Unas veinte personas transgénero que residen en el municipio Placetas (Villa Clara) reciben el apoyo de un grupo de activistas que ―en estrecha colaboración con el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex)― les ha ayudado a encontrar trabajo en el ámbito privado y abandonar así la prostitución, que era una práctica recurrente en muchos casos.
Este reportaje realizado por Cubanet recoge el testimonio en particular de Malú, quien recuerda el doble reto que supone para una persona transgénero la integración en la sociedad cubana y tratar de encontrar aceptación, también, en el mundo laboral.
Asegura que aunque “ser trans es muy duro en una sociedad tan machista”, enfatiza que en su caso se siente respetada por sus vecinos.
No obstante, afirma que padece discriminación en algunos lugares y contextos o, incluso, hay personas que simplemente la miran mal. Sin embargo, precisa que la costura ha encauzado su vida y que se siente bien, tiene pareja, estabilidad y trabajo, esto último nada fácil para el colectivo transexual en la Isla.
La entrada de personas transgénero en el ámbito del cuentapropismo en Cuba obedece a una mayor facilidad para integrarse en el ámbito laboral privado que no en el estatal.
"Si te ven vestida de mujer es probable que digan, sin pensarlo mucho, que no hay trabajo”, ha señalado otra entrevistada. Y añade: “Cuesta un poco y la oferta no pasa de auxiliar de limpieza. No te quieren de recepcionista ni secretaria”.
Hasta ahora, la inserción social de los transexuales en Cuba no se encuentra avalada por una ley que proteja sus derechos, lo que hace que no haya garantías de igualdad para acceder al empleo en la Isla.
Hace un par de meses trascendió el caso de Jannette, quien en la provincia de Pinar del Río, gracias a la intervención de Mariela Castro y del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), pudo trabajar de enfermera, pese a que el reglamento laboral de Cuba prohíbe el travestismo.
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