En el apasionante mundo de los eufemismos de la llamada "revolución", la sequía, los salideros y las averías ya no dejan a la gente sin agua.
No. Lo que sucede, según el siempre creativo Canal Caribe, es que “se incrementa la poca disponibilidad” de agua en las fuentes de abastecimiento. Porque claro, decir que no hay agua o capacidad para suministrarla sería un exceso de sinceridad impropio de los estándares comunicacionales del sistema.
Durante su último informe del Máster Argelio Fernández —siempre puntual con sus datos, aunque algo distraído con el lenguaje— informó, entre tecnicismos y circunloquios, que más de 884 mil personas en Cuba sufren "restricciones" en el servicio de agua.
Pero lejos de hablar de “crisis”, “emergencia” o incluso “desabastecimiento”, optó por esta joya de la semántica oficial: “tendencia al incremento de las afectaciones por poca disponibilidad”.
¿Qué significa eso en cristiano? Que cada día hay más gente sin agua, más obras de captación afectadas, más provincias sin una gota. Pero tranquilos, compañeros usuarios de la red de abastecimiento, que todo está bajo control léxico.
La culpa, como siempre, es del clima y del “bloqueo”. Llueve poco, hace calor y el “enemigo” acecha. La sequía, esa circunstancia contrarrevolucionaria, se ceba desde “principios de año” con la isla, dando al traste con todas las brillantes estrategias del gobierno de la “continuidad” que lidera Miguel Díaz-Canel.
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Pero ni Argelio, ni los medios oficialistas cubanos se atreven a mencionar la incidencia de los apagones en el suministro, las décadas de desinversión, la negligencia estatal o esas infraestructuras que datan de la época colonial. El problema es la falta de lluvia, no la falta de gestión.
Holguín, Santiago de Cuba y Camagüey lideran el triste ranking del olvido hídrico, mientras la prensa estatal hace malabares verbales para evitar decir lo obvio: no hay agua y, menos aún, soluciones.
Porque en la Cuba de los partes informativos, el apagón no es apagón, es "interrupción programada". La inflación no es inflación, es "desbalance temporal de precios". Y el agua no falta, simplemente "se incrementa su poca disponibilidad".
Una vez más, la prensa oficialista no informa: maquilla, disimula y enmascara la realidad con una neolengua que haría sonrojar a Orwell. Para los propagandistas al servicio del régimen lo importante es que la confusión sustituya a la información, y que la “resistencia creativa” fluya por las tuberías que ellos, los que tienen piscinas y beben agua embotellada, tienen secas.
Como seca se va quedando, poco a poco, la paciencia de los cubanos.
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