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Tras semanas de incertidumbre, la Empresa de Gas Licuado informó sobre la reanudación de la distribución de gas licuado de petróleo (GLP) en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque.
El servicio, vital para la vida cotidiana de miles de familias, había estado paralizado hasta que, finalmente, un buque descargó combustible en el puerto de la refinería Ñico López.
La entidad explicó en una nota informativa que “una vez recepcionado el gas licuado del petróleo por el puerto de La Habana, se iniciarán de inmediato las operaciones comerciales”.
Sin embargo, el anuncio, más que una solución definitiva, revela el grado de dependencia del país sobre cada arribo puntual de embarcaciones y la fragilidad del abastecimiento de un recurso indispensable.
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Medidas restrictivas para una demanda insatisfecha
La empresa estatal anunció la puesta en práctica de una serie de medidas con el objetivo de "lograr una distribución equitativa del producto".
Las disposiciones establecidas por la empresa se centran en controlar el reparto del poco gas disponible y no en garantizar estabilidad a la población:
Cobertura territorial limitada: Aunque se asegura que se “incidirá en todos los municipios de las tres provincias, con una planificación diaria”, la medida responde más a una estrategia de racionamiento que a una verdadera disponibilidad estable.
Exclusión de clientes: Durante los primeros cinco días, solo podrán comprar quienes quedaron pendientes desde febrero y no lograron hacerlo en junio. Es decir, se prioriza un grupo atrasado, pero muchos otros deberán seguir esperando.
Información fragmentada: La propia empresa reconoce que solo después de esos cinco días “se dará a conocer cómo continuará el proceso de venta”, lo que deja a gran parte de los clientes en un limbo de incertidumbre.
Un solo cilindro por núcleo: La restricción de vender únicamente un cilindro por cliente es un reflejo de la escasez. Para familias numerosas o con necesidades especiales, esta medida resulta claramente insuficiente.
“Distribución equitativa” o administración de la escasez
El director general de la Empresa de Gas Licuado, Iván Agustín Lora Alfredo, dijo en declaraciones a Granma que la planificación busca garantizar “una distribución equitativa”.
No obstante, en la práctica, el término equivale a repartir escasez y prolongar la tensión entre la población que depende de este servicio.
En medio de apagones diarios, el acceso al gas licuado se convierte en la única vía segura para cocinar.
La venta condicionada y limitada no responde a la magnitud de la demanda acumulada, sino que evidencia la falta de soluciones estructurales.
Canales de queja, pero sin respuesta estructural
La empresa recordó que las inconformidades pueden comunicarse al Grupo de Atención al Cliente por teléfono, correo electrónico o de manera presencial en Centro Habana.
Sin embargo, esas vías de contacto son poco más que una salida formal ante problemas que no tienen una solución en el corto plazo, pues dependen de factores externos como la llegada de nuevos barcos y la disponibilidad en divisas para importación.
La reanudación de la distribución del GLP es, sin duda, un respiro para quienes llevan semanas esperando en las tres provincias beneficiadas, pero el panorama general sigue siendo sombrío.
Mientras el país no logre garantizar un suministro estable y previsible, cada anuncio de la empresa será apenas un parche temporal, insuficiente frente a la magnitud de la crisis energética que afecta directamente la mesa y la vida diaria de los hogares cubanos.
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