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Estados Unidos continúa incrementando de manera significativa su despliegue militar en el Caribe al sumar un poderoso escuadrón anfibio a los tres destructores de misiles guiados que ya se aproximan a las costas de Venezuela como parte de una operación antidrogas.
De acuerdo con información publicada por El Nuevo Herald, los buques USS San Antonio, USS Iwo Jima y USS Fort Lauderdale podrían quedar estacionados frente a las costas venezolanas este domingo.
Estas unidades aportan la capacidad de desembarcar rápidamente marines en territorio hostil, ampliando de forma notable el alcance de la operación. En conjunto, transportan unos 4,500 militares, incluidos 2,200 marines de una unidad expedicionaria.
El Pentágono no ha hecho pública la misión, pero funcionarios estadounidenses aseguran que se enmarca en la estrategia de la administración Trump de enfrentar a las “organizaciones narcoterroristas” designadas en la región.
Poder naval y capacidad de desembarco
El USS San Antonio, buque líder de su clase, está diseñado para transportar tropas y equipos directamente a zonas costeras mediante lanchas y helicópteros.
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El USS Iwo Jima, un buque de asalto anfibio clase Wasp, funciona como un pequeño portaaviones capaz de coordinar operaciones aéreas y marítimas a gran escala.
Por su parte, el USS Fort Lauderdale, incorporado en 2022, combina tecnología furtiva con nuevas capacidades de guerra anfibia.
Estos navíos se integran a los destructores USS Sampson, USS Jason Dunham y USS Gravely, dotados con el sistema Aegis y misiles Tomahawk de largo alcance.
La combinación de destructores y buques anfibios otorga a Estados Unidos un poderío que no solo cubre el mar y el aire, sino también la posibilidad de proyectar fuerzas terrestres en caso de necesidad.
Maduro moviliza milicias
El despliegue estadounidense coincide con la decisión de Nicolás Maduro de activar un plan especial para movilizar a 4,5 millones de milicianos en todo el país.
El líder chavista denunció que las “amenazas extravagantes” de Washington buscan justificar una intervención y llamó a las bases a defender “mares, cielos y tierras”.
Mientras tanto, los países del ALBA, reunidos en cumbre extraordinaria, condenaron el movimiento naval de Washington, al que calificaron de “violación del derecho internacional”.
La presencia de destructores y buques anfibios frente a Venezuela eleva la tensión regional y coloca al Caribe nuevamente como escenario de una confrontación estratégica entre Washington y Caracas.
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