Un plan confidencial de la Administración Trump revela que la Franja de Gaza sea gobernada por un fideicomiso estadounidense durante al menos una década tras el fin de la guerra, y que sus más de dos millones de habitantes sean reubicados, ya sea fuera del enclave o en zonas especiales durante la reconstrucción.
La propuesta -revelada por The Washington Post- incluye una transformación radical del territorio: de enclave devastado por los bombardeos israelíes a polo turístico y tecnológico financiado por capital privado internacional.
El documento, de 38 páginas, detalla un ambicioso proyecto conocido como Gaza Reconstitution, Economic Acceleration and Transformation Trust (GREAT Trust), que promete convertir Gaza en una “Riviera de Oriente Medio” sin intervención presupuestaria directa del gobierno de EE.UU.
A cambio de entregar sus tierras, los palestinos recibirían pagos, subsidios y un token digital con valor futuro, en una fórmula que busca incentivar su salida voluntaria mientras se construyen nuevas ciudades inteligentes sobre las ruinas.
Un fideicomiso para reconstruir y transformar
El GREAT Trust actuaría como una administración fiduciaria con control completo del enclave durante diez años.
Su objetivo sería reurbanizar Gaza desde cero, creando entre seis y ocho “ciudades inteligentes impulsadas por inteligencia artificial”, dotadas de viviendas, escuelas, hospitales, industrias ligeras y centros de datos.
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El plan contempla también resorts de playa, campos de golf, autopistas con nombres de líderes del Golfo y, eventualmente, islas artificiales como las de Dubái.
La financiación provendría exclusivamente de capital privado e inversiones públicas no estadounidenses, estimadas en 100,000 millones de dólares.
Según las proyecciones, el retorno esperado cuadruplicaría la inversión en una década, gracias a ingresos autogenerados provenientes de lo que el plan denomina “mega-proyectos”.
A diferencia de iniciativas previas, el fideicomiso no dependería de donaciones internacionales ni de fondos federales estadounidenses.
“No depende de donaciones”, subraya el documento, diferenciándose de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), que actualmente distribuye ayuda alimentaria en el sur del enclave con respaldo de contratistas privados de seguridad.
Reubicación incentivada
Uno de los puntos centrales del plan es la reubicación masiva de la población gazatí, planteada como “voluntaria” pero condicionada a las posibilidades de reconstrucción dentro del territorio.
Los más de dos millones de palestinos podrían optar por marcharse a otro país o por trasladarse temporalmente a “zonas restringidas y seguras” dentro de Gaza mientras duren las obras.
Cada persona que decidiera abandonar el enclave recibiría 5,000 dólares en efectivo, además de subsidios para cuatro años de alquiler y un año de alimentos.
El fideicomiso estima que cada reubicación ahorraría 23,000 dólares en comparación con el costo de mantener a esa persona dentro de Gaza durante el proceso de reconstrucción.
A los propietarios de tierras se les ofrecería un token digital a cambio de sus derechos de reurbanización, canjeable en el futuro por un apartamento en una de las nuevas ciudades o por ayuda para comenzar una vida en otro país.
Quienes permanezcan o regresen tras la reconstrucción recibirían apartamentos valorados en 75,000 dólares.
Empresarios, consultores y exmilitares
El diseño del GREAT Trust estuvo a cargo de un grupo de empresarios israelíes liderado por Michael Eisenberg y Liran Tancman, este último exoficial de inteligencia militar.
La planificación financiera fue realizada por un equipo de Boston Consulting Group (BCG), cuyos responsables fueron luego despedidos, según confirmó la propia consultora.
Algunos de los creadores del plan participaron también en la creación de la Fundación Humanitaria de Gaza, una organización controvertida por operar con contratistas armados y mantener vínculos estrechos con intereses israelíes y estadounidenses.
La propuesta plantea que Israel ceda autoridad administrativa sobre Gaza al fideicomiso mediante un acuerdo bilateral con EE.UU., con la posibilidad de sumar países árabes y crear una institución multilateral.
Durante el primer año de implementación, Israel mantendría derechos de seguridad generales sobre el enclave, mientras que la protección interior estaría en manos de contratistas militares privados y nacionales de terceros países.
Reacciones y reuniones internas
Aunque la Casa Blanca no ha emitido declaraciones oficiales, The Washington Post confirmó que el plan fue discutido recientemente en reuniones celebradas en Washington.
Entre los participantes figuraron el secretario de Estado Marco Rubio, el ex primer ministro británico Tony Blair, el enviado especial Steve Witkoff y Jared Kushner, yerno de Trump.
Una fuente anónima con conocimiento de las deliberaciones afirmó al diario que el gobierno “tiene un plan muy completo”.
No está claro si la propuesta filtrada representa exactamente la visión oficial, pero dos fuentes cercanas al proceso aseguraron que fue diseñada para materializar las ideas de Trump sobre Gaza.
Durante su campaña de 2024, el presidente prometió terminar rápidamente con la guerra, pero una vez en el poder enfocó su discurso en la reconstrucción del enclave.
“Debe reconstruirse de otra manera”, declaró en febrero.
“Gaza es una ubicación fenomenal… frente al mar, con el mejor clima. Todo es bueno. Se pueden hacer cosas hermosas allí”, añadió entonces.
En la misma línea, en una conferencia de prensa junto a Netanyahu, Trump aseguró que “Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza” y habló de una “posición de propiedad a largo plazo”.
Desplazamiento, legalidad y antecedentes
La posibilidad de trasladar a los gazatíes fuera del enclave ha sido discutida históricamente en sectores de la política israelí.
Desde la retirada israelí en 2005, el enclave ha sido gobernado por Hamás, con un frágil equilibrio sostenido a través de escaladas militares intermitentes.
En las últimas semanas, Israel ha concentrado a la población en Rafah, en el extremo sur, y ha anunciado una nueva ofensiva para tomar el norte de Gaza.
El primer ministro Netanyahu ha afirmado que no busca quedarse con el enclave, pero insiste en que Israel debe mantener el control de seguridad permanente. Algunos miembros de su coalición han propuesto incluso la anexión completa.
Varios países han sido mencionados como posibles destinos para los palestinos desplazados: Libia, Sudán del Sur, Etiopía, Somalilandia e Indonesia.
Ninguno de ellos, salvo Indonesia -que ha acogido pacientes palestinos por motivos médicos- ha confirmado su participación.
Somalilandia incluso no es reconocida como Estado independiente por la comunidad internacional.
Trump declaró recientemente que están “evaluando eso ahora mismo”, en referencia a los países anfitriones.
Su administración ha evitado confirmar compromisos diplomáticos al respecto.
Críticas legales y oposición desde Gaza
Expertos en derecho internacional han advertido que cualquier intento de impedir el retorno de la población desplazada o no garantizar su bienestar básico durante el proceso podría constituir una violación del derecho internacional humanitario.
“La urgencia es extrema. La magnitud del proyecto de reconstrucción es extrema. Y la cuestión política es tan incierta como siempre”, afirmó Yousef Munayyer, del Arab Center en Washington.
Desde Gaza, las reacciones muestran rechazo.
Otras propuestas en disputa
El plan del GREAT Trust se suma a una larga lista de propuestas para el “día después” en Gaza.
La administración Biden presentó en enero una hoja de ruta hacia un Estado palestino, con una administración interina supervisada por la ONU y policía palestina seleccionada.
Por su parte, Egipto propuso en marzo un gobierno de tecnócratas gazatíes respaldado por financiación del Golfo.
Ambos planes han sido rechazados por Israel y por sectores de la administración Trump, los únicos actores que han hablado abiertamente de reubicar a la población fuera del enclave.
Mientras tanto, la situación humanitaria en Gaza continúa deteriorándose. Más de 60,000 personas han muerto según organizaciones locales, y cerca de medio millón enfrenta niveles extremos de hambre.
El 90 % de las viviendas está destruido, y las perspectivas para la población civil se oscurecen bajo un panorama en el que su propio futuro se negocia sin su participación.
Preguntas frecuentes sobre el plan de Trump para el futuro de Gaza
¿Qué es el plan GREAT Trust para Gaza propuesto por Trump?
El plan GREAT Trust es un proyecto de la Administración Trump que propone transformar la Franja de Gaza en una "Riviera de Oriente Medio". Se trata de un fideicomiso administrado por Estados Unidos durante diez años, con la intención de convertir el territorio en un polo turístico y tecnológico. La iniciativa incluye la reurbanización del enclave con ciudades inteligentes y mega-proyectos financiados por capital privado internacional.
¿Cómo se llevaría a cabo la reubicación de la población de Gaza según el plan?
La reubicación de la población de Gaza se plantea como voluntaria, pero condicionada a las posibilidades de reconstrucción del territorio. Se ofrece a los más de dos millones de palestinos la opción de trasladarse a otros países o a zonas seguras dentro de Gaza durante las obras. Aquellos que opten por salir recibirían compensaciones económicas, como un pago de 5,000 dólares y subsidios para alquiler y alimentos.
¿Cuáles son las críticas al plan de Trump para Gaza?
El plan ha sido criticado por posibles violaciones al derecho internacional humanitario. Expertos señalan que impedir el retorno de la población desplazada o no garantizar su bienestar podría ser ilegal. Además, el proyecto enfrenta rechazo desde Gaza y sectores internacionales, que lo ven como una solución impuesta sin considerar la perspectiva de los palestinos.
¿Cuánto costaría el proyecto GREAT Trust y cómo se financiaría?
El proyecto GREAT Trust se estima en 100,000 millones de dólares, financiados exclusivamente con capital privado e inversiones no estadounidenses. La propuesta no dependería de donaciones internacionales ni fondos federales de Estados Unidos, a diferencia de iniciativas previas. Se espera que el retorno de la inversión cuadruplique su valor en una década.
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