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Tania, Carlos y Luisma, pecado original de la revolución cubana

Uno de los pecados originales del castrismo consistió en pretender instruir a los cubanos, a cambio de lealtad incondicional y obediencia ciega; so pena de exilio, inxilio y demonización.

Tania Brugera, Carlos Manuel Álvarez y Luis Manuel Otero Alcántara © Collage CiberCuba
Tania Brugera, Carlos Manuel Álvarez y Luis Manuel Otero Alcántara Foto © Collage CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años
Cuando de la libertad se trata, ¡todo al fuego, hasta el arte, para alimentar la hoguera! (José Martí Pérez)

Tania Bruguera, Carlos Manuel Álvarez y Luis Manuel Otero Alcántara simbolizan, por diferentes caminos, el pecado original de la revolución castrista, que nació como un proceso plural y degeneró en un monólogo totalitario que lapidó a propios y extraños, convirtiendo la discrepancia en traición y convirtiendo a Cuba en el reino de la simulación que infectó también al partido y juventud comunistas y al racimo de burócratas que sobremueren en la estructura piramidal de la dictadura.

El castrismo consiguió destruir la economía cubana porque necesitaba servirse de ciudadanos dependientes y mendicantes para establecer su dominio; pero fracasó en su empeño de destruir a la nación y la rebeldía, como demuestran los arrinconados y perseguidos pequeños y medianos empresarios privados y las voces más irreverentes frente al decadente discurso oficial, que permanece anclado en 1960, pese a las promesas de diálogo de Díaz-Canel, como parte de las maniobras del tardocastrismo frente a inconformes.

Bruguera tiene 52 años, Álvarez, 31 y Otero Alcántara, 33; los tres nacieron dentro de la revolución y llegaron a la militancia antitotalitaria a través de libros, el cine y las artes plásticas, que dieron forma a su expresión democrática, desinhibida y espontánea, como reacción frente al general deterioro de Cuba, incluida la inmoralidad gubernamental de promover artistas oportunistas y guatacas, a cambio de contratos y viajes al extranjero, entre otras canonjías.

Los orígenes y trayectorias de estos tres cubanos confirman que el tardocastrismo es un proyecto vacío, sostenido por una lógica policial de miedo y agotado porque hace muchos años perdió su capacidad de liderazgo con sucesivos errores estratégicos como fueron la no reacción oportuna y eficaz ante la caída del comunismo en Europa del Este, la colonización de Venezuela hasta su exterminio y la bofetada a Obama.

Tania, Carlos y Luis podrían vivir fuera de Cuba, trabajando en sus proyectos profesionales, pero decidieron echar su suerte con los pobres de su isla y soportar el castigo permanente, que incluye intentos de asesinato de la reputación, mezclando acusaciones, sin pruebas, de mercenarios y alusiones a la sexualidad, que pertenecen a la intimidad de las personas, pero son obsesión castrista por la formación religiosa de su mesías.

El coraje cívico de Bruguera, Álvarez y Otero es una muestra de los valores, que conservan muchos cubanos, de rebelión frente a la injusticia, rechazo al opresor y deseos de vivir con normalidad, creando riqueza y bienestar con trabajo honrado y esforzado porque la mayoría desea un país libre y próspero que no dependa de la casta verde oliva aliada con empresarios extranjeros y parasitando a la solidaria y exitosa emigración.

La arremetida contra tres cubanos libres de los principales medios de prensa anticubanos que paga el Partido Comunista persigue evitar que su ejemplo honrado y valiente cunda en otros ciudadanos, especialmente, después del plantón de artistas e intelectuales frente al Ministerio de Cultura, las caminatas pacíficas del profesor Albert y la protesta de los comerciantes de La Candonga de Santa Clara.

Los departamentos ideológicos de la Contrainteligencia y el Comité Central del Partido Comunista de Cuba han tenido que echar manos de los maoístas mítines de repudio de la estampida de Mariel, pero como la respuesta popular no fue la de 1980, ahora machaca a Tania Bruguera, Carlos M. Álvarez y Luis Manuel Otero Alcántara, usando ventrílocuos de televisión; previamente doblegados y animosos ante las limosnas del poder que -previamente- rebajó las expectativas materiales de los ciudadanos para que un sándwich y una cerveza fría parezcan símbolos de aburguesamiento.

Uno de los pecados originales del castrismo consistió en pretender instruir a los cubanos, a cambio de lealtad incondicional y obediencia ciega, so pena de exilio, inxilio y demonización, pero la gente ya no traga el discurso oficial porque descubrió que -hasta su lectura de José Martí- estaba incompleta por designio comunista, desdeñando que el Apóstol reivindicó la justicia primero, el arte después... como hacen Tania, Carlos Manuel y Luisma.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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