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Desde muy niño, Antonio Arroyo tuvo clara su vocación: el arte. A los nueve años, guiado por un impulso que aún hoy recuerda con nitidez, se presentó en el Instituto Cubano de Radio y Televisión para preguntar cómo podía convertirse en artista.
Ese día marcó el inicio de una trayectoria que lo llevaría a convertirse en un rostro familiar en la televisión cubana, con una carrera sólida en teatro, radio, cine y dirección, incluida su labor al frente del programa “Todo con Tony”.
En este intercambio, el actor, creador y buen amigo comparte su actualidad con los lectores de CiberCuba.
¿Qué haces actualmente? ¿El programa que querías hacer en la televisión ya echó a andar?
El programa lo grabé. Estoy esperando un veredicto de la dirección de Cubavisión. Ha habido muchos contratiempos. Tal parece que no me quieren ahí. Tengo una asesora que es de hierro, Regla Borona, quien ha echado para adelante. Regla es una de las personas más inteligentes que conozco y juntos hemos articulado un team de acero, imbatible. Hemos diseñado, hemos programado el mejor proyecto posible para los sábados por la noche. Lo demás no depende de mí.
Yo no soy chocolate para gustarle a todo el mundo, pero sí soy bueno haciendo mi trabajo. No tengo ninguna vergüenza ni ningún tipo de prejuicio para decirlo y parece que eso no le gusta a alguna gente. Ha sido una tarea terrible poder sacar este programa al aire, que a esta altura no sé si vaya a salir.
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Son disquisiciones que no tienen nada que ver con el programa en sí, sino con otros asuntos... ¡Nada relacionado con el resultado!, que es de lo que va el trabajo artístico en sí, al cual me he dedicado desde hace 55 años.
Tony, te has convertido en un cronista de tu tiempo, de tu entorno. Es un deleite leerte y escucharte: no exageras, no abrumas, eres exacto en tus consideraciones. ¿Tus escritos nunca te han reportado problemas?
Yo escribo y hablo de lo que veo, de lo que escucho, de lo que siento. Es una necesidad compulsiva de comunicar lo que me hace tener una página de Facebook, donde un día sí y un día no o un día sí y otro también, escribo reseñas, crónicas, hablo de la vida, del día a día aquí en Cuba sin ningún tipo de bando porque yo no soy de derecha ni de izquierda, soy solamente un hombre con sentido común. Me voy más por posturas progresistas, en la inclusión, y de eso va mi palabra, mi pensamiento, mi reflexión. Y no... ¡hasta ahora no he tenido problemas! Espero no tenerlos.
¿Cómo puede educarse la sensibilidad y la imaginación por encima de superficiales modos educativos actuales?
La educación debe estar centrada en aprender, en descubrir, en que los maestros les inculquen a los niños la necesidad de leer, la necesidad de investigar. ¡Eso se ha perdido!
Los maestros de ahora, no quiero generalizar, pero hay muchos que no saben dónde están parados. Conozco anécdotas de alumnos que han tenido que corregir a los maestros, algunos de los cuales han quedado dubitativos porque, repito, no saben dónde están parados.
Ahí hay una cuestión como para estudiar porque los niños son las generaciones que en el futuro, en 15 o 20 años, van a gobernar el mundo; en nuestro caso, este país.
No sé si estaré vivo para ese entonces, pero va a ser un problema si no tienen los fundamentos necesarios y abarcadores de la cultura para incluso, sin ir más allá, poder vivir.
Presente y futuro de la televisión cubana
Nuestra televisión es política, está más dirigida a la ideologización que a la cultura, pese a los espacios que tratan de “equilibrar”. La televisión de hace 15, 20 o 30 años, cuando yo era más activo en ella, tenía una distinción cultural. Los decisores eran personas cultas, con conocimientos. Eran personas que irradiaban la cultura y la distribuían de una manera exhaustiva.
Los programas de televisión donde se hablaba de cine. Recuerdo con mucho cariño a Enrique Colina en “24 x segundo”, al Dr. Mario Rodríguez Alemán, las novelas, los espacios de teatro, los del cuento.
La tecnología ha cambiado también y ya no se hace televisión con un backing y dos cámaras en blanco y negro.
Ahora la televisión es en colores y eso conlleva un dinero que, desgraciadamente, el país no tiene.
También está el hecho de que no ven la televisión como un negocio. Brasil sigue siendo un referente importante en cuanto a la producción televisiva y es el 0.2 % del PIB (producto interno bruto). Te das cuenta que ellos, que NO inventaron las telenovelas, se agarraron de lo que hicimos nosotros hace más de 60 y tantos años, casi 70. Cuba y México fueron los líderes de la televisión hispana.
Las radionovelas y las telenovelas cubanas se exportaban muy baratas a todo el continente latinoamericano. Eso siempre me ha dado mucho dolor. Yo he intentado muchas veces hacer una novela con esos códigos... ¡pero nada, nunca me han dejado! Yo quería hacerla, para tratar de venderla, para tratar de que ese beneficio pudiera servir para seguir produciendo, pero ¡no! Sencillamente, ¡no les interesa!
La novela que actualmente ocupa la pantalla del cubano, por suerte, ha sacado la cara porque las dos o tres últimas, por esta cuestión de la falta de dinero, de presupuesto, de financiación para una buena producción, hace que la terminación no sea la más adecuada posible.
Tamara (Castellanos), sin embargo, con el mismo dinero, ha podido hacer una novela que cumple con las expectativas. Y es que cuando hay talento, ganas de trabajar, se pueden hacer cosas.
Precisamente, ¿qué opinión te merece Tamara Castellanos?
Es la hacedora de “esa novela” y lo digo con retintín y subrayado.
¿Crees que las redes pueden supeditar a la radio y la televisión?
Ya las redes están haciendo lo suyo donde quiera, incluso aquí en Cuba. Hay gente que no necesita presentarse en la televisión ni ser escuchado por la radio, artistas me refiero, para que su trabajo pueda ser visibilizado. Estoy pensando en los cantantes urbanos.
Ahora mismo me viene a la mente Musteerifa, una chica que hace rap y está acabando; acabando, acabando, acabando… con un discurso que no tiene nada que ver con letras oprobiosas, vulgares ni con discursos machistas.
Ella es una muchacha lesbiana que no tiene ningún reparo en asumir su homosexualidad. Su voz es maravillosa, tiene una persona que la maneja en las redes y la he visto con lleno absoluto, así que eso te da la medida de por dónde van los tiros.
No se puede obviar el impacto que las redes han tenido en la vida de todas las personas en cualquier parte del mundo. En Cuba me parece que estamos a la zaga, pero ya se van sintiendo atisbos de su importancia. Incluso, hay una estrategia política para que las redes ocupen un espacio de visibilidad preponderante en nuestras vidas.
Una manera de vencer el oprobio, la tristeza, el abandono es el amor, la empatía. ¿Qué opinión tienes del enfrentamiento entre cubanos, que ahora está tan de moda?
Toda la vida me ha parecido absurdo el enfrentamiento entre cubanos. No puede ser que, porque yo me quiera quedar y tú te quieres ir, eso nos distancie. Hay un interés marcadamente económico porque, cuando yo viví en Argentina, la comunidad judía más importante (fuera de Israel esa comunidad es la mayor del planeta) suma a más de 200,000 judíos y todos viven en su barrio, en paz y armonía. Tienen sus restaurantes, sus joyerías, los servicios que ellos ofrecen en su comunidad. Y, allí, nadie se mete con ellos.
Los italianos y los chinos en Estados Unidos, todos se desarrollan en la comunidad. Somos nosotros, el único lugar, el único país donde a la gente se le cuestiona por querer emigrar. Ahí hay algo que no estamos haciendo bien, ¿quién tiró la primera piedra?
Es un asunto con el que no estoy de acuerdo, tanto de una parte como de la otra. Tiene que primar el respeto. A partir del respeto y la aceptación del otro está la comunicación. Yo tengo millones de amigos, casi todos viven en el exterior, ¿y qué?... ¡¿Y qué?!
Eso para mí no es ningún problema. Tengo amigos trumpistas. No hablamos de política; incluso, cuando hablamos de Trump, el “choteo” prima por los desastres que está haciendo ese hombre ahora mismo, pero todo desde una perspectiva de amor, de cariño. No puedo entender que una amistad se acabe porque pensemos diferente y, te aclaro, yo no soy ni de derecha ni de izquierda. Me considero un progresista inclusivo.
Dime de tus libros
Bueno, he escrito dos: Mantilla, después de La Palma y Bendita Habana. Ambos están en Amazon, ahí se pueden adquirir a un precio módico.
Un deseo para los cubanos, para la cultura cubana
Yo deseo para la cultura cubana que sea una cultura integradora, inclusiva; una cultura que vea la cubanía como algo no puramente geográfico, sino como un asunto que vaya mucho más allá de nuestra insularidad. Cuba es de los cubanos dondequiera que estén y, si construimos un diálogo a partir de ahí, creo que vamos a ser mucho mejores, nosotros y los que nos sucedan.
Para los cubanos, para mi pueblo, deseo prosperidad, deseo que nos podamos mirar de frente, con alegría, darnos un abrazo grande por haber nacido en esta isla maravillosa, más allá de donde estemos.
Realmente es un placer infinito dialogar con este hombre, actor, director, gente de pueblo que ahora se ha dado a la tarea de realizar un podcast que refleja la cotidianidad del cubano: los almendrones, los baches, el pan, las clases, los niños, Rafael, el niño de seis años adoptado por una madre y su hija... ¡En fin! Un placer infinito traerlo a las páginas de CiberCuba.
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