El régimen cubano ha vuelto a poner en manos del pueblo la responsabilidad de alimentarse, al reconocer que, ante la profunda crisis que atraviesa el país, “lo más seguro que vamos a contar en cada territorio es lo que seamos capaces de producir con nuestros propios esfuerzos”.
Así lo afirmó el primer ministro Manuel Marrero Cruz durante una evaluación sobre la implementación de la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, en un reporte transmitido por el Canal Cubano de Noticias.
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La frase, pronunciada en un momento crítico para millones de familias cubanas que enfrentan desabastecimiento, inflación y escasez de productos básicos, es una admisión oficial del fracaso del modelo agrícola centralizado y del colapso en la capacidad del Estado para garantizar el acceso mínimo a alimentos.
Durante la reunión de la Comisión Nacional encargada del tema, Marrero reconoció que “no es suficiente lo que hemos realizado” y que la meta de la soberanía alimentaria solo podrá verse reflejada “en la mesa de la familia cubana”.
Insistió en que se trata de un asunto de “seguridad nacional”, aunque evitó asumir responsabilidades por las ineficiencias estructurales que arrastra el sector agrícola desde hace décadas.
El informe televisivo también citó al vicepresidente Salvador Valdés Mesa, quien desde Matanzas destacó que “los retos para este año son superiores” y llamó a aprovechar mejor las potencialidades de los territorios.
Sin embargo, en medio del discurso burocrático sobre agroecología, extensión agraria y “movimientos de autoabastecimiento”, el mensaje central quedó claro: cada municipio tendrá que arreglárselas como pueda.
La narrativa oficial volvió a hacer énfasis en la “complejidad del escenario” y el “bloqueo recrudecido”, al tiempo que reconoció la ayuda de organismos internacionales como el Sistema de Naciones Unidas.
Mientras tanto, en la calle, los cubanos se enfrentan a una cruda realidad donde el acceso a un plato de comida depende, cada vez más, del ingenio individual, del trueque y del rebusque diario.
Lejos de soluciones estructurales o políticas coherentes que impulsen la producción con incentivos reales, el gobierno parece aferrarse a consignas y promesas, dejando al pueblo con la certeza de que lo poco que llegue a su mesa, será solo “lo que se logre producir”.
En octubre de 2023, durante una intervención pública, el ministro de la Industria Alimentaria afirmó que “gracias a Fidel tenemos capacidad instalada para producir muchos alimentos”, en un discurso que contrastaba con la realidad del desabastecimiento generalizado en la isla.
La declaración, cargada de retórica oficial, omitía la ineficiencia de dicha capacidad y la imposibilidad de ponerla en marcha de forma sostenida ante la falta de insumos y recursos.
Casi dos años después, en marzo de 2025, el gobierno intentó atraer inversiones extranjeras en la Feria Internacional de Alimentos de Cuba, una medida desesperada en busca de divisas y apoyo externo para reactivar un sector colapsado.
Durante el evento, las autoridades cubanas reconocieron que la agroindustria nacional estaba paralizada por falta de financiación, tecnología y autonomía de gestión, factores que lastran cualquier intento real de recuperación.
A inicios de abril, el régimen aseguró que había logrado un aumento en la producción agrícola, pero al mismo tiempo admitió una caída en la comercialización de esos productos.
El anuncio resultó contradictorio y expuso la descoordinación del aparato productivo, además de la incapacidad del Estado para llevar los alimentos del campo a la mesa del cubano.
Pocos días después, el gobierno volvió a responsabilizar a los “intermediarios” por la inflación y los precios elevados, sin asumir los fallos estructurales del modelo centralizado.
Estas declaraciones reforzaron la narrativa oficial de culpar a terceros por el colapso económico, mientras se mantenía un control férreo sobre los mercados y se obstaculizaban soluciones descentralizadas o con participación privada real.
Preguntas frecuentes sobre la crisis alimentaria en Cuba
¿Qué afirma el gobierno cubano sobre la producción de alimentos en la crisis actual?
El gobierno cubano admite que la producción de alimentos depende de lo que cada municipio pueda producir con sus propios esfuerzos. El primer ministro Manuel Marrero Cruz ha reconocido el fracaso del modelo agrícola centralizado y ha trasladado la responsabilidad de la producción a las autoridades locales. Sin embargo, esta estrategia ha sido criticada por la población, que percibe que el gobierno central busca desentenderse del problema.
¿Cómo afecta la crisis alimentaria a la población cubana?
La crisis alimentaria en Cuba ha llevado a millones de familias a enfrentarse al desabastecimiento y a depender del ingenio individual para acceder a alimentos. La escasez de productos básicos, inflación y el colapso del sistema agrícola han hecho que el acceso a un plato de comida dependa cada vez más del trueque y la autogestión. La población se enfrenta a una realidad donde las promesas gubernamentales no se traducen en mejoras concretas.
¿Qué medidas ha tomado el gobierno cubano para abordar la crisis alimentaria?
El gobierno ha implementado la Ley de Soberanía Alimentaria y Seguridad Alimentaria y Nutricional, pero su aplicación ha sido ineficaz. A pesar de reconocer la crisis, no se han tomado medidas estructurales efectivas para resolver el problema. El régimen ha optado por trasladar la responsabilidad a los municipios y ha insistido en proteger la ayuda internacional como el Sistema de Naciones Unidas.
¿Por qué la propuesta de "autonomía municipal" ha sido criticada?
La propuesta de "autonomía municipal" ha sido criticada porque se percibe como un intento del gobierno de evadir su responsabilidad en la crisis alimentaria. Los ciudadanos y críticos consideran que la idea de que cada municipio logre su propia soberanía alimentaria es poco realista dada la centralización del control estatal y la falta de recursos. Esta estrategia no aborda las deficiencias estructurales del sistema agrícola en Cuba.
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