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Vietnam volvió a apostar por la agricultura cubana. La Embajada de Vietnam en Cuba anunció en Facebook que Hoang Gia Viet Food, JSC firmó en La Habana un contrato de empresa mixta con la Compañía Agrícola Alquízar, del Grupo Agroforestal de Artemisa, para desarrollar durante 25 años, prorrogables, la cadena de valor del marañón y otros cultivos de ciclo corto.
La inversión asciende a 50,56 millones de dólares, destinados a tecnología, transporte y equipamiento agrícola. El diario oficial Nhan Dan confirmó la información, alegando que el proyecto se ampara en la Ley de Inversión Extranjera cubana y está enfocado en “procesar y comercializar marañón”, así como calificó el acuerdo como “un resultado concreto de la cooperación estratégica” entre ambos gobiernos.
La firma fue celebrada con solemnidad por autoridades de ambos países. Se encontraba el embajador vietnamita Lê Quang Long, el viceministro cubano de Agricultura Telce Abdel González Morera y representantes de la provincia de Artemisa.
Pero mientras los discursos hablan de “amistad eterna” y “alianza estratégica”, la realidad cubana pinta otro cuadro, el de una población atrapada en la peor crisis alimentaria y energética en décadas, esperando soluciones que nunca llegan desde estos proyectos multimillonarios.
Artemisa, donde se instalará el nuevo programa, es la misma provincia que recientemente abrió tierras ociosas a empresas vietnamitas para sembrar soya, frijol verde, maní y marañón con destino preferente a la exportación. Los mercados locales, en cambio, permanecen vacíos. La inversión extranjera crece, pero no la comida en la mesa del cubano.
El nuevo anuncio llega meses después de que Vietnam donara 15 millones de dólares al “pueblo cubano”, el cual fue recibido por el gobernante Miguel Díaz-Canel durante su visita a Hanói y de que ampliara esa cifra a 23,3 millones en una campaña que incluyó aportes de niños vietnamitas que “rompieron sus alcancías”, según la propaganda oficial.
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Pese a la ola de donaciones e inversiones, el impacto para la población sigue sin verse. El régimen no ha explicado cómo se utilizaron los millones recibidos ni qué parte de los proyectos agrícolas se destinará al consumo interno. Lo que sí está claro es que Vietnam se ha convertido en un sostén clave para el gobierno cubano en un momento de aislamiento financiero y de impagos que han alejado a China y Rusia.
Incluso empresas vietnamitas han mostrado frustración por fondos congelados en bancos cubanos, trabas burocráticas y falta de garantías para las inversiones. Aun así, el gobierno de Vietnam continúa suministrando capital, tecnología y energía a una economía que no logra despegar ni responder a las necesidades básicas de su gente.
El proyecto en Artemisa se presenta como un modelo de cooperación, pero para miles de familias cubanas que hoy buscan desesperadamente aceite, arroz o leche, estas inversiones parecen inscribirse en la misma lógica de alianzas celebradas en actos oficiales, mientras la crisis en los hogares se profundiza.
La elección del marañón como cultivo estrella del proyecto resulta simbólica, debido a que es un producto de nicho, ajeno a la dieta cotidiana del cubano, pero atractivo para el comercio exterior. Una apuesta que revela las prioridades: generar divisas, no alimentar al país.
Preguntas frecuentes sobre la inversión vietnamita en la agricultura cubana
¿En qué consiste el nuevo proyecto agrícola entre Vietnam y Cuba en Artemisa?
El proyecto se centra en la creación de una empresa mixta para desarrollar la cadena de valor del marañón y otros cultivos de ciclo corto. La inversión es de 50,56 millones de dólares y se destinará a tecnología, transporte y equipamiento agrícola. El proyecto está amparado por la Ley de Inversión Extranjera de Cuba y se extenderá por 25 años, prorrogables.
¿Cuál es el impacto esperado de esta inversión extranjera en la población cubana?
Aunque la inversión busca mejorar la producción agrícola, los beneficios para la población cubana son inciertos. La realidad muestra que estas inversiones están más enfocadas en generar divisas a través de la exportación que en mejorar la disponibilidad de alimentos para los cubanos, quienes siguen enfrentando mercados desabastecidos y precios altos en productos básicos.
¿Qué desafíos enfrentan las empresas vietnamitas al invertir en Cuba?
Las empresas vietnamitas se enfrentan a obstáculos como la congelación de fondos en bancos cubanos, trabas burocráticas y falta de garantías para sus inversiones. A pesar de estas dificultades, Vietnam sigue siendo un aliado clave para Cuba, proporcionando capital, tecnología y energía a la economía cubana.
¿Por qué se ha elegido el marañón como cultivo principal del proyecto en Artemisa?
El marañón se ha elegido por su atractivo en el comercio exterior, aunque es un producto de nicho poco común en la dieta cotidiana del cubano. Esta elección refleja las prioridades de generar divisas más que de alimentar al país, enfocándose en cultivos que tienen un mercado internacional, pero que no necesariamente satisfacen las necesidades alimentarias locales.
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