba: Bohemia-Anary Lorenzo y Jit-Calixto N. Llanes

Este artículo es de hace 3 años

El universo deportivo ha reconocido desde hace varias décadas el importante papel que desempeña la conocida “triada médica”. Entrenadores, técnicos y deportistas avalan tal aseveración. La triada la integran el médico, el fisioterapeuta y el psicólogo, quienes junto a los preparadores encauzan el entrenamiento para que el atleta no sólo rinda en competencias sino sea un ser humano pleno, útil, incluso tras su retiro del deporte activo.

En este caso voy a conversar con el hombre que dirigió hasta hace muy poco la Subdirección de Psicología en el Instituto de Medicina Deportiva de Cuba, el doctor Luis Gustavo González Carballido.

Nací en agosto de 1952 en La Habana. Estudié hasta el segundo grado en una Escuela Jesuita de La Habana y después de 1959 en escuelas primaria, secundaria y pre de Marianao hasta concluir mis estudios en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.

Siempre me apasionó el mundo subjetivo. Cuando era adolescente quise estudiar Psiquiatría pero, al llegar a mis manos una publicación ligera de la Universidad de La Habana con una descripción general de las carreras que se ofertaban, conocí la disponibilidad de una específica de Psicología y mi vocación quedó definitivamente establecida.

Me gradué de psicólogo clínico y aspiraba a trabajar en un hospital cuando alguien me informó que el Ministerio del Trabajo me había ubicado en el INDER para realizar mi servicio social. Era algo que no esperaba, pero no me disgustó. Por el contrario, me resultó excitante porque la actividad deportiva me era familiar, ya que practiqué esgrima: llegué a competir en unos Juegos Caribe con muy buenos rendimientos.

Pienso que quizás hayamos perdido un valioso espadachín pero les puedo asegurar que el deporte en sentido general ganó un magnífico psicólogo, muy respetado entre los atletas. Y es que dialogar con Luis Gustavo te sumerge en ese mar calmado, sin olas, en pleno atardecer. Escucharlo, no les miento, te baja la presión si eres hipertenso; te lleva de la mano por un sendero de paz, te armoniza tu estado de ánimo y créanme, lo digo por experiencia propia.

Me decido entonces a preguntar a este hombre maduro, con interesantes canas, mirada profunda, voz enternecedora y a la vez, potente; si a estas alturas no se arrepiente de haber abandonado la esgrima por la psicología.

La vida me permitió, casi de inmediato, conciliar los dos intereses, por eso no puedo responder afirmativamente a la pregunta de si soy un deportista frustrado pues mi inclinación por el deporte se vio satisfecha en la propia práctica profesional.

Al comenzar este trabajo mencioné la importancia de la triada médica. ¿Qué opinión le merece a nuestro entrevistado este grupo en el desarrollo del deporte en cualquier país?

Mira, en nuestro caso los deportistas y entrenadores disfrutan de una asesoría científica integral. Esas triadas de Medicina Deportiva, compuestas por médicos, psicólogos y fisioterapeutas, se especializan en la actividad deportiva específica. En Cuba no son contratados directamente por las federaciones, como ocurre en otras latitudes, sino pertenecen al INDER.

Esa relativa independencia de la triada permite ofrecer una atención planificada y similar a la mayoría de los deportes, y elimina las diferencias de atención que en otras naciones se producen en función del poder financiero que cada modalidad posea.

En mi andar de casi cuatro décadas por los centros de entrenamiento en Cuba he podido constatar lo trascendental que resulta que, ya sea en deportes colectivos como individuales, los atletas cuenten con el asesoramiento de un psicólogo. Tener alguien en quien confiar y que siempre los conduzca por el buen camino.

Precisamente dentro de esa triada el psicólogo se ocupa de la subjetividad de los deportistas, tanto de sus niveles de satisfacción como del control de la repercusión subjetiva de las cargas de entrenamiento, de las expectativas de desempeño competitivo; de las relaciones interpersonales y de muchos procesos psíquicos que mediatizan el rendimiento deportivo, unas veces dificultándolo y otras favoreciéndolo.

Cuando un psicólogo logra realizar bien su labor se convierte en un agente insustituible para conseguir la expresión del potencial físico, técnico y táctico adquirido durante el proceso de preparación.

En el caso de Cuba, la figura del psicólogo ha calado tanto en la consciencia de especialistas, entrenadores y atletas, que forma parte indisoluble del escenario deportivo. Han logrado en cada nivel, independientemente de disciplinas deportivas o estadíos municipal, provincial o nacional, asumir el reto de lograr para todos una cobertura estable.

Cuando un psicólogo se jubila o se marcha del sistema de Medicina Deportiva provoca reacciones dentro de los colectivos técnicos, quienes demandan inmediatamente otro en su lugar. Ya no se concibe una preparación sin un psicólogo, algo que no pasaba lustros atrás.

Ninguna de nuestras modalidades deportivas se conforma con un ¨psicólogo de consulta”, lo quieren a tiempo completo haciendo preparación psicológica, lo que significa, al decir de los mejores especialistas del mundo, un proceso psicológico y pedagógico a la vez.

Comparto al cien por ciento esta aseveración del profesor Luis Gustavo. Por mi trabajo he tenido la oportunidad de contactar con deportistas, entrenadores y psicólogos de otras naciones y he comprobado que el trabajo, sin menospreciar en modo alguno a los demás, no es igual al nuestro.

No aprecio la misma empatía, la misma unión, el mismo desenfado en la relación atleta-psicólogo. Puede ser que en eso influya el propio carácter del cubano.

Estamos preparados para estudiar el perfil de estados anímicos de los deportistas en diferentes momentos de la preparación, para tomar frecuencia cardiaca a ritmos elevadísimos de doscientas treinta pulsaciones por minuto, diagnosticar con clara precisión el grado de agotamiento del sistema nervioso central luego de determinada carga de trabajo; identificar signos claros de sobre entrenamiento, o reconocer un distrés emocional y contribuir a su superación. Con tales prestaciones ¿cómo creer que un entrenador responsable quiera prescindir de nuestro servicio?

Pero no sólo esto. Los psicólogos deportivos cubanos aportan criterios para el mejoramiento de las condiciones de vida de los deportistas, incluso para la toma de decisiones en relación con las contrataciones que actualmente se realizan por parte de instituciones y clubes extranjeros.

Desde la fundación del viejo departamento de Psicología del Instituto de Medicina Deportiva en 1972, los atletas cubanos cuentan con ese personal científico y cercano. El trabajo del psicólogo es básico en el día a día ¿qué me dices de las competencias, cuando ya es el 'sí' o el 'no' de lo hecho en entrenamientos y topes previos?

¿Qué decirte? El psicólogo representa un claro vector de rendimiento. Cuando asistimos a esas citas lo hacemos con fichas científicas contentivas de datos de la personalidad del deportista, del pre arranque que suelen experimentar y de los medios para superarlo, de cualidades de la motivación que determinan las condiciones en que rinden mejor o peor, de variables ambientales que habría que favorecer para evitar fracasos innecesarios, de recomendaciones psicopedagógicas para lograr la mejor expresión del potencial deportivo.

Luis Gustavo ha tenido el privilegio de atender a muchos de los mejores deportistas cubanos durante la friolera de 40 años; período en el que al decir de él mismo “he aprendido tanto de ellos que me siento en condiciones de contribuir al más acelerado desarrollo de mis colegas jóvenes”.

He visto muchas veces a nuestro entrevistado de hoy atender a sus muchachos como uno más de la comitiva. Compartir, compenetrarse, sumarse a las alegrías y a las tristezas. Lo recuerdo en el Campeonato Mundial de Atletismo de Atenas 97, cuando Cuba ganó cuatro medallas de oro: Javier Sotomayor, Ana Fidelia Quirot, Iván Pedroso y Joelvis Quesada; quinto lugar por países. Y junto a ellos siempre Luis Gustavo, con su sereno hacer, su mirada franca, su inteligente aporte. Quizás, ¿por qué no? Otra presea dorada de aquella delegación.

Quiero mencionar el caso de Ana Fidelia Quirot. Apenas cuatro años antes, esta maravillosa corredora sufrió un accidente que puso en grave riesgo su vida. Sólo el esfuerzo y la sabiduría de los médicos del piso veintidós del Hospital Hermanos Ameijeiras pudieron salvarla, pero luego sobrevino una compleja etapa de rehabilitación y puesta en forma, que demandó de ella un nivel de motivación y entereza singulares.

Con anterioridad, en Gotemburgo/95, aún con limitaciones de movimientos derivadas de las quemaduras sufridas dos años antes, decidió competir y ¡ganó!, pero en Atenas debió enfrentar a la mozambicana María de Lourdes Mutola, lo que constituyó una prueba aún más difícil.

Por supuesto que estaba estresada. La visité en su habitación y realicé con ella una sesión de relajación inducida, gracias a la cual logró un sueño ligero y me marché en silencio, pero alrededor de una hora después despertó y volvió a llamarme.

Una nueva intervención, esta vez de tipo cognitiva, terminó por colocarla definitivamente en los brazos de Morfeo y despertó ya avanzada la mañana. Aquellas acciones le facilitaron un conveniente descanso y crearon condiciones para que su fuerza, técnica, rapidez y voluntad la condujeran a aquella histórica victoria. Posteriormente, ya en las gradas, me transmitió de manera muy afectuosa su agradecimiento.

En reiteradas ocasiones la Tormenta del Caribe, agradecida a aquellos que tanto la ayudaron en su regreso a las pistas, me ha hablado de los psicólogos deportivos, muy en especial de Eloy y Luis Gustavo.

¿Otra contribución? Te puedo mencionar la divulgada recientemente por Javier Sotomayor frente a varios millones de cubanos por la TVC, cuando reveló que con su psicólogo había realizado series de saltos mentales perfectos y eso le valió de mucho en su regreso a los entrenamientos tras su alejamiento de ocho meses por su lesión antes de las Olimpiadas de Atlanta.

El Soto dijo: “cuando me reincorporé después de realizar saltos mentales perfectos, me parecía que nunca había estado parado, sin entrenar …”

Se trata de testimonios que no dejan mentir acerca de la utilidad de la labor de la preparación psicológica. Existe literatura científica cubana a la que el lector puede acudir para comprender la esencia de esa labor que en Cuba se realiza.

Varias de esas obras están escritas con un lenguaje comprensible, como las que proceden de las plumas de los colegas García Ucha, Cañizares, Vidaurreta, Fuentes y Sánchez, entre otras.

Pero me gustaría –ya que has tenido la amabilidad de entrevistarme- recomendar una de las mías: “Iván Pedroso. La talla del talento”, que produje con la coautoría del entrenador de ese brillante atleta, el Lic. Milán Matos, ya fallecido.

También escribí “La respuesta emocional del deportista: una visión científica del comportamiento ante el reto competitivo” y “Estrés y deporte de alto rendimiento.”

¿Quién es Luis Gustavo, el profe de psicología deportiva?

Desde hace 43 años trabajo en el Instituto de Medicina Deportiva como psicólogo. Soy Doctor en Ciencias Psicológicas, Investigador Titular, Profesor Titular, Presidente de la Sección de Psicología del Deporte de la Sociedad Cubana de Psicología y durante diez años 2008–2018 fui Subdirector de Psicología en el IMD.

Además de conocer y estudiar a grandes deportistas cubanos, desde Juantorena hasta Yandro Quintana o Roberto Castrillo, he tenido oportunidad de compartir espacios con figuras de la talla de Jonathan Edwards, Carl Lewis, Mike Powell, “El pato” Johnson; Maurice Greene, el boxeador “Finito” López.

Ha sido un privilegio que me ha permitido comprender aspectos importantes de la personalidad de los grandes deportistas, lo que ha dejado un saldo muy positivo en mi vida.

Desde hace varios años formo parte de la junta directiva de la Sociedad Iberoamericana de Psicología del deporte, cargo para el que fui recientemente reelecto.

También integro el claustro del Máster y del Doctorado Iberoamericano de Psicología del deporte, que se imparten con el apoyo de la Universidad Liberquaré amén de miembro del comité académico de las maestrías del Centro de Estudios de Psicología de nuestra Universidad del Deporte y el Instituto de Medina Deportiva.

Esto sin contar su colaboración con centros de altos estudios de otras naciones como las Universidades de México y España, especialmente de Sevilla y la Iberoamericana de Madrid.

Me complace mucho decir que a pesar de jubilaciones, cambios hacia otros sectores y partidas de colegas que dejaron un vacío laboral innegable, en estos momentos contamos con psicólogos calificados: personas maduras y jóvenes talentosos y, sobre todo, con una enorme voluntad colectiva de preservar lo logrado y continuar el avance de la Psicología deportiva cubana.

Estamos muy cerca de presentar al Ministerio de Educación Superior el programa de la especialidad Control psicológico en la actividad física y deportiva, que permitirá capacitar tanto a los jóvenes colegas del Instituto como a los que laboran en los Centros Provinciales de Medicina deportiva y en otras instituciones del sistema deportivo cubano que deseen superarse.

Ver a Luis Gustavo y conocer la fe, la confianza, el optimismo es lo mismo; por lo que no concibo verlo alejado de la profesión a la que le ha dedicado su vida.

Después de mi jubilación, me contraté en el propio Instituto de Medicina Deportiva, mi cuna profesional y único centro laboral de toda mi vida, como investigador titular.

También laboro como profesor titular, asesoro a los psicólogos de nuestra Subdirección y tengo una consulta los martes para la población. La Psicología deportiva cubana supo vencer los fuertes retos objetivos y subjetivos a los que se enfrentó y cuenta hoy con recursos humanos y apoyos suficientes para continuar su tributo al deporte nacional e internacional.

No creo que muchos puedan tener en el mundo tan tremendo palmarés y como de psicología hablamos… ¿eres feliz?

Creo que para lograrla se impone el abandono de posturas o pretensiones excesivamente románticas, sin renunciar a objetivos ambiciosos, pero que sean verdaderamente alcanzables. En mi opinión, la persona feliz tiene los pies bien puestos sobre la tierra.

Para ser feliz, lo primero que hay que hacer es tener una correcta autovaloración, para apreciar con justeza nuestras propias virtudes y defectos, y en qué medida los poseemos. Sólo así se podrán adecuar los niveles de aspiración.

Hay que cultivar determinada dosis de altruismo. Las personas egoístas se conocen: envejecen más rápido y se enferman más porque se deteriora su sistema inmunológico. Cuando eres dominado por la envidia o por sentimientos malsanos, la hormona cortisol -producida por el sistema pituitario adrenocortical- aparece en exceso en nuestra sangre, afectando así la salud personal.

Tengo una familia, sin la cual no concibo mi vida. Mi mamá, Esther; mi esposa, Patricia, 44 años de matrimonio; una hija, Aimée; dos nietos, Adrián 12 y Diana de 8 años de edad, me brindan los momentos más bellos de cada día; tengo grandes amigos, colegas y disfruto mi profesión. Me preguntas si soy feliz ¿necesito responder?

¡Sin palabras!... ¿Verdad que es un honor conocer a un ser humano como este?

Dr. C. Luis Gustavo González Carballido: Investigador Titular, Profesor Titular y Presidente de la Sección de Psicología del Deporte de la Sociedad Cubana de Psicología. Instituto de Medicina del Deporte en Cuba.

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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos


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Julita Osendi

Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana 1977. Periodista, comentarista deportiva, locutora y realizadora de más de 80 documentales y reportajes especiales. Entre mis coberturas periodísticas más relevantes se hallan 6 Juegos Olímpicos, 6 Campeonatos Mundiales de Atletismo, 3 Clásicos

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