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El Partido Comunista de Cuba (PCC) emitió este sábado un comunicado cargado de dramatismo en el que alertó sobre una supuesta amenaza de “conflagración nuclear” tras los recientes bombardeos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes.
En un tono alarmista y con la retórica habitual contra Washington, el PCC reiteró su respaldo al régimen de Irán, al que calificó como un “Estado soberano” con derecho a la libre determinación, ignorando las recurrentes denuncias internacionales sobre las violaciones a los derechos humanos en ese país y su historial de tensiones nucleares.
La nota, publicada en medios oficialistas, condenó lo que juzgó como “criminales actos” por parte del gobierno estadounidense contra las instalaciones de Fordow, Natanz e Isfahán, calificándolos de “brutales bombardeos” que supuestamente ponen en riesgo la paz mundial.
El mensaje del PCC no mencionó los antecedentes del conflicto ni las razones esgrimidas por Washington, que ha señalado con anterioridad el peligro que representa el programa nuclear iraní fuera de los marcos establecidos por organismos internacionales.
El llamado a una “unión de fuerzas progresistas” para “salvar a la humanidad” buscó reforzar la narrativa del régimen cubano de presentarse como defensor de la paz global, a pesar de su respaldo sistemático a gobiernos autoritarios, como el de Teherán, que ha sido señalado por su represión interna y su implicación en conflictos regionales.
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En línea con su estrategia propagandística, el partido de gobierno en Cuba aprovechó el conflicto en Medio Oriente para desviar la atención de la crisis interna que atraviesa el país, marcada por el colapso económico, la escasez y el éxodo masivo.
Este tipo de declaraciones, lejos de contribuir a la distensión internacional, buscan mantener viva una narrativa antiimperialista y aglutinar a sectores afines, mientras la realidad nacional se torna cada vez más insostenible.
Cuba e Irán: una alianza autoritaria con respaldo de Moscú
La relación entre Cuba e Irán trasciende lo diplomático o coyuntural: es una alianza ideológica entre dos regímenes que comparten una visión del mundo autoritaria, antiliberal y profundamente antioccidental, en la que el PCC actúa como eje ideológico del poder en la isla.
Ambos gobiernos promueven una retórica de “resistencia” frente al orden liberal global, representado por Estados Unidos y Europa, y se alinean simbólicamente como víctimas de sanciones internacionales.
Esto se hace evidente en la condena del PCC a los bombardeos de EE. UU. sobre instalaciones nucleares iraníes, en la cual el partido cubano invocó la “solidaridad plena” con Teherán y llamó a las fuerzas de izquierda a unirse para evitar una “conflagración nuclear”.
Esa afinidad ideológica se expresa también en el control mediático y la narrativa oficialista, donde los medios cubanos amplifican la propaganda iraní y minimizan o ignoran los abusos del régimen de los ayatolás.
Un análisis de CiberCuba reveló cómo la prensa estatal cubana difunde información sesgada sobre el conflicto Irán-Israel, glorificando la capacidad ofensiva iraní y reproduciendo titulares como “Irán lanza misiles indetectables” mientras silencia los logros tácticos de Israel .
Otro ejemplo revelador es el acuerdo de ciberseguridad suscrito por Cuba, Irán, Rusia y otros regímenes autoritarios, que bajo la bandera de la “soberanía digital” promueve mecanismos de vigilancia, censura y represión online.
Esta convergencia en el control digital, la propaganda y la represión refleja una visión común: el Estado por encima del individuo, el silencio sobre la disidencia interna y la legitimación de las alianzas estratégicas con potencias como Rusia, que respalda técnica, militar y diplomáticamente a ambos regímenes.
Tanto La Habana como Teherán son parte de foros internacionales como el Grupo de Amigos de la Carta de la ONU, usados como plataformas para criticar al orden occidental y defender su modelo autoritario.
En definitiva, el PCC y el régimen iraní no solo comparten enemigos comunes; comparten una estructura de poder vertical, la persecución de opositores y una narrativa de “soberanía” que justifica la represión interna. La alianza no es solo táctica, sino profundamente ideológica.
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