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Joe Biden es electo como el presidente 46 de Estados Unidos

Su victoria pronostica un posible alivio para las tensiones bilaterales entre Washington y La Habana, y para el catálogo de sanciones impuestas a Cuba.


Este artículo es de hace 3 años

El candidato demócrata Joe Biden, una de las figuras de mayor perseverancia y antigüedad en la política de Estados Unidos, se convirtió en el presidente 46 de la nación americana en una elección histórica para el destino de sus compatriotas y para el mundo.

El otorgamiento de la victoria electoral se decidió poco antes del mediodía de este sábado al anunciarse los resultados en el estado de Pensilvania, que le concedió a Biden 20 votos electorales, para superar los 270 necesarios y agenciarse así la presidencia del país.

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Aunque no hay una certificación de las autoridades electorales de Pensilvania, todos los medios de comunicación estadounidenses lo dieron como una proyección firme del ganador. Minutos después de su proclamación, el demócrata ganó el estado de Nevada, con el 49.9% de los votos emitidos.

Con el 95% de las boletas contadas en Pensilvania, el candidato demócrata tiene una ventaja irreversible de 34 mil votos (49.6%) sobre el titular republicano Donald Trump (49.1%).

Biden suma hasta el momento 279 votos electorales y Trump tiene 214 votos electorales, por lo que no podría alcanzar ya al contendiente demócrata.

El momento marca también la historia de Estados Unidos, con la primera mujer electa como vicepresidenta: la senadora Kamala Harris, de 56 años.

Respaldado por más de 74 millones de votantes, el mayor apoyo popular recibido por un candidato a la Casa Blanca, Biden destronó al titular republicano en la más encarnizada y divisiva de las contiendas electorales que recuerde la sociedad estadounidense en la era moderna.

El anuncio de los resultados electorales se retrasó por cuatro días, tras un prolongado y tenso conteo de votos en cinco estados clave, que mantuvieron en vilo a la nación en medio de agresivas gestiones legales y numerosas demandas de la campaña de Trump para revertir su inminente derrota.

En varias ocasiones antes de conocerse el ganador, Trump insistió en que los demócratas han cometido "fraude electoral" en el conteo de votos por correo y aseguró que podían robarse la elección. Sus declaraciones causaron incluso preocupación entre figuras del Partido Republicano que han apostado por que cada voto sea contado.

Incluso, casi simultáneamente al anuncio y la explosión nacional en las calles de los seguidores demócratas, la campaña republicana volvió a denunciar fraude e irregularidades en el proceso electoral.

El asesor legal de Trump, Rudy Giuliani, ya adelantó que el mandatario no concederá su derrota y procederá en su batalla legal ante los tribunales. El discurso de concesión ante el rival ganador es una tradición histórica en el proceso electoral de Estados Unidos.

En una conferencia de prensa casi simultánea con el anuncio de la proyección electoral a favor de Biden, Giuliani afirmó que la campaña de Trump planea presentar el próximo lunes varias demandas federales alegando “privación del derecho a inspeccionar las boletas" en los precintos, y cuestionó la “máquinaria demócrata en Filadelfia” de alterar el conteo".

Aún pendientes de resultados están Carolina del Norte, Arizona y Georgia, estados donde el resultado oficial y recuento de votos pudiera extenderse hasta la semana próxima. En Arizona, Biden va delante con sólida ventaja y ganó apretadamente Georgia, que está bajo un recuento automático, mientras que Trump debe ganar Carolina del Norte.

Se abre un horizonte de cambios inevitables en la vida política, la sociedad y las relaciones internacionales de Estados Unidos, y también un posible alivio para las tensiones bilaterales y para el catálogo de sanciones que la administración Trump impuso a Cuba.

Biden recibió la noticia de su triunfo en Wilmington, Delaware, el estado donde transcurrió parte de su infancia y comenzó su carrera política en el ya lejano 1970. Su primera reacción fue a través de Twitter, declarándose "honrado de que me hayan elegido para dirigir nuestro gran país".

"El trabajo que tenemos por delante será arduo, pero les prometo lo siguiente: Seré un presidente para todos los estadounidenses, ya sea que votaran por mí o no. Mantendré la fe que han depositado en mí", escribió Biden, quien la noche de este sábado prevé dirigir un discurso a la nación.

La victoria de Biden se definió tras ganar en Pensilvania, Michigan (16) y Wisconsin (10), tres estados clave que cuatro años atrás le dieron el triunfo a Trump frente a su entonces rival Hillary Clinton.

Trump repitió su predominio en estados decisivos como Florida (29 votos electorales), Texas (38), Ohio (18) y Iowa (6), pero no pudo repetir su hazaña de 2016, cuando sorpresivamente se agenció territorios de tradición demócrata para ganar la presidencia.

Esta vez las encuestas se acercaron más al comportamiento de los votantes -con un margen de error previsto- y Biden se alzó contra la pujante maquinaria de la campaña republicana y los augurios de Trump de que pulverizaría a su rival en las urnas.

Su vuelta al poder ejecutivo de la nación tras desempeñarse ocho años como vicepresidente de Barack Obama (2008-2016) es también la historia de un sorprendente renacimiento en la carrera por la nominación como candidato del Partido Demócrata, luego de quedar rezagado en las primeras rondas primarias de comienzos de año.

"La victoria de Joe Biden ofrece la oportunidad de iniciar un reencuentro hacia la reconciliación entre todos los norteamericanos trayendo de vuelta un clima de mayor tolerancia, armonía y respeto entre la ciudadanía, además de una merecida, aunque ya demorada tranquilidad nacional", dijo a CiberCuba el profesor Gustavo Marín, analista demócrata.

Marín considera que Biden tendrá entre sus objetivos prioritarios "orientar la maquinaria del gobierno de Estados Unidos hacia la confección y aplicación de un plan estratégico nacional para combatir la pandemia".

"En la arena internacional y bajo su liderazgo, Biden deberá encaminarse hacia renovar las alianzas y pactos internacionales hoy desechados por Trump", agregó.

El analista republicano Andrés Alburquerque opina que la llegada de Biden a la Casa Blanca no será más que oxigenar el status quo y prolongar la agonía del régimen cubano.

"Siempre he dicho que la derrota de la 'Junta de La Habana' está en nuestras manos y en nuestra habilidad para unirnos e ir adelante, pero la postura de la administración estadounidense influye de manera determinante", aseguró.

Con dos intentos fallidos anteriores por convertirse en presidente de Estados Unidos, en 1988 y 2008, nadie parecía apostar por la tercera candidatura de Biden hasta la resurrección política que protagonizó en las primarias del Súper Martes, a la altura del pasado marzo.

El ex vicepresidente emergió como el gran triunfador del Súper Martes y se puso al frente de la carrera por la nominación demócrata, desplazando a sus rivales aventajados desde la arrancada: el senador Bernie Sanders y el joven político Pete Buttigieg.

Fue un segundo y definitivo aire para el veterano político, que no solo consiguió -al decir de varios analistas- la mayor recuperación de una campaña política en la historia contemporánea de Estados Unidos, sino que también lo posicionó como el candidato a enfrentar a Trump.

En junio ya había remontado el umbral de 1,991 delegados, necesario para asegurar la nominación del Partido Demócrata.

Este 3 de noviembre, Biden contó con el claro respaldo del voto de los hispanos (68%), la principal minoría de la nación, los afroamericanos, las mujeres y los jóvenes. Trump tuvo el apoyo del electorado blanco anglosajón, los sectores rurales y los grupos religiosos conservadores, pero no fue suficiente esta vez para rebasar el empuje de su rival.

Biden asumirá la presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero y lo hará con 78 años, tras celebrar cumpleaños en un par de semanas. Será el mandatario de mayor edad que llega a la Casa Blanca en la historia de la nación.

Para él y para la vicepresidenta electa Kamala Harris, los retos serán inmensos desde las primeras jornadas de sus mandatos.

La fórmula demócrata basó su campaña en devolver el alma a la nación americana y buscar la reconciliación de una sociedad erosionada por la confrontación política, la escalada de tensiones raciales y las trágicas consecuencias de la proliferación del COVID-19.

La elección transcurrió marcada por los efectos de la pandemia, causante de la muerte de más 236 mil estadounidenses y el contagio de 9.7 millones, en un escenario de incertidumbre hacia el futuro del país.

“Tenemos que recuperar el país y volver a hablar unos con otros con respeto”, manifestó en un foro reciente en Miami.

Pero tendrá que encarar numerosas promesas puntuales en materia de inmigración, protección a refugiados y especialmente el programa estudiantil DACA, así como despejar las incógnitas sobre el compromiso de no eliminar fondos a los cuerpos policiales y de no enrumbar el país por los caminos radicales del socialismo.

Para Cuba, todo indica que habrá un giro en la política de reforzamiento del embargo que avanzó Trump desde 2017, sepultando el proceso aperturista de deshielo que diseñó el presidente Barack Obama.

Biden ha prometido revertir la estrategia sobre Cuba y restaurar, en esencia, las medidas impulsadas por Obama respecto a viajes y remesas, flexibilización de intercambios profesionales y culturales, y empoderamiento del pueblo cubano.

A la vez, se ha comprometido a resolver el drama de miles de cubanos a la espera de cumplir sus procesos de asilo y de otros refugiados confinados en cárceles de inmigración que aguardan ser deportados, al mismo tiempo que pretende reactivar el Programa de Reunificación Familiar Cubana (CFRP), congelado desde 2017.

Aunque las urgencias de su presidencia estarán en desafíos internos y asuntos de alta sensibilidad para la población estadounidense, como la pugna legal en la Corte Suprema sobre el programa de salud Obamacare, se espera que Biden levante el grueso de las sanciones a Cuba en los primeros 100 días de su administración.

Considerado un centrista dentro de su propia bancada en el Senado, Biden ha sido un político con una carrera con resultados atinados y alta capacidad de negociación. Fue presidente de la Comisión Judicial y de la Comisión de Relaciones Exteriores durante sus cinco términos consecutivos en el Senado.

Como vicepresidente, Biden supervisó el gasto en infraestructura para contrarrestar la Gran Recesión de 2009, negoció con los republicanos la Ley de Alivio Impositivo de 2010, que resolvió un estancamiento fiscal, y la Ley de Alivio al Contribuyente Estadounidense de 2012, que disipó un inminente abismo fiscal.

Las circunstancias del país son ahora muy diferentes, pues tendrá a su favor el predominio demócrata en la Cámara de Representantes y probablemente también en el Senado, en dependencia del resultado de las contiendas de segunda vuelta para elegir a los dos senadores por Georgia, el próximo 5 de enero.

Pero por su edad, todo apuntará a que el paso de Biden por la Casa Blanca será en esta ocasión por un solo mandato. El mismo se ha definido ante los jóvenes como "un presidente de transición hacia la generación mejor educada y menos prejuiciosa".

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Wilfredo Cancio Isla

Periodista de CiberCuba. Doctor en Ciencias de la Información por la Universidad de La Laguna (España). Redactor y directivo editorial en El Nuevo Herald, Telemundo, AFP, Diario Las Américas, AmericaTeVe, Cafe Fuerte y Radio TV Martí.


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