El régimen cubano volvió a prometer una mejora en la crisis energética nacional, esta vez apostando al gas como solución para 2026.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, afirmó en declaraciones a la televisión estatal que el país espera iniciar el próximo año con un “nivel superior” de producción de gas y generación eléctrica.
Según un reporte del Canal Cubano de Noticias, el funcionario reconoció que la producción de gas —destinada a la generación de electricidad y la cocción de alimentos en La Habana— ha caído en los últimos años por falta de financiamiento. Sin embargo, culpó nuevamente al embargo estadounidense de impedir el acceso del país a fuentes crediticias internacionales.
“Vamos a comenzar el 2026 con una producción de gas superior a la de 2025, que fue aumentando paulatinamente durante todo el año”, aseguró el titular, sin ofrecer cifras concretas ni detallar cómo se financiaría el supuesto incremento.
El ministro también admitió que la producción de crudo nacional y el funcionamiento de las centrales térmicas continúan sin cubrir la demanda, pese a los anuncios de “recuperación” del sector.
En su intervención, justificó la decisión de posponer el mantenimiento de la termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, debido al mal estado técnico de la planta de Felton, en Holguín, una de las más importantes del sistema electroenergético nacional.
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También explicó que sacar a la vez las dos unidades “más potentes del país” sería “insostenible”, por lo que el mantenimiento de Guiteras se hará en un período corto a inicios de 2026, con la esperanza de que pueda resistir el verano.
No obstante, reconoció que Felton se mantiene inestable y podría requerir una parada prolongada, lo que agravaría aún más los apagones.
El titular de Energía defendió que el régimen “no ha dejado de trabajar” en proyectos para reparar Felton 2, construir nuevas unidades en Nuevitas y Mariel, y sustituir calderas, aunque admitió que las inversiones son lentas y dependen de recursos escasos y acuerdos con “países amigos”.
Mientras el gobierno insiste en atribuir los apagones al embargo y a la falta de financiamiento externo, la población sigue enfrentando cortes eléctricos de hasta 10 horas diarias, escasez de gas doméstico y una factura energética que no se ajusta a la realidad del salario.
La apuesta oficial por el gas, presentada como “estratégica”, refleja más una necesidad de supervivencia que una solución sostenible.
Con una red termoeléctrica obsoleta, refinerías deterioradas y sin liquidez para importar combustible, el régimen intenta ganar tiempo prometiendo un repunte energético que no tiene respaldo técnico ni financiero.
En un país sumido en la oscuridad y el descontento, la promesa de más gas para 2026 suena tan frágil como la llama que muchos cubanos intentan mantener encendida en sus cocinas.
Las promesas del régimen sobre una supuesta mejora en la producción de gas para 2026 contrastan con sus propios reconocimientos públicos sobre el colapso energético que atraviesa el país.
Funcionarios del sector eléctrico han admitido abiertamente que los apagones continuarán, señalando que el próximo año “será duro” y que no habrá capacidad suficiente para satisfacer la demanda nacional de electricidad.
A pesar de los anuncios de incrementos en la producción de gas licuado, el propio ministro Vicente de la O Levy reconoció en televisión estatal que las inversiones en generación siguen dependiendo de acuerdos con “países amigos” y que el mantenimiento de plantas clave como Guiteras y Felton está comprometido.
La supuesta estrategia energética carece de respaldo técnico y financiero, mientras la crisis continúa golpeando a los hogares.
Incluso desde la esfera económica, las perspectivas oficiales son poco alentadoras. El gobierno ya ha adelantado que 2026 será un año difícil, y que la capacidad de respuesta estatal estará limitada por la falta de ingresos, la baja productividad interna y los problemas estructurales acumulados.
Estos mensajes, lejos de generar confianza, confirman la prolongación de una crisis que afecta todas las áreas esenciales de la vida en Cuba.
Preguntas frecuentes sobre la crisis energética en Cuba y promesas del régimen
¿Por qué el régimen cubano promete más gas para 2026?
El régimen cubano ha prometido un aumento en la producción de gas como parte de sus intentos por aliviar la crisis energética del país. Según el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, se espera comenzar 2026 con una producción de gas superior a la de 2025, lo que supuestamente ayudaría en la generación eléctrica y la cocción de alimentos en La Habana. Sin embargo, no se han proporcionado cifras concretas ni detalles sobre cómo se financiará este incremento.
¿Cuáles son las principales dificultades que enfrenta el sistema eléctrico cubano?
El sistema eléctrico cubano enfrenta problemas debido a una infraestructura obsoleta, falta de mantenimiento, escasez de combustible y carencia de financiamiento. El déficit de combustible y la obsolescencia tecnológica son las causas principales de los prolongados apagones. A pesar de las reparaciones en algunas plantas y la incorporación de energías renovables, estos problemas estructurales continúan afectando la estabilidad del sistema.
¿Qué papel juegan las energías renovables en la estrategia energética de Cuba?
Las energías renovables, en particular los parques solares, son una parte crucial de la estrategia del régimen cubano para enfrentar la crisis energética. El gobierno ha decidido enfocarse en la instalación acelerada de parques solares, ya que considera que modernizar las termoeléctricas lleva más tiempo y recursos. Sin embargo, la integración efectiva de esta energía en la red nacional enfrenta limitaciones tecnológicas y logísticas.
¿Cómo afecta la situación energética actual a la población cubana?
La crisis energética en Cuba impacta severamente a la población, que enfrenta apagones prolongados, escasez de gas doméstico y un sistema eléctrico inestable. Los cubanos sufren apagones de hasta 10 horas diarias, lo que afecta la vida cotidiana, provoca pérdidas económicas y genera un creciente descontento social. Además, la población debe lidiar con facturas energéticas que no se ajustan a la realidad de sus salarios.
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