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El tristemente célebre Bistec de Toronja

Allá por los años 90, cuando el "Periodo Especial" vació las neveras y los estantes de cocina de la gran mayoría de los hogares cubanos, la necesidad nos obligó a inventar, a crear de la nada nuevas recetas de cocina con lo poco que nos quedaba al alcance de la mano

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Este artículo es de hace 7 años

Allá por los años 90, cuando el "Periodo Especial" vació las neveras y los estantes de cocina de la gran mayoría de los hogares cubanos, la necesidad nos obligó a inventar, a crear de la nada nuevas recetas de cocina con lo poco que nos quedaba al alcance de la mano.

Fue asi como se popularizó este invento: el bistec de toronja, una receta desesperada que más que un plato "sui géneris" era un espejismo culinario, un falso consuelo al paladar de la tan añorada carne de puerco, de pollo o de res que en aquel entonces, como se dice en buen cubano "no se encontraba ni en los centros espirituales"

La receta era muy simple, se pelaba la toronja y se extraia toda la masa jugosa dejando solo la corteza blanca. Dicha corteza se picaba en dos o tres "raciones" y se adobaba como un bistec con todo lo que se tuviera: ajo, cebolla, aji, limón, comino, etc.. luego se empanizaba y se freia.

Otra versión era en salsa, en este caso se adobaba y luego se salteaba en el fuego con todas las especias y una cucharadita de aceite, se agregaban una o dos cucharadas de puré de tomate, una tacita de vino seco y listo, a comer sin titubeos aquel increible bistec vegetariano que paradógicamente se inspiraba y evocaba la carne y que pasó a la Historia de nuestra Cultura Culinaria como uno de los frutos más curiosos del ingenio cubano.

Por Ibelis Santos

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