El paso del huracán Ian por el occidente de Cuba provocó daños hasta el 85% de las viviendas en el municipio de San Luis, en Pinar del Río.
En un recuento preliminar de las afectaciones al fondo habitacional de San Luis, se estima que entre el 80 y 85% de las viviendas sufrieron estragos por el impacto del evento meteorológico, que alcanzó en Cuba la categoría 3 en la escala Saffir-Simpson, de acuerdo con información publicada por Tele Pinar en Facebook.
Uno de los derrumbes que ocurrieron en el municipio provocó la muerte de una mujer, al quedar aplastada tras desplomarse las paredes de su casa.
En el poblado, además, se desplomaron techos de viviendas de madera y casas de curar tabaco en zonas como Retiro, Rodeo y Corojo.
La mítica finca "El Pinar", ubicada en ese municipio, quedó destruida. La propiedad de 16 hectáreas, donde Alejandro Robaina cultivó por décadas uno de los mejores tabacos de Cuba, quedó en la ruina al ser derribados por los potentes vientos techos, estructuras de madera y plantaciones.
En medio de un panorama desastroso causado por el huracán en la provincia de Pinar del Río, donde cientos de ciudadanos perdieron sus casas, vieron afectados los cultivos y permanecen sin electricidad, el gobernante Miguel Díaz-Canel llamó a "unirnos todos con esfuerzo, compromiso y voluntad".
La petición de Díaz-Canel ha indignado a muchos de los cubanos que reaccionaron al post de la televisora local. Algunos dejaron constancia del malestar que les producía las palabras de un presidente que "no es capaz de resolver las necesidades del pueblo".
Un internauta criticó la adulación de muchos pinareños al gobernante, y afirmó que a él no le importa "lo que les ha pasado a las cientos de familias que se quedaron sin nada".
Otros llegaron a criticar el gasto de combustible en los viajes de La Habana a Pinar del Río, cuando deberían movilizar los esfuerzos para llevar camiones para levantar escombros porque la ciudad capital estaba llena de árboles y suciedad, aseguraron.
De acuerdo con las denuncias de los usuarios, no existían aún labores de limpieza en la cabecera provincial y en uno de los parques principales, Colón, únicamente se hallaba un hombre intentando -con una motosierra- cortar las ramas de los árboles caídos, cuando se requeriría para ello una brigada.
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