El gobierno cubano reactivó con fuerza su discurso contra los llamados “intermediarios” en la economía, a quienes responsabilizó del aumento de precios y la inflación.
En la más reciente sesión del Consejo de Ministros, el titular de Economía, Joaquín Alonso Vázquez, culpó a estos actores de lucrar a lo largo de la cadena de suministro y anunció medidas para “romper esas cadenas”, en lo que representa otro capítulo del eterno guion oficialista de buscar culpables externos a su incapacidad estructural.
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Este nuevo señalamiento, transmitido por el Noticiero Nacional de Televisión (NTV), ocurre en medio de una intensificación del control estatal sobre la economía informal, una cruzada punitiva que ha incluido más de 3,300 arrestos y procesos judiciales solo en los últimos meses, según datos oficiales.
La narrativa contra los intermediarios ha sido una constante del régimen, pero en 2025 alcanza un nuevo pico, integrando operaciones policiales, medidas administrativas y una campaña ideológica articulada desde el Partido Comunista.
Un relato oficial que se repite desde hace años
La criminalización del comercio informal y del trabajo por cuenta propia no es nueva. Ya en 2020, Miguel Díaz-Canel llamó a “enfrentar a coleros y revendedores” como parte de una “estrategia socialista de control”.
En Guantánamo, ese mismo año se abrieron más de 200 procesos penales por presuntos delitos económicos relacionados con la escasez y el acaparamiento. En Holguín, solo en 2022, se impusieron 900 multas a revendedores y acaparadores.
Más recientemente, el primer ministro Manuel Marrero Cruz abogó por aplicar una “mano dura con correspondencia jurídica”, exigiendo juicios ejemplarizantes para quienes incurran en prácticas de reventa o comercio informal.
Todo esto ocurre bajo el paraguas de una campaña del Partido Comunista contra “las ilegalidades y el delito” que, en la práctica, se traduce en mayor represión contra los ciudadanos que intentan sobrevivir en un entorno de profunda crisis.
Monreal desmonta el discurso oficial
El economista cubano Pedro Monreal ofreció un análisis crítico del reciente consejo de ministros, cuestionando el uso de conceptos vacíos como “reforzamiento de medidas” sin datos que respalden un cambio real.
En un hilo en X (antes Twitter), Monreal acusó al gobierno de recurrir a “verborrea triunfalista” y de sustituir políticas macroeconómicas por una narrativa ideológica sin base.
“Los mayores crecimientos de precios están en los agropecuarios. Hay muchos intermediarios”, citó Monreal como ejemplo de una explicación oficialista y simplista que enmascara la ineficiencia estatal para aumentar la producción y garantizar el abastecimiento.
“La incompetencia oficial los lleva a buscar culpables y a forzar medidas administrativas”, sentenció.
El economista también denunció como “gatopardismo económico” el “nuevo mecanismo de asignación de divisas”, que, tras aparentes cambios, en esencia perpetúa el control centralizado y la designación arbitraria de ganadores y perdedores en el mercado.
Inflación sin freno y propaganda como respuesta
Mientras el gobierno reporta una ligera baja en la inflación agropecuaria —de un 5% en enero a 1.3% en febrero—, los precios siguen siendo inasequibles para la mayoría de los cubanos.
En paralelo, se insiste en discursos sobre la eficiencia del sistema socialista, estrategias de comunicación política del Partido, e iniciativas como el desarrollo de una plataforma para la gestión de empleo.
Sin embargo, el contexto económico real es mucho más sombrío: la CEPAL pronostica un nuevo decrecimiento del PIB cubano en 2025, tras dos años consecutivos de contracción. Las exportaciones e importaciones siguen a la baja, y la producción agropecuaria, aunque en aparente mejoría, no impacta significativamente en el abasto ni en los precios.
Responsabilizar sin reformar
La narrativa contra los intermediarios es una cortina de humo para evitar enfrentar las verdaderas causas de la crisis: un modelo económico ineficiente, la falta de apertura real al mercado y la negativa a permitir una libre iniciativa privada.
Mientras no se tomen decisiones estructurales y se sigan reprimiendo las soluciones informales que emergen desde la sociedad, la inflación, la escasez y el descontento seguirán marcando el pulso del país.
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