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Anciano con familia en Miami y Cuba duerme en el portal de una bodega en La Habana

Una buena samaritana lo recogió en diciembre, localizó a sus parientes, pero el hombre de 71 años, que está enfermo, sigue en la calle. El Gobierno y Salud Pública de Arroyo Naranjo están al tanto del caso. "Están esperando a que se muera para no tener que hacer nada", dice.

Anciano cubano, alojado en la escalera de un edificio en Víbora Park, en La Habana. © CiberCuba
Anciano cubano, alojado en la escalera de un edificio en Víbora Park, en La Habana. Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Se llama Andrés Moreno Barrios (La Habana, 4 de febrero de 1950) y desde finales de noviembre sobrevive en las calles de Arroyo Naranjo (La Habana), durmiendo en el portal de una bodega.

Es invisible para el Gobierno del Partido Comunista de Cuba y para su familia de Playa y Miami, pero hace unos meses dejó de serlo para una vecina de Víbora Park, que reparó en él y en que un día llevaba una herida encima de la ceja derecha.

Ésta es la historia de la pobreza en Cuba, contada por una buena samaritana que ha pedido confidencialidad a CiberCuba.

La herida

Cuando le vio la herida, ella se acercó a Andrés (71 años) y le preguntó qué le había pasado en la ceja derecha. Él le contó que se había caído porque no ve bien de noche, cuando la ciudad duerme y en las calles sólo quedan deambulantes. En medio de la oscuridad metió el pie en el hueco de una acera y se fue al suelo. Para alguien como él, que vive en el portal de una bodega, una herida no es importante. Por eso decidió que no iría a que se la cosieran y con el tiempo, la herida cerró sola.

La buena samaritana decidió entonces, no sólo llevarle todos los días desayuno, almuerzo y comida, sino también desenredar la madeja para saber de dónde había salido Andrés y cómo había llegado a la situación en la que vivía en ese momento (noviembre de 2020) con cistitis, incontinencia urinaria e infección ocular.

Fue así como supo que Andrés había sido el chofer del jefe de la empresa La Molinera, ubicada en Playa, pero el centro había cerrado y él había pasado a trabajar por cuenta propia como mecánico. Los que le conocieron en esa etapa dicen que era muy bueno en su trabajo.

Andrés terminó en la calle tras el divorcio de su última esposa. En ese momento intentó regresar a la casa de sus padres, donde él nació, en Playa, pero ahí vive una sobrina, que es hija de uno de sus hermanos (Hugo), residente en Miami.

Hugo dejó a su hija, cuando era una niña, con la abuela en Cuba. Al morir ésta, la niña, que hoy es una mujer, se quedó con la casa. Andrés volvió a esa vivienda familiar, pero enseguida chocó con su sobrina, que no supo lidiar con un hombre enfermo, que tiene incontinencia urinaria y además pone pegas para bañarse.

Ella lo echa de la casa y él llega a Arroyo Naranjo porque un amigo que tenía le ofreció alojamiento a cambio de que le ayudara a arreglar su carro. Pero cuando falleció ese señor, la mujer de éste regresó a vivir con su familia y en ese momento Andrés se quedó sin casa, durmiendo en los bajos de la escalera del edificio que está encima de farmacia de Víbora Park.

Cuando empezó a hacerse pipi encima, los vecinos le dijeron que no podía seguir viviendo ahí y él se fue a dormir sobre cartones, en el portal de una de las bodegas de Víbora Park.

La familia de Miami

Esta buena samaritana denunció en su muro de Facebook la situación de Andrés y una amiga suya de Miami, compartió la publicación. Poco después, la contactaron dos personas desde la Florida, identificándose como sobrinas de Andrés.

"Estaban llorosas y angustiadas y no sabían cómo su tío había llegado a ese estado de depauperación, en la que un ser humano ya no es un ser humano", explica la protectora de Andrés a CiberCuba, a través de audios de WhatsApp.

Las dos sobrinas le pasaron a la buena samaritana los teléfonos de la familia de Andrés: una hermana de 80 años y un hermano de poco más de 70. Ella contactó a este último.

La familia de Cuba

"Noté al hermano de Andrés un poco tenso, frustrado. Era como si yo le complicara la existencia porque, al parecer, Andrés había tenido problemas con la bebida, aunque la escasez de ron que hay ahora en Cuba le ha llevado a desintoxicarse y a desprenderse de su problema de alcoholismo", explica la buena samaritana.

"Este señor vive solo con su esposa y la situación, en estos momentos, no está fácil en Cuba. No era una muy buena noticia para ellos, pero se comprometieron a venir a buscarlo", añade.

Fue en ese momento cuando la buena samaritana, viendo que hacía frío en la calle, recogió a Andrés en su casa durante los tres días que su hermano dijo que tardaría en pasar a buscarlo.

"Esos tres días, Andrés se bañó a diario, comió y durmió en una cama por primera vez en mucho tiempo", recuerda la buena samaritana.

En efecto, el hermano de Andrés apareció a buscarlo, como había prometido. Se le notaba que tenía una buena posición económica, por tener familia en Estados Unidos, pero se le olvidó dar las gracias a la mujer que había recogido a su hermano.

No era obligatorio darlas. Cuando alguien ayuda a una persona como Andrés, no espera recompensa. Pero tampoco espera el reproche del resto de la gente diciéndole a toda hora: "¿Para qué te metiste en esto?"

"Para todo el mundo era más fácil que el señor siguiera ignorado; que siguiera sufriendo el fenómeno de la invisibilidad de la pobreza. Era mejor que estuviera invisible y nadie lo viera. Sentí que al hermano de Andrés yo le estaba poniendo una carga sobre los hombros", reconoce la buena samaritana a CiberCuba.

Al poco tiempo, Andrés volvió a vivir en la calle.

Para entonces, ella asegura que ya había contactado a la Dirección Municipal de Salud Pública de Arroyo Naranjo; a trabajadores sociales; a la Seguridad Social y hasta una representante del Gobierno (Odalys) la visitó en su casa. Sin embargo, ninguno le ofreció una solución concreta al problema de Andrés. Se limitaban a preguntar constantemente el nombre de Andrés y a preguntar si tiene familia.

"Este señor está en un estado de vulnerabilidad inmensa, en medio de una crisis sanitaria. Por eso pensé: ya que la familia no lo atiende y no quiere hacerse cargo, la entidad competente es el Ministerio de Salud del municipio porque obviando el hecho de que Andrés es un ser humano y que por humanidad queramos ayudarlo, hay que pensar en que esto es también un caso se seguridad sanitaria porque él deambula por las calles de mi municipio con las manos sucias, llenas de caca, de pipi; pidiendo por todas las casas; tocando en todas las rejas", se queja la buena samaritana.

Sin embargo, desde Salud Pública no han contestado a los reclamos de ayuda para la situación de extrema pobreza en la que vive Andrés. Mientras tanto, el director municipal de Salud tiene una flotilla de taxis amarillos a su disposición; un sobrepeso "enorme" y no garantiza ninguna seguridad en el municipio. "Ese señor no me coge ya el teléfono", dice la denunciante.

Otra responsable de Salud, le dio una respuesta incluso más dura: "Lo que tienes que hacer es no darle más comida para que no vaya más a tu casa", asegura la buena samaritana.

A ella le pareció que la solución que le ofrecían era no darle más comida, porque así el señor se muere más rápido y el Gobierno no tiene que hacer nada.

La fiebre de Andrés

Hace unos días, Andrés llegó a la casa de la buena samaritana, que sigue lavándole la ropa, y le pidió una pastilla porque se sentía mal. Ella, pese a la escasez de medicamentos tan grande que hay en Cuba, tenía algo guardado para una emergencia con sus hijos, pero le dio las medicinas "por el dolor tan grande" que le daba verlo cómo estaba.

Desde otro número, llamó al director de Salud Pública para informarle de que Andrés podía tener Covid y éste le dijo que lo llevara al policlínico a hacerle una PCR. Ella le dijo que no podía dejar a sus hijos solos para encargarse de eso y éste le sugirió que le pasara el asunto al Médico de Familia de su zona.

Pero Andrés no quería ir al policlínico y la buena samaritana ayudó, con la esperanza de que la entrada de Andrés en un centro de aislamiento pudiera ser el primer paso para sacarlo de la calle.

"No había enfermera. No había medicamentos para la fiebre ni trato esmerado. El único médico y enfermera que estaban en el policlínico estaban tensos. Tardaron cuatro horas en hacerle la PCR y Andrés quería irse. Me dejaron allí con él, sin ser yo familiar y me puse tensa. Llamé a la Policía, al director municipal de Salud y les reclamé que asignaran a un trabajador social al caso. Finalmente a las 7:00 pm llegó la ambulancia. Recogieron a Andrés y les dejé claro que yo sabía que él se iba a escapar. Él está claro y sabe que no funciona nada, que nadie lo atiende y que por el estado en que él está, todo el mundo lo ignora. Él no busca a nadie porque ya no tiene confianza. Perdió la fe. Está deshumanizado. Ni siquiera tiene carnet de identidad. Lo perdió en la calle", señala la buena samaritana.

Como era previsible, Andrés se fugó del hospital y a las 11:00 am del día siguiente, estaba de nuevo en la escalera del edificio de la buena samaritana y ella decidió que iba a denunciar su caso a CiberCuba porque las autoridades cubanas están incurriendo en un delito de propagación de epidemias y de desamparo a una persona vulnerable.

"Andrés es sólo la punta del iceberg. Es uno solo de los tantos y tantos casos que hay en toda Cuba, de deambulantes a los que nadie presta atención. La gente prefiere mirar a otro lado porque no es agradable. Y dicen 'ellos' que estamos en una sociedad humanista. Si tanto lo pregonan, hay que apretarles las clavijas", recalca.

Esta buena samaritana aspira a que el Gobierno de Cuba recoja a Andrés de la calle y lo lleve a un centro de atención a deambulantes y que le asignen un abogado, que se ocupe de resolver el tema legal de la vivienda al que su sobrina no le deja entrar.

La buena samaritana ha comprobado que Mariano Murillo no bromeaba al advertir en la Mesa Redonda, de que todo el peso de la responsabilidad con las personas vulnerables no va a recaer sobre el Estado.

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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