Millones de cubanos siguen sin electricidad mientras el gobierno presume de “recuperación energética”

Millones de cubanos en el oriente del país enfrentan un colapso energético tras el huracán Melissa, pese a los informes optimistas del gobierno. Las provincias sufren apagones, falta de agua y una infraestructura devastada.

Vicente de la O Levy © Facebook / Presidencia Cuba
Vicente de la O Levy Foto © Facebook / Presidencia Cuba

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Mientras el Consejo de Defensa Nacional, encabezado por Miguel Díaz-Canel, multiplica las reuniones televisadas y los reportes triunfalistas sobre la “recuperación eléctrica” tras el paso del huracán Melissa, millones de cubanos en el oriente del país siguen a oscuras, sin agua, sin comunicación y sin certezas de cuándo volverá la "normalidad".

En su más reciente videoconferencia con las provincias, la alta dirigencia enfundada en verde olivo repitió la fórmula habitual del régimen: cifras parciales, porcentajes inflados y frases que intentan maquillar el colapso real del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).

Captura de pantalla Facebook / Presidencia Cuba

Acorde al reporte divulgado por Palacio, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, aseguró que el restablecimiento de la energía en Las Tunas alcanza un 94,5 %, en Holguín un 40,5 % y en Guantánamo un 58,7 %.

Sin embargo, las propias empresas eléctricas provinciales reconocen que la mayoría de esos “porcentajes” corresponden a islas de generación aisladas del SEN, y no a un restablecimiento integral del servicio.

En Granma, donde el parque solar de Río Cauto quedó completamente destruido por las inundaciones, apenas la mitad de los clientes cuenta con electricidad. Las autoridades improvisan estructuras provisionales de 110 kilovoltios para sustituir torres caídas, mientras miles de hogares siguen desconectados del sistema nacional.


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En Santiago de Cuba, la UNE habla de circuitos “listos”, pero la central termoeléctrica Renté continúa fuera de servicio, impidiendo la conexión real.

Según estimaciones demográficas recientes, las provincias de Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo concentran cerca de cuatro millones de habitantes, casi un tercio de la población del país.

Son precisamente esas las regiones que permanecen más afectadas por el colapso del sistema eléctrico nacional. En ellas, millones de cubanos sobreviven desde hace más de una semana sin electricidad, sin agua y con una infraestructura en ruinas, mientras el régimen intenta sostener un discurso de normalidad a través de porcentajes y cifras sin sustento técnico verificable.

El discurso oficial busca proyectar eficiencia, pero los hechos muestran otra cosa. Desde el 28 de octubre, el oriente cubano permanece prácticamente colapsado, con severas afectaciones en líneas de transmisión, subestaciones, transformadores y equipos de distribución.

Según cifras de la propia UNE, 339 transformadores están dañados entre Las Tunas y Guantánamo, y la reparación depende de materiales que el país no posee o que llegan con lentitud desde el exterior.

Mientras tanto, con buena parte del Sistema Electroenergético Nacional (SEN) desconectado, el déficit nacional de generación supera los 1,100 megavatios, y los apagones se extienden también por el centro y occidente del país.

Las termoeléctricas Máximo Gómez (Mariel), Felton (Holguín) y Diez de Octubre (Camagüey) operan a mínima capacidad, y más de 500 MW de generación distribuida siguen fuera de servicio por falta de combustible.

Pese a la magnitud de la crisis, la narrativa del régimen se centra en la “unidad” y en el esfuerzo de los Consejos de Defensa Provinciales, presentados como ejemplo de eficacia socialista.

En ese sentido, Díaz-Canel insistió en que “se trabaja fuertemente en la recuperación” y exhibió donativos nacionales e internacionales como símbolo de solidaridad, sin mencionar que la población lleva más de una semana sobreviviendo sin electricidad, cocinando con leña, perdiendo alimentos y con la incertidumbre de cuándo retornarán a la antigua “normalidad”.

El contraste entre el discurso oficial y la realidad que viven los cubanos es abismal. En redes sociales, vecinos de Granma, Holguín y Santiago denuncian que siguen sin luz ni agua, que los pozos eléctricos no funcionan y que los hospitales operan con plantas generadoras obsoletas. Muchos cuestionan los porcentajes presentados por el ministro De la O Levy, a los que llaman “cifras de consuelo”.

La crisis energética actual confirma lo que los cubanos padecen desde hace años: un sistema eléctrico colapsado por la falta de mantenimiento, la corrupción y la escasez crónica de combustible.

El huracán Melissa solo desnudó lo que ya era evidente: la fragilidad de un modelo incapaz de sostener siquiera la infraestructura básica de un país que se apaga, mientras su gobierno baila cifras ante las cámaras para fingir control.

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