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Tardocastrismo destierra y oprime a cubanos para salvar congreso de partido comunista

Díaz-Canel tendrá que demostrar coraje político y actuar resueltamente porque su pretendido socialismo no será próspero ni sostenible, sin democracia y sin obviar el hallazgo martiano de que Lo real en política, es lo que no se ve; especialmente cuando errores propios y ajenos provocaron que perdiera el liderazgo narrativo, que acompañó a la revolución cubana.

General Rodríguez López-Calleja (izda) Díaz-Canel y Raúl Castro, delante de busto de José Marti © Cubanet / Presidencia República de Cuba
General Rodríguez López-Calleja (izda) Díaz-Canel y Raúl Castro, delante de busto de José Marti Foto © Cubanet / Presidencia República de Cuba

Este artículo es de hace 3 años

(El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros. Fidel Castro Ruz, 2010).

El destierro de la periodista Karla Pérez, el asedio a Tania Bruguera, José Daniel Ferrer, el Movimiento San Isidro, el 27N y el clima de terror gubernamental multando a supuestos infractores sanitarios, coleros y revedendores forma parte de una táctica de reforzamiento represivo para salvar el próximo congreso del partido comunista ante el incremento de la pobreza, desigualdad y coronavirus en Cuba, cuyo gobierno volvió a equivocarse, asumiendo que la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca implicaría la reversión inmediata de la asfixia Made in Donald Trump.

La dictadura violó sus propias leyes impidiendo este jueves el regreso a Cuba de Karla Pérez que, pese a tener su pasaporte en regla, fue regulada en una escala en Panamá, de su vuelo a La Habana, como ocurrió hace unos años al poeta y ensayista Jorge Luis Arcos; atropellos que, junto a la ofensiva represiva contra UNPACU y demás opositores y activistas generan decepción, enfado y respuestas en el Departamento de Estado, Bruselas, la curia romana y la estructura de derechos humanos de Naciones Unidas y otros organismos internacionales oficiales e independientes.

Karla Pérez, desterrada por gobierno cubano / Foto: Facebook de KP

El Ministerio de Relaciones Exteriores y la Inteligencia castristas volvieron a fallar frente a Estados Unidos, su objetivo primordial, asumiendo que el presidente Biden retornaría el embullo Obama; como ya les ocurrió cuando creyeron que Hillary Clinton ganaría las elecciones que perdió frente a Donald Trump y La Habana tendría tiempo para abrirse; algo falla en ambas estructuras cuando sus análisis son tan precarios y desequilibrados.

Cuando se percataron de la segunda pifia en un quinquenio, movilizaron a sus peones en Estados Unidos y Europa para generar otro clima de ciencia ficción política y presionar a Biden, que no se inmutó y asumió la fórmula raulista de sin prisas, pero sin pausa porque padeció en sus carnes de vicepresidente el desprecio del raulato a Obama, y debe enfrentarse a unas elecciones de medio término en dos años, con la asignatura pendiente de Florida.

La torpe maniobra de La Habana solo consiguió movilizar al caucus cubano-americano en Washington, que ha conseguido el compromiso del presidente de consultar con ellos los posibles cambios en la política hacia el Palacio de la Revolución y están pendiente de una reunión del presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Menéndez, con Biden para repasar la geopolítica mundial, incluida Cuba.

Con la economía exhausta, la autoridad y legitimidad de los gobernantes bajo mínimos, el hartazgo de los cubanos comienza a ser irreprimible y voces como la de Pánfilo (Luis Silva) y Patria y Vida comienzan a marcar la agenda política cubana, a menos de un mes de la jubilación de Raúl Castro Ruz, que será apacible de puertas para afuera, pero que desatará la penúltima escaramuza por el poder entre la casta verde oliva y los burócratas comunistas; aunque ambos clanes, grosso modo, coinciden en la necesidad perentoria de conservar el poder.

Díaz-Canel, que relevará al General de Ejército al frente del partido, podría reforzarse aprovechando la bronca entre bolcheviques y mencheviques, pero antes tendrá que controlar la estructura territorial del Partido Comunista de Cuba, en manos de Machado Ventura, desde 1975, y que ha sido el gallo de Raúl para crear una estructura de poder paralela a la del Comandante en Jefe, sin atreverse a desafiarlo, pero generando lealtades sólidas a golpe de premios y castigos.

Al presidente le ha tocado bailar con la más fea, pues heredó los destrozos de Fidel, la frustración reformista de Raúl, se cayó un avión en Boyeros, un tornado puso al descubierto la pobreza inclemente de parte de La Habana; Venezuela y el turismo se fueron a bolina y el coronavirus está acabando con la Quinta y con los mangos, pese al acuerdo con Irán para financiamiento y producción de vacunas de nombre cheos y el descontento de los científicos y trabajadores del Instituto Finlay con su alimentación y prolongados turnos de trabajo.

.Los nombres que más suenan para suceder a Machado Ventura son Roberto Morales Ojeda, delfín del actual capataz partidista, y Víctor Gaute López, que es la apuesta de Díaz-Canel, de los militares del grupo del arroz con frijoles y de los adversarios de Luis A. Rodríguez López-Calleja, molestos con su egoísmo e insensibilidad en tiempos de penuria, pero que aguardarán la salida de escena del ex suegro del general sin guerras para desteñir de verde olivo a la economía cubana.

Otra clave política del congreso consiste en saber si el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez y Ricardo Cabrisas Ruíz se jubilarán, como parte de la generación histórica; pero si Díaz-Canel consigue conservar a Valdés y Cabrisas, el funeral del general Luis Alberto Rodriguez López-Calleja estará servido.

La sangre no correrá, será una operación de desmilitarización de la economía, atendiendo a las necesidades de Cuba de reacomodarse ante las sanciones de Estados Unidos, que tiene en la mirilla a la cúpula de GAESA, y a la necesidad vital de una reforma estructural y no el apaño frustrado por la ira popular de la Tarea ordenamiento; aunque si Rodríguez López-Calleja, se pusiera belicoso, una o varias auditorías a cargo del pelotón de fusilamiento de la Controlaría General de la República y el apriete de algún socio extranjero y cantarín en la hospitalidad de Villa Marista, bastarían para su rendición a lo Pedro Navaja, no hubo preguntas, no hubo curiosos, nadie lloró.

Rodríguez López-Calleja, que no es tonto y debe haber calculado el desamparo que implica la jubilación de su ex suegro, ha movido alguna ficha como la maniobra de ampliar los cometidos de ETECSA, otra unidad militar subordinada a GAESA, concediéndole una licencia para gestionar remesas familiares, otra fuente de financiación tardocastrisa devaluada por los estragos del coronavirus en el empleo y las rentas de los emigrados cubanos, pero todo eso caería en el jamo de la emboscada que tenderían Valdés y Cabrisas, con Alejandro Gil Fernández en el papel de Luca Brasi.

Megahotel en El vedado / Foto: Facebook Arquitectos Cubanos

La decisión del presidente de GAESA de proseguir la construcción de hoteles de lujo, que son activos inmobiliarios en sitios claves de La Habana, en medio del desplome del turismo que viene desde 2018, la crisis económica y el azote del coronavirus, junto a su resistencia a destinar fondos para comprar alimentos para la población cubana y un tenso despacho con Cabrisas, que decidió no volver a reunirse con Rodríguez López-Calleja e informar a Díaz-Canel, debilitaron notablemente al hijo político y económico del discreto y hábil General de Cuerpo de Ejército Julio Casas Regueiro.

Otro error de Rodríguez López-Calleja fue forzar la designación de su peón Manuel Marrero Cruz, como primer ministro, que se leyó en clave interna como premio al destrozador del turismo cubano y que se ha desgastado rápidamente, pese a sus intentos de pasar desapercibido, rozando la deslealtad hacia Díaz-Canel, que lo tiene rodeado con Inés María Chapman Waugh y Jorge Luis Tapia Fonseca y lo ha obligado a dar la cara y compartir desgaste político.

Tapias (izda) y Chapman / Fotos: Granma

El frenazo de Meliá en Cuba, que vio en la llegada de su pupilo al premierato, una oportunidad de oro para sus intereses, facilita una probable remodelación del gobierno del que saldrían Marrero y Alpidio Alonso, que se suicidó con su manotazo a un periodista para impedir que grabara su desatino; otro cadáver incómodo es el compañero Marino Murillo Jorge, que debe sentir el llamado de la Empresa Consolidada de Otras Tareas Revolucionarias (ECOTRA), pues tras casi once años planeando lo obvio, el 1 de enero de 2021 fue reina por un día en ese bosque siniestro del tardocastrismo.

El vicepresidente Salvador Valdés Mesa, de triste recuerdo en Camagüey y mejor en Moa, aguantará en función de su deteriorada salud, que le ha obligado a moderar su actividad en este año y medio de intensa crisis política y económica, pero en ningún caso será un estorbo, aunque guarda gratitud a Raúl Castro Ruz.

Murillo Jorge se sabe amortizado y en su reciente comparecencia en la Mesa Redonda intentó enjugar su harakiri público con un chiste malo sobre las 52 reuniones con Díaz-Canel en enero, febrero y lo transcurrido de marzo que, sumado a los últimos veinte días de diciembre, han acabado con la carrera política, una más, del Zar más movible dentro del disparate económico del raulato; no es el único responsable del paquetazo neoliberal, pero revolución es cambiar todo lo que deba ser cambiado, menos al uno y al dos.

Homero Acosta Álvarez (centro) en una sesión de la Asamblea Nacional / Foto: Granma

Para estos retos, el presidente y próximo Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba contará con la ayuda impagable de la administración Biden, de la Unión Europea, de Michelle Bachellet y el Vaticano, alérgicos a la brutalidad verde oliva y que siguen sin explicarse la pasión por la dolce vita de la cúpula castrense de la más antigua dictadura de Occidente y que sigan leyendo mal el escenario político post Muro de Berlín y que anda en búsqueda de equilibrio entre liberalismo y justicia social.

Pero Díaz-Canel tendrá que demostrar coraje político y, negociando el apoyo de Homero Acosta Álvarez, que podría ser la bisagra ideal entre facciones, actuar resueltamente porque su pretendido socialismo no será próspero ni sostenible, sin democracia y sin obviar el hallazgo martiano de que Lo real en política, es lo que no se ve; especialmente cuando errores propios y ajenos provocaron que perdiera el liderazgo narrativo, que acompañó a la revolución cubana.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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