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Discursos agotados

La incomunicación de gobierno y opositores con la mayoría de los cubanos es un lastre para la nación.


Este artículo es de hace 1 año

Cuba padece una saturación de discursos contrapuestos entre tardocastrismo y oposición que retroalimentan el injusto orden reinante; en el caso de la casta verde oliva y enguayaberada porque liquidó los restos de legitimación popular con la guerra civil decretada tras el 11J; y sus contrarios -siempre apaleados y perseguidos- no acaban de incorporar a sus agendas la lucha contra la pobreza y la desigualdad y sufren la negativa influencia de financiadores norteamericanos y europeos, instalados en el posibilismo de lo real maravilloso.

El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez pretende bailar la danza de las siete guayaberas sin enseñar el ombligo; alternando la represión despiadada con llamados a la unidad antiimperialista; seguidos de perennes reclamos contra el embargo estadounidense; sin escuchar siquiera a aliados tácticos como Andrés M. López Obrador que le soltó en su cara que debía revolucionar la revolución porque lo que no cambia, perece; y el principal vocero de los neoplattistas de la casta del oeste habanero, cogió el rábano por las hojas y no para de fantasear, casineando sobre un barril de pólvora.

El alquiler de personal sanitario y la venta de pequeños lotes de las fracasadas y costosas vacunas anti coronavirus son limosnas de la muerte a plazos que sufre el pueblo cubano; sangrando migratoriamente, ante la indiferencia generalizada y la complicidad de aliados circunstanciales del tardocastrismo, que jamás ponen en peligros sus intereses geopolíticos, especialmente las relaciones con Estados Unidos, a los que sirven con eficacia, como hizo el presidente mexicano, en su visita a La Habana.

Con migajas y consignas huecas no se reconstruye un país pequeño, devastado por 63 años de comunismo, dependiente, aislado en el mundo unipolar y carente de un proyecto de nación que ilusione y convoque a los mejores cubanos en favor de todos y en contra de nadie; renunciando a la perversión delirante del partido comunista, que del turismo sin turistas salta a la explotación del hombre de bata blanca por el hombre de uniformado, del coronavirus al dengue, de la rotura en la Guiteras a la avería en Felton y de la muela bizca a la irrelevancia.

Que un bebé reciba una donación desde la lejana Huelva, solo porque nació el primero el 26 de julio en la provincia de Artemisa, retrata la baba sin quimbombó que amarga a Cuba; donde el reparto de ayudas estatales debía basarse en los niveles de ingresos de las familias y no en el azar; pero así es la charada tardocastrista; siempre presta a la politiquería y la simulación.

La oposición -incluida la desterrada y/o exiliada- carece de un discurso con propuestas que seduzcan a la mayoría de los cubanos, deseosa de un cambio sensato que libre a la nación de la banda parásita que la desgobierna; parte de esta carencia obedece a directrices y consejos de decadentes financiadores norteamericanos y europeos; siempre angustiados porque los comunistas y otras tribus totalitarias vayan a pensar que no son políticamente correctos; pero la responsabilidad principal por esta falla compete a los opositores.

Cuba no interesa a nadie, excepto a los cubanos; su valor geopolítico se extinguió con el fin de la guerra fría; aunque la invasión rusa a Ucrania y otros espejismos similares a la Crisis de octubre, alimenten la mentira comunista que -una vez más- pretende desconocer la imprescindible necesidad cubana de tener una relación mutuamente ventajosa con la democracia más antigua y el mercado más dinámico del mundo; pero somos los cubanos quienes debemos movilizarnos y no subcontratar el destino de la patria con gobiernos y estados con intereses y prioridades diferentes a las nuestras.

Los opositores deben incorporar en sus agendas la pobreza y la desigualdad y demandas concretas de los cubanos en diferentes ámbitos y por regiones, para responder a la política uniformadora del linaje verde oliva; no hacerlo equivale a seguir incomunicados con la mayoría de los ciudadanos y repetir el error de la derecha democrática en América Latina, cuyas políticas, acaban favoreciendo la vuelta de la izquierda cínica al poder; para gozo y propaganda de La Habana.

La mayoría de los cubanos -incluidos veteranos de la revolución; escandalizados por el tren de vida de los continuistas- ya saben que el linaje verde oliva y enguayaberado no sirve ni para sacar los perros a mear; pero necesitan conocer la valía de una alternativa democrática, como respuesta legitima a los escopeteros del 11J, secuestradores de la nación, huérfana de liderazgo e ilusión.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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