Trump confirma: “Los días de Maduro están contados”

Entrevistado para el programa '60 Minutes' de la CBS, el presidente de Estados Unidos afirmó que el fin del chavismo se acerca, pero evitó confirmar si prepara un ataque militar contra Venezuela.

Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores y Donald Trump © Instagram / @nicolasmaduro - whitehouse.gov
Nicolás Maduro y su esposa Cilia Flores y Donald Trump Foto © Instagram / @nicolasmaduro - whitehouse.gov

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró que el tiempo en el poder del dictador venezolano Nicolás Maduro “está llegando a su fin”, aunque evitó confirmar si Washington planea una intervención militar directa en el país sudamericano.

“Yo diría que sí. Creo que sí”, respondió Trump cuando la periodista Norah O'Donnell, de '60 Minutes' (CBS News), le preguntó si los días de Maduro como presidente estaban contados. “No voy a decirles qué voy a hacer con Venezuela, si lo voy a hacer o si no lo voy a hacer”, añadió, dejando abierta la posibilidad de una acción inminente.

El mandatario estadounidense, que mantiene una política de presión máxima contra los regímenes de izquierda aliados de Cuba, hizo estas declaraciones tras el despliegue de más de 10,000 efectivos, aviones de combate F-35 y varios buques de guerra —incluido el portaaviones USS Gerald Ford— en el mar Caribe, a pocas millas de las costas venezolanas.

“Lo dudo. No lo creo”, dijo Trump al ser consultado sobre si Estados Unidos se encaminaba hacia una guerra con Venezuela. Sin embargo, justificó la presencia militar alegando que el régimen de Maduro “ha tratado muy mal a Estados Unidos”, y acusó al gobierno chavista de vaciar cárceles y hospitales psiquiátricos para enviar “criminales y enfermos mentales” al territorio norteamericano durante la administración de Joe Biden.

Fuentes de inteligencia citadas por CNN señalaron que el Pentágono ha considerado “ataques quirúrgicos” contra laboratorios de cocaína y rutas de narcotráfico dentro del territorio venezolano, operaciones que contarían con apoyo logístico desde bases en Puerto Rico y Curazao.

Según informes previos, las fuerzas estadounidenses habrían destruido al menos nueve embarcaciones y causado decenas de muertes en el Caribe, como parte de una ofensiva para frenar el tráfico de drogas.


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Trump no confirmó ni negó esas acciones, pero dejó claro que “Venezuela es un país que ha permitido que se vacíen sus prisiones hacia Estados Unidos”, calificando esa situación como “una prioridad de seguridad nacional”.

El aumento de tensiones ha generado preocupación en América Latina, donde varios gobiernos han pedido evitar una escalada militar. Sin embargo, en Washington crece la percepción de que el colapso del régimen chavista es “cuestión de tiempo”.

“Los días de Maduro están contados”, repitió Trump, marcando un nuevo punto de inflexión en la ya deteriorada relación entre Caracas y Washington.

Washington repite un mismo mensaje: “Los días de Maduro están contados”

El mensaje de que “los días de Nicolás Maduro están contados” se ha convertido en una frase recurrente entre altos funcionarios y figuras influyentes de Estados Unidos durante las últimas semanas, en una clara señal de endurecimiento del discurso hacia el régimen chavista y de preparación para un posible cambio político en Venezuela.

Desde principios de octubre, tanto miembros del gobierno de Donald Trump como legisladores republicanos y ex altos cargos de inteligencia y diplomacia han coincidido en advertir que el poder del dictador venezolano atraviesa su fase final.

El 5 de octubre, el exasesor de Seguridad Nacional general Michael Flynn aseguró que “Maduro está acorralado y su caída es cuestión de tiempo”, subrayando que Washington “no permitirá que Venezuela siga siendo un santuario del narcotráfico y un aliado de La Habana y Teherán”.

Diez días después, el 15 de octubre, medios de prensa internacionales alertaron de que Estados Unidos había cerrado el cerco militar en torno a Venezuela, con ejercicios conjuntos en el Caribe y el Pacífico, y una movilización naval “sin precedentes” desde 2020.

Fuentes del Pentágono citaron entonces la “necesidad de garantizar la seguridad hemisférica” ante la supuesta colaboración del chavismo con redes criminales y grupos armados.

El 27 de octubre, el senador republicano Rick Scott volvió a insistir en el mensaje: “Maduro sabe que su final está cerca. Estados Unidos y nuestros aliados no descansarán hasta ver a Venezuela libre de su dictadura”, declaró en Washington.

Un día más tarde, el exembajador estadounidense ante la OEA afirmó que “los próximos 30 días podrían ser decisivos” para el futuro de Maduro, en referencia a los movimientos militares estadounidenses en el Caribe y al deterioro interno del régimen.

También la congresista María Elvira Salazar, en declaraciones recogidas el 11 de octubre, sostuvo que “Maduro está aterrado” y que su círculo de poder “busca una salida negociada ante el cerco internacional”.

Estas declaraciones, difundidas por diversos medios, refuerzan la percepción de que la administración Trump y el Congreso estadounidense actúan de manera coordinada para presionar el colapso del chavismo.

En conjunto, la narrativa de Washington apunta a una misma dirección: Maduro se encuentra en su momento político más débil, aislado internacionalmente, con crecientes sanciones económicas y un cerco militar que deja pocas opciones de supervivencia al régimen.

“Los días de Maduro están contados” ha pasado de ser una declaración diplomática a convertirse en una consigna estratégica que prepara el terreno político y comunicacional para un posible desenlace en Venezuela.

Rusia entra de lleno en la crisis caribeña del régimen de Nicolás Maduro

Por su parte, este domingo Moscú confirmó que ha intensificado su presencia y apoyo al régimen chavista en Venezuela, lo que redefine el contexto geopolítico en el Caribe. Según reportes de medios internacionales, el gobierno de Maduro ha solicitado formalmente el respaldo ruso mientras Washington despliega fuerzas navales y aéreas en la zona.

De acuerdo con la información, Caracas habría firmado recientemente un tratado de asociación estratégica con Rusia que abarca no solo cooperación económica, sino también intercambio militar, formación, suministro de tecnología y colaboración energética.

Moscú, por su parte, habría respaldado diplomáticamente a Maduro ante la presión de Donald Trump y su administración, y ha rechazado lo que califica de “intentos de injerencia” de EE.UU. en la región.

El fortalecimiento del vínculo entre Venezuela y Rusia se da en un momento clave. En este marco, la intervención Moscú-Caracas aparece como respuesta directa a lo que el régimen describe como “una amenaza estadounidense” a su soberanía.

Para el régimen cubano y sus aliados en América Latina, este apoyo ruso representa un salvavidas crucial. No solo refuerza la supervivencia política de Maduro frente a sanciones internacionales y campañas de aislamiento, sino que también sirve como plataforma para proyectar poder regional y contrarrestar la hegemonía estadounidense.

Asimismo, Moscú obtiene un aliado estratégico en el hemisferio, acceso a recursos energéticos y una posición geopolítica más amplia que abarca el Caribe.

La solicitud del régimen de Maduro a Rusia y el desembarco del Kremlin en la crisis del Caribe no son meras declaraciones sino un giro estratégico que implica también al régimen cubano y complica aún más la situación de Venezuela, elevando la tensión entre las grandes potencias mientras Caracas se aferra al apoyo externo para mantenerse en pie.

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