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En medio de la aguda crisis energética que sufre Cuba, el reciente anuncio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de Qatar para el Desarrollo sobre un proyecto para llevar gas licuado a 2,2 millones de personas parece más una promesa que a alivio inmediato para un pueblo que vive constantemente entre apagones, colas y miseria.
Según informó el PNUD en su sitio web, ambas entidades firmaron un acuerdo por 4,5 millones de dólares destinado a mejorar el acceso a energía para cocinar y promover un consumo de agua más seguro en las provincias de Artemisa, Mayabeque y La Habana, afectadas por los huracanes Oscar y Rafael en 2024.
El proyecto, que se supone deba implementarse a inicios de 2026, pretende beneficiar también a 200 instituciones de servicios públicos, entre ellas centros de salud, escuelas y entidades de producción de alimentos.
El plan incluye apoyo a los Sistemas de Atención a la Familia, encargados de la distribución de comida a personas vulnerables, como adultos mayores y discapacitados.
“El Fondo de Qatar para el Desarrollo se compromete a apoyar a las comunidades afectadas por desastres naturales y crisis climáticas, garantizando que reciban los recursos esenciales necesarios para impulsar su recuperación”, declaró Fahad Hamad Al-Sulaiti, director general de la institución qatarí.
Por su parte, Fernando, representante residente del PNUD en Cuba, afirmó que ampliar el acceso a la energía es una prioridad para el organismo.
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“Con esta contribución fortaleceremos la resiliencia de las comunidades y ampliaremos el acceso a servicios esenciales y agua potable en las provincias afectadas”, aseguró.
Los huracanes Oscar y Rafael golpearon el occidente cubano con menos de un mes de diferencia, dejando zonas de tres provincias sin electricidad durante semanas.
Sin embargo, más de un año después, los cortes eléctricos continúan siendo una constante en la isla, donde el colapso del sistema energético estatal mantiene a millones de cubanos viviendo entre apagones y escasez.
En ese contexto llega la “promesa” de mejorar los servicios básicos con financiamiento internacional y se suma a la realizada recientemente por el régimen cubano que aseguró una mejora en la crisis energética nacional, esta vez apostando al gas como solución para 2026.
Preguntas frecuentes sobre el proyecto de gas licuado en Cuba
¿En qué consiste el proyecto de gas licuado para Cuba?
El proyecto consiste en llevar gas licuado a 2,2 millones de personas en Cuba, afectadas por la crisis energética y los huracanes. Este esfuerzo es parte de un acuerdo entre el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Fondo de Qatar para el Desarrollo, con una inversión de 4,5 millones de dólares. El objetivo es mejorar el acceso a energía para cocinar y promover un consumo de agua más seguro en las provincias de Artemisa, Mayabeque y La Habana.
¿Cuándo se implementará el proyecto de gas licuado en Cuba?
El proyecto de gas licuado está programado para implementarse a inicios de 2026. El plan busca beneficiar a 2,2 millones de personas y a 200 instituciones de servicios públicos, como centros de salud, escuelas y entidades de producción de alimentos, especialmente en las provincias afectadas por los huracanes Oscar y Rafael en 2024.
¿Qué papel juega el Fondo de Qatar para el Desarrollo en el proyecto de gas licuado?
El Fondo de Qatar para el Desarrollo proporciona el financiamiento de 4,5 millones de dólares para el proyecto de gas licuado en Cuba. Su director general, Fahad Hamad Al-Sulaiti, afirmó que la institución está comprometida a apoyar a las comunidades afectadas por desastres naturales y crisis climáticas, garantizando que reciban los recursos esenciales necesarios para su recuperación.
¿Cómo afecta la crisis energética en Cuba a la población?
La crisis energética en Cuba ha dejado a millones de personas viviendo entre apagones y escasez. El colapso del sistema energético estatal ha sido constante, especialmente tras el impacto de fenómenos naturales como los huracanes Oscar y Rafael. La infraestructura obsoleta, la falta de inversión y la dependencia de mecanismos de financiamiento internacional han condenado a la población a enfrentar apagones frecuentes y servicios básicos inestables.
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