Sandro Castro también ha dictado sentencia sobre las recientes declaraciones de Israel Rojas para La Joven Cuba y, aunque discreta, la suya ha sido una reacción de apoyo.
Lo ha hecho con un simple emoticono, suficiente para mostrar su respaldo a unas afirmaciones que han provocado urticaria en el oficialismo más rancio de Cuba.
El nieto díscolo de Fidel Castro parece haberse detenido en particular en la respuesta que el líder del dúo Buena Fe dio a la pregunta: “¿Qué necesita Cuba?”.
“Como país hacen falta muchas cosas, hace falta unidad, hace falta ejemplo personal. Hace falta que se borre la distancia entre los que toman las decisiones y los que padecen las decisiones, y eso no se logra solo con visitas gubernamentales”, respondió Rojas.
“Hace falta también comunicación política bien hecha, hace falta actualización de las formas en que hacemos política. Hace falta escuchar más a la gente. El país que contamos tiene que parecerse al país que vivimos, hace falta mucho por seguir haciendo”, añadió el músico.
El “amén” de Sandro
Sandro acompañó esas palabras con el emoji conocido oficialmente como Person with Folded Hands (persona con manos plegadas), un símbolo que, según el contexto y la cultura de los usuarios, cubre una amplia gama de significados.
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En este caso, parece funcionar como un apoyo enfático, una petición de concreción, un “amén” al deseo y la demanda colectiva que el músico esbozó.
Un respaldo sin rencores
El gesto adquiere un matiz adicional si se recuerda que Sandro Castro fue blanco de duras críticas públicas por parte de Israel Rojas en marzo de 2021, cuando se viralizó un video del joven conduciendo un Mercedes Benz a gran velocidad en La Habana.
En aquella ocasión, el músico calificó el episodio como “la estupidez de un inmaduro” y lo tildó de “grosero, irresponsable e irrespetuoso”, subrayando que el hecho cobraba mayor gravedad por tratarse de un nieto de Fidel Castro.
El texto de Rojas generó entonces una intensa polémica, con miles de comentarios que cuestionaron su postura y que lo acusaron de desviar el foco del privilegio que rodea al apellido Castro.
Que ahora Sandro respalde públicamente a quien lo señaló de esa manera habla, como mínimo, de una ausencia de rencor o de una disposición a coincidir en puntos de interés común, incluso con quienes lo han criticado en el pasado.
En la misma entrevista que generó tanta repercusión, Israel Rojas habló de reconciliación, diálogo y la posibilidad de un indulto para algunos presos del 11J.
Sus declaraciones despertaron escepticismo en una parte de la sociedad civil, que las considera tardías y desfasadas, más consecuencia de la “cultura de la cancelación” que ha padecido el artista, que de una verdadera anagnórisis política.
¿Qué significa el apoyo de Sandro Castro?
El respaldo público de Sandro Castro tiene varias capas de interpretación. En primer lugar, se produce en un contexto en el que miembros de la familia Castro rara vez se pronuncian, y mucho menos para refrendar ideas que, aunque moderadas, apuntan a una crítica directa a la forma en que se gobierna en Cuba.
El gesto, aunque mínimo, rompe con el silencio que la élite política y familiar suele mantener frente a voces que piden cambios estructurales.
En segundo lugar, este apoyo se enmarca en una trayectoria personal reciente en la que Sandro ha marcado distancia con la narrativa oficialista.
Desde hace meses, sus publicaciones y gestos en redes sociales han sido interpretados como señales de incomodidad y disrupción respecto al régimen, algo que ha alimentado tanto el morbo mediático como la incomodidad en sectores cercanos al poder.
El hecho de tender un puente simbólico hacia Rojas, pese al antecedente de 2021, refuerza esa imagen de independencia de criterio y de voluntad de romper con la obediencia que se espera de su apellido.
Además, su respaldo a las palabras de Rojas -que incluyen demandas de unidad, cercanía entre gobernantes y gobernados, escucha a la ciudadanía y actualización de la política- puede leerse como una validación simbólica de que incluso dentro del apellido Castro hay quienes reconocen el desgaste del modelo actual.
Es un posicionamiento sin confrontación directa, pero con un alcance potencialmente incómodo para el oficialismo, porque demuestra que la disidencia no solo viene de la oposición declarada.
Por último, el “amén” de Sandro, las manos en oración, con su aparente sencillez, cumplen una doble función: amplifica el mensaje de Rojas entre públicos que de otro modo podrían descartarlo, y reafirma que la ruptura de consenso ya no es exclusiva de voces marginales.
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