Alina, o Maria Antonia, Doña Justa... o Carmela.
Esos eran los nombres con el cual solía llamarla; porque Alina Rodriguez, todo lo que hizo en vida, fue vestirse con la piel de aquellos personajes que interpretó, y que hicieron memorable, su presencia en las pantallas, o en las tablas.
Desde su memorable actuación en Contigo pan y Cebolla, de Héctor Quintero, su histrionismo sentó pautas en las artes escénicas cubanas, cuando la vimos, joven, haciendo de María Antonia.
Luego, caló más hondo aún haciendo el papel de Justa, en Tierra Brava, una telenovela donde, para brillar había que ser estrella.
Su luz se impuso, sin arrebatos ni fanfarrias, por encima de Jacqueline Arenal, Fernando Hechavarría, Rogelio Blaín, y solo su pareja, Enrique Molina, pudo hacerle frente a tanta fuerza actoral.
Alina participó en una decena de películas, varias series para televisión y numerosas representaciones teatrales, y no por gusto le arrancó a Consuelito Vidal aquello de "¡Qué tronco de actriz es esa Alina Rodríguez!"
A un año de su desaparición física, justo cuando recibía aún aplausos por su papel de Carmela, en la cinta conducta, Cibercuba les brinda este sentido homenaje a quien no debió partir nunca.
Donde quiera que estés, Alina, ¡¡GRACIAS!! ¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
Por todo lo que en vida nos diste.
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