La orden de atacar a Sandro Castro está dada: Gerardo Hernández se suma a las críticas

La impunidad simbólica de Sandro Castro se ha terminado. Ya no hay salvavidas político para él. Ya no hay silencio cómplice.

Foto © Collage Instagram / Sandro Castro - X / Gerardo Hernández

Una extensa y demoledora crítica contra el comportamiento de Sandro Castro, el nieto díscolo de Fidel Castro, ha sido respaldada en Facebook por el espía Gerardo Hernández Nordelo, con una única palabra tan escueta como contundente: “AMÉN”.

Gerardo no es un ciudadano común: para el régimen es héroe de la República, exespía de los “Cinco”, actual Coordinador Nacional de los CDR y figura visible del núcleo ideológico que aún estructura el consenso oficial.

Su muro de Facebook, seguido por ciudadanos afines al gobierno, dirigentes y militantes, no es un espacio personal; es una tribuna informal de línea política.

Y cuando desde ahí comparte una crítica dura como la de Ernesto Limia -y la sella con un “AMÉN”- está diciendo algo más que “estoy de acuerdo”.

Está diciendo: Esto es legítimo, esto se puede decir, esto ahora forma parte del discurso autorizado.

Captura de Facebook/Gerardo de Los Cinco

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En el contexto religioso, “amén” significa “así sea”. En el contexto cubano actual y pronunciado por Gerardo, es una forma de bendición revolucionaria: una señal de que el aparato ideológico respalda el juicio, lo asume, lo incorpora.

No hace falta que redacte un comunicado del Partido, ni que aparezca en la Mesa Redonda: su “AMÉN” basta para que el texto de Limia transite de lo intelectual a lo doctrinal.

En otras palabras, ya no es solo una crítica: es una directiva, una orden simbólica, un permiso para atacar.

El gesto también puede interpretarse como una advertencia preventiva: si la crítica viene “desde adentro”, si viene con la firma de Gerardo y con el pensamiento de Limia, entonces ya no puede ser desechada como campaña enemiga o difamación ajena.

Es fuego amigo, pero es fuego.

“Sandro no es el enemigo… Sandro es un imbécil”

El texto original, escrito por el historiador e intelectual Ernesto Limia Díaz y titulado “Te lo prometió Martí…”, no deja títere con cabeza y constituye una severa reflexión sobre la conducta pública de Sandro Castro, a quien cataloga sin ambages de “imbécil”, y a quien acusa de deshonrar la memoria de su abuelo.

“Sandro no siente cariño por su abuelo, ni respeta su memoria. Retratarse con la bandera de Estados Unidos a sus espaldas es la mayor evidencia, y todas estas reacciones alimentan su ego. Nuestros enemigos lo saben y por ello inducen sus estupideces”, apuntó Limia con dureza.

El intelectual se apoyó en figuras como José de la Luz y Caballero o José Martí para proyectar un juicio moral sobre el nieto incómodo de la Revolución.

La caída de Sandro

Sandro Castro se ha vuelto recurrente en los últimos años, primero por sus excesos de ostentación, egolatría y exhibicionismo. Empezó haciéndose viral a bordo de un Mercedes en 2021, cuando el país yacía a los pies de una pandemia. A ello siguieron fiestas, eventos y otros escenarios plenos de relax y diversión.

En los últimos meses se volvió trending topic con su eterna cerveza de cabecera: Cristal -su mítica 'Cristach'- todo ello salpicado cada vez más de surrealistas escenas de vampiros y otras banalidades.

Sin embargo, en medio de sus cada vez más desquiciadas y crípticas escenas, empezó a jugar a los apagones y a referirse a la UNE y a ETECSA.

No todos son detractores, su popularidad creció: hay quien lo pide para presidente y quien asegura que, entre líneas, quiere bombardear el sistema.

Para la oficialidad seguramente todo se desmadró cuando empezó a meterse sutilmente con Díaz-Canel. Sin embargo, la gota que parece haber colmado el vaso fue posar con la bandera de EE.UU.

No es un enemigo político, pero hace daño

Limia aclaró que el joven no ha cometido delitos y que no es un enemigo político, pero dijo que su falta de ética y la instrumentalización de su apellido hacen daño, dando a entender que la impunidad simbólica que se le ha tolerado a Sandro empieza a colmar la copa.

“Como jefe del Estado Mayor del Ejército, el hijo de Martí participó en la masacre de los Independientes de Color; y el de Céspedes no hablaba español y todos saben que duró en la presidencia de la República burguesa lo que dura un merengue a la puerta de un colegio. Ni Céspedes, ni Martí ni Fidel tuvieron culpa de ello”, advirtió el intelectual.

La analogía histórica no es gratuita: incluso los padres fundadores vieron a sus hijos errar. El linaje, recuerda Limia, no asegura la lealtad ni la dignidad.

Uno de los pasajes más duros del ensayo se refirió directamente al estilo de vida de Sandro: “No sé de qué lugar sacó Sandro su dinero, pero seguro estoy de que no se lo dio Fidel”.

La alusión a la presunta austeridad del mayor de los Castro tampoco fue gratuita: Se trata de señalar que no basta llevar el apellido para ser digno de él, y que Sandro no solo no heredó "la estatura moral" de su abuelo, sino que se ha convertido en su negación mediática.

Incluso advierte que quienes piden su encarcelamiento sin proceso legal estarían cayendo en una trampa propagandística tendida por los enemigos históricos de la Revolución.

“Si va a prisión sin apego a la ley -como más de uno reclama-, la noticia recorrerá el Planeta en fracción de segundos convertida en titular ominoso: ‘La Revolución Cubana devora a sus hijos como Saturno: está preso el nieto de Fidel’”, advirtió.

El “AMÉN” de Gerardo

La intervención de Gerardo Hernández, aunque escueta, concede legitimidad y resonancia institucional al contenido del texto.

Al replicar el texto con un simple “AMÉN”, Hernández no sólo coincide con Limia: bendice simbólicamente la crítica y la convierte en línea moral de interpretación, en un momento donde las redes sociales cubanas están cada vez más polarizadas.

La validación de Limia por parte de Gerardo Hernández no es inocente ni retórica. Con su gesto, Gerardo marcó una línea clara entre los símbolos de la Revolución y los que los empañan.

Y lo hizo sin levantar la voz: apenas con una palabra que, en su concisión, retumba más que mil discursos.

En este contexto, el gesto de Gerardo Hernández cobra peso simbólico y político. La simple palabra “AMÉN” con que compartió el artículo equivale a una aprobación moral e ideológica del contenido, y como figura central del aparato de movilización ideológica, su voz vale más que cien editoriales oficiales.

Cuando Gerardo dice “AMËN”, está diciendo “es así”. Está diciendo “se acabó la paciencia”. Está marcando límites.

En un país donde las palabras pesan más por quién las dice que por cuántas son, el escueto “AMÉN” con que Gerardo Hernández Nordelo compartió la demoledora crítica contra Sandro Castro es todo menos una anécdota sin importancia.

Prueba de ello es que El Necio también ha aportado lo suyo en redes sociales en las últimas horas, también atacando a Sandro.

Y con esa bendición institucional, tácita pero inequívoca, queda claro que el ciclo de indulgencia con Sandro Castro terminó.

Ya no se trata de eco en medios independientes, ni de exiliados enardecidos, ni de internautas hartos...

La orden de atacar a Sandro Castro está dada.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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