Cubanos opinan sobre el vestido de Lis Cuesta: "Debía ir vestida de negro cerrado, de luto por el pueblo"

“El dinero con que pagaron ese trapo está manchado de sangre. Si vistes a la mujer de un dictador, ayudas a lavar su imagen frente al mundo”, sentenció un internauta en las redes sociales de la modista que presumió de autoría.

Lis Cuesta en Vietnam © Facebook / Saday Modista
Lis Cuesta en Vietnam Foto © Facebook / Saday Modista

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La reciente aparición pública de Lis Cuesta Peraza, esposa de Miguel Díaz-Canel, en la gira oficial por Vietnam, volvió a encender la polémica en redes sociales.

Esta vez no fue por sus discursos ni por su rol como acompañante permanente del gobernante cubano, sino por el vestido que lució en los actos protocolares de Hanoi: un diseño de la casa Saday Modista, inspirado en la guayabera como símbolo de identidad nacional.

Captura de pantalla Facebook / Saday Modista

La firma celebró en Facebook lo que consideró “un honor”: vestir a Cuesta en una fecha clave para Vietnam y Cuba, el Día Nacional de ese país.

Sin embargo, lo que comenzó como un gesto de promoción para una pequeña empresa privada terminó convertido en un campo de batalla digital, donde cientos de cubanos cuestionaron la pertinencia de exhibir lujo y elegancia en medio de la grave crisis que atraviesa la isla.

Uno de los comentarios más compartidos resumió el sentir de muchos: “Debía ir vestida de negro cerrado, de luto por el pueblo que revienta de carencias, apagones y necesidades de todo tipo mantenidas en años. No sé cómo puede, de verdad”.


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Otros usuarios denunciaron la contradicción entre el glamour de los viajes oficiales y la precariedad cotidiana en Cuba: “La primera dama viajera estrenando diseños y espejuelos de Prada, mientras las madres cubanas luchan por poner un bocado en la mesa entre apagones y pobreza”.

El costo del vestido también fue blanco de críticas. “¿Cuánto cuesta una pieza así? Para tener una idea de cuánto se despilfarra y se bota el dinero de la primera no dama”, preguntó un usuario. Otro ironizó: “Yo tengo un saco de yute en mi casa que con un hilo negro hago el mismo vestido y sale más barato”.

El debate se encendió aún más cuando el periodista oficialista Abdiel Bermúdez se sumó a los elogios a la modista, calificando el diseño como un ejemplo de “elegancia, buen gusto y cubanía”.

La respuesta ciudadana fue implacable. “Esto va de apagones de 24 horas, de cocinar con leña, de migración masiva, y tú riéndole las gracias a esta gente”, le espetó un comentarista. “Esto va de alta costura”, se defendió, escurridizo, Bermúdez; a lo que otro internauta respondió tajante: “Esto va de alta costura, pero muy baja moral”.

El tono sarcástico también abundó. “No es una bata de casa, es una funda de 400 hilos”, ironizó una internauta. “Parece un espantapájaros”, agregó otra. Un tercero se burló cruelmente: “La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”.

Las críticas no se limitaron al vestido. Muchos se preguntaron por qué Cuesta forma parte de la comitiva oficial cuando no ostenta ningún cargo de Estado. “¿Por qué forma parte de la delegación? Cada vez que el marido viaja, ella también. Lo nunca visto”, escribió un usuario.

Otra fue aún más tajante: “Esa señora no representa ninguna identidad cubana y es sumamente impopular entre el pueblo. Lo único que fue a hacer a Vietnam es fumarse miles de dólares del presupuesto nacional”.

Incluso quienes defendieron la labor de la modista reconocieron que asociar su marca a la imagen de la esposa de Díaz-Canel fue un error de cálculo. “El emprendimiento lo destruyó la propia emprendedora al jactarse de vestir a alguien tan grotesco e impopular. Una pena, porque se nota la calidad del diseño”, lamentó una internauta.

La polémica reveló no solo el rechazo a Cuesta Peraza como figura pública, sino también la sensibilidad de los cubanos frente a cualquier despliegue de lujo en tiempos de escasez.

Mientras el oficialismo insiste en mostrarla como un símbolo de “elegancia y cubanía”, la ciudadanía la percibe como un recordatorio doloroso de la distancia entre la élite del poder y la realidad del país.

Un comentario final lo resumió con crudeza: “El dinero con que pagaron ese trapo está manchado de sangre. Si vistes a la mujer de un dictador, ayudas a lavar su imagen frente al mundo”.

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Este artículo ha sido generado o editado con la ayuda de inteligencia artificial. Ha sido revisado por un periodista antes de su publicación.




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