Los totalitarismos son prolijos en inventos y, ante cada problema, montan un mecanismo burocrático como el Observatorio Científico del Comercio Interior, que deberá impulsar la innovación comercial, procurando mejoras y analizando tendencias, según la liturgia oficial.
La novedosa institución debe generar nuevas propuestas respecto al comercio mayorista en Cuba, el cual garantiza todos los insumos económicos que demanda el país, afirmó el viceprimer ministro Jorge Luis Tapia Fonseca, siempre según la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
Un recorrido por las tiendas cubanas contradice la garantía enunciada por el alto funcionario, cuando los cubanos cada vez dependen más de las tiendas dolarizadas, con la moneda norteamericana vendiéndose a 92 pesos por un dólar, en el mercado informal, de los pequeños y asediados empresarios privados y de las llamadas mulas.
El invento nace para atender los gustos y preferencias de la población y de los actores que intervienen en la estructura económica del país, las cadenas de suministros, la alimentación sana, los servicios gastronómicos y el comportamiento de los productos en el mercado cubano, aseguró el gobierno en su estreno.
Lamentablemente, muchos cubanos están obligados a comer para llenarse, sin reparar excesivamente en la calidad de los alimentos y soportan largos años de maltrato en los servicios comerciales y otros estatales, como muestran las Cartas a la dirección de Granma y a la sección Acuse de recibo, de Juventud Rebelde.
Rimbombancia tampoco faltó en el estreno gubernamental, pues el nuevo invento residirá en un Centro de Gestión del Conocimiento (CGC), perteneciente al Ministerio de Comercio Interior, del que poco se conoce en el ámbito público y que a estas alturas sigue sin admitir que cualquier iniciativa pasa por abundancia de bienes y servicios para poder comerciar y bajar precios; circunstancia infelizmente alejada de la realidad cotidiana de Cuba.
Universidades, direcciones de comercio y entidades científicas serán aliados del observatorio para compartir conocimientos sobre un mal crónico del comunismo: Escasez, ausencia de variedad y maltrato al cliente, al que ahora se suma una hiperinflación galopante que golpea a la mayoría de los cubanos, especialmente a los más empobrecidos.
El Observatorio Científico del Comercio Interior está ya disponible en la web de Comercio Interior (www.mincin.gob.cu) hasta un día en que pasará a engrosar la extensa lista de ocurrencias contra la libertad, incluida la económica y comercial.
Muchos cubanos tienen aún fresco el recuerdo doloroso de la Tarea ordenamiento, los precios topados y el llamado patriótico del gobierno a los vendedores para que bajen los precios, gracia que no aplica en sus tiendas dolarizadas y extractivas, aunque tilda de inescrupulosos a vendedores privados, que soportan altos costes, impuestos y tasas.
Al final la clave no era unos, dos, tres, muchos Viet Nam, sino saltar de impotencia láctea, ganadera y cafetalera al picadillo de soja, el chocolatín y la moringa; todo sazonado con extenuantes colas, carencia de agua potable y medicinas; entre otras ventajas comerciales.
El comunismo es enemigo del comercio, pero el gobierno cubano se empeña en inscribir otra hazaña en su particular Libro Guinnes: estudiar lo que no existe; lo raro en este penúltimo invento es que los abolicionistas del mercado, anuncien que van a estudiarlo, ¡menuda necrofilia!
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