Conmovedor testimonio: Una familia cubana llega al cementerio y descubre que sus difuntos desaparecieron



La familia acudíió a dar sepultura a un nuevo difunto, pero lo que encontraron fue el vacío absoluto.

Cementerio de Camagüey (i) y Panteón que fue vandalizado (d) © Facebook/Camila Lobón
Cementerio de Camagüey (i) y Panteón que fue vandalizado (d) Foto © Facebook/Camila Lobón

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“Hoy el super humilde panteoncito de mi familia en Camagüey apareció vacío”, con esta frase contundente comienza la denuncia pública de la artista y activista exiliada Camila Lobón, quien ha narrado un hecho devastador y profundamente simbólico: la desaparición de los restos de sus familiares del Cementerio General de Camagüey.

La familia acudía a dar sepultura a un nuevo difunto, pero lo que encontraron fue el vacío absoluto.

“No estaban los osarios ni las urnas de ninguno de nuestros difuntos”, relató Lobón.

El testimonio, desgarrador y de una claridad dolorosa, da cuenta no solo del ultraje físico, sino de la herida emocional y espiritual que provoca en quienes aún mantienen viva la memoria de sus ancestros.

El despojo final: Sin paz para los muertos

“No consigo ni especular sobre las razones detrás de esto. No hace sentido en las más delirantes lógicas burocráticas, ni en el más miserable acto de saqueo”, dijo la artista.

Entre los restos desaparecidos estaban los de su tío abuelo, un preso político plantado; y los de su bisabuela Rosa y su tía bisabuela Mercedes, “las que nos criaron a todos, las personas más importantes y sagradas para la familia”.


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Aunque Lobón se define como alguien sin religiosidad particular, reveló que en los momentos más oscuros de su vida ha rezado a su bisabuela.

Pero lo más duro -afirma- es el daño causado a los mayores de la familia: “Mi abuela y los mayores, que sí necesitan sus rituales y van todos los años en los aniversarios a conmemorar a sus muertos, están devastados”.

Una Cuba sin consuelo: “No dejan ni a los muertos estar en paz”

El relato es también una crónica del exilio, del dolor de estar lejos, del desgaste cotidiano de quienes viven fuera intentando sostener a quienes se quedaron.

Todos los días uno se levanta con una desgracia distinta sobre Cuba. Vives angustiado acá… con síndrome de culpa encima de todo”, lamenta Lobón.

“Y un día te despiertan con el mensaje de que en el país al que no puedes volver han agarrado y botado como basura la única parte profunda de ti que quedaba, tus muertos”, se quejó.

Lobón cerró su denuncia con un tono de rabia justificada y digna: “Por la memoria de mi abuela, las van a pagar. Ni una sola de sus ofensas quedarán olvidadas. ¡Abajo la dictadura!”.

Fuente: Captura de Facebook/Camila Lobón

Testimonios de una decadencia nacional

La denuncia de Lobón ha encontrado eco inmediato en decenas de testimonios. Lo ocurrido en Camagüey no es, lamentablemente, un caso aislado.

“Un amigo fue al cementerio de Colón en La Habana… los sepultureros le confirmaron como si nada todas las prácticas más delirantes que uno piensa que no puede ser… enterrar muertos sin ataúd, unos encima de otros… robos descarados… vaciar tumbas y tirar los restos”, relató un internatua

Otro relató un caso en Cayo Baríen: “Los chamas… cuando se derrumbó la cerca perimetral… descubrieron que algunos fémures estaban tan duros y buenos como un bate y empezaron a jugar rugby con los cráneos… como bolas de billar”.

“Dios mío, hasta donde llega el horror en Cuba”; “Es lo más grosero, enfermizo y cruel que he visto”, lamentaron otros dos comentarista.

Profanación, comercio, y desidia

Algunos comentarios apuntan a posibles motivaciones detrás de estas profanaciones.

Una usuaria denunció: “No es que los botan. Los roban para venderlos para trabajos religiosos de brujería. Ya ni el descanso eterno se respeta”.

Otros van más allá: “Parece que están vendiendo los panteones… el desastre está en todas las esferas”.

“No solo ha pasado como en tu caso… también sé por familiares que cambian y borran los nombres de los propietarios para introducir otros…”, indicó otro testimonio.

Otro relato da cuenta de un caso semejante: “Con el panteón de mi familia pasó igual… lo vendieron ilegalmente al Ministerio de Cultura”.

La barbarie institucionalizada

La pérdida del respeto por los muertos es vista como una señal de un colapso más amplio: “He afirmado que es decadencia y no poli crisis… es la falla sistemática de un modelo de orientación civilizatorio… nada garantiza que cuando ese tránsito acabe la sociedad no reproduzca eso terrible”.

“En un país tan desacralizado… el saqueo de restos mortales podría entenderse simplemente como una expresión de la indiferencia por los muertos. Pero creo que habla en realidad de la indiferencia por la vida…”, acotó otro internauta.

“A ese país ya no se le puede llamar ni infierno, ahí al menos conservan a sus muertos”; “Ni olvido ni perdón”; “Es devastador y desgastante… nos han quitado hasta nuestros muertos”; “Ni morir ni descansar en paz se puede ya en nuestra tierra”, fueron otras opiniones.  

El derecho a la memoria

Este no es solo un caso de profanación de tumbas. Es un ultraje a la memoria, un reflejo de la degradación total de un país que ha perdido el respeto por la vida y por la muerte.

Y es, sobre todo, una advertencia de lo que sucede cuando una sociedad se descompone al punto de vaciar hasta sus propios cementerios.

Como escribió uno de los internautas: “Nada más devastador que un pueblo al que le han robado incluso a sus muertos”.

Un patrón que se repite: Saqueos y profanaciones en cementerios de toda la isla

El horror denunciado por Camila Lobón no es un caso aislado, sino parte de un fenómeno creciente que afecta cementerios en distintas provincias de Cuba.

En el Cementerio General de Camagüey, por ejemplo, se han documentado tumbas abiertas, bóvedas destruidas, agua estancada, maleza y abandono general; un escenario de deterioro tan crítico que algunos mausoleos aparecen sin tapas y con escombros, mientras se multiplican los reportes de saqueo. 

En otras zonas del país, como en la provincia de Las Tunas, también se han denunciado profanaciones graves: en el Cementerio Vicente García, familiares que fueron a visitar tumbas encontraron restos esparcidos en el suelo, con las urnas mortuorias robadas.

Lo mismo ocurre en cementerios de otras provincias, donde se informa sobre nichos forzados, desaparición de restos, y robos de objetos funerarios o incluso de partes de los cuerpos. 

Las consecuencias no son solo patrimoniales, sino profundas en lo humano y cultural: se arranca de cuajo la identidad, la historia y la memoria de familias enteras, muchas de las cuales viven lejos, en el exilio o emigradas.

Los cementerios, concebidos como espacios sagrados de respeto -donde generaciones posteriores acuden a rendir homenaje a sus muertos- se han convertido en escenarios de desidia, saqueo y profanación.

Preguntas frecuentes sobre la desaparición de restos en cementerios de Cuba

¿Qué ocurrió con la familia de Camila Lobón en el Cementerio General de Camagüey?

La familia de Camila Lobón descubrió que los restos de sus familiares habían desaparecido del Cementerio General de Camagüey cuando acudieron a dar sepultura a un nuevo difunto. No encontraron ni los osarios ni las urnas de sus seres queridos, lo que provocó un profundo dolor y consternación.

¿Es común la desaparición de restos en los cementerios de Cuba?

Lamentablemente, la desaparición de restos y el saqueo de tumbas se han vuelto un fenómeno creciente en los cementerios de Cuba. Casos similares se han denunciado en distintas provincias, reflejando un patrón de profanaciones y robos motivados, en parte, por el deterioro y la falta de vigilancia en estos lugares.

¿Qué posibles razones existen para la profanación de tumbas en Cuba?

Las motivaciones detrás de la profanación de tumbas pueden incluir el robo para la venta de restos humanos destinados a prácticas religiosas de brujería, así como la venta ilegal de espacios funerarios. Estas prácticas reflejan el abandono institucional y la falta de respeto por los difuntos.

¿Cómo afecta social y culturalmente el saqueo de cementerios en Cuba?

El saqueo de cementerios tiene profundas implicaciones sociales y culturales, al destruir la identidad, la historia y la memoria de las familias. Estos lugares, que deberían ser espacios de respeto y recogimiento, se han convertido en escenarios de desidia y profanación, afectando especialmente a quienes viven en el exilio y buscan mantener el vínculo con sus raíces.

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