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Comunistas de Twitter verdeolivo

La ironía es colosal: los mismos ciber soldados de la dictadura cubana que destinan sus vidas a combatir el capitalismo en internet, deben hacerlo usando tecnologías, ropas, bienes producidos por el capitalismo. De otro modo les sería imposible: el sistema que ellos defienden no ha creado un solo bien utilizado por la humanidad.

Pancarta a la entrada de la UCI en La Habana © web UCI
Pancarta a la entrada de la UCI en La Habana Foto © web UCI

Este artículo es de hace 4 años

Hasta que un buen día le tocó a la maquinaria castrocubana probar una cucharadita de su propio jarabe. Una mañana dos semanas atrás, cuando la infanta Castro y el Prieto exministro y el cuartel propagandístico Cuba-sin-debate despertaron, Twitter los había barrido de allí.

Fue un salpicón de justicia, la verdad. Yo me quedé con sabor a poquito. Porque las compañías capitalistas tienen políticas bonachonas que no albergo yo en mi alma negruzca y vengativa. Twitter les suspendió algunas cuentas, otras las devolvió dos días después, aunque con heridas de batalla a cuestas, con mutilaciones divertidísimas: a todos les mandó a pasear muchos miles de seguidores.

Seguidores más falsos que las dietas de Año Nuevo, claro está. Que todo hay que decirlo. Y aun así Cubadebate, Juventud Rebelde, Granma y sus funcionarios, que son siempre los mismos en todos los casos, se mudaron a Facebook a verter muchos gigabytes de moco tendido porque “inexplicablemente” les habían bloqueado o reducido sus inflados números de seguidores.

Twitter, que es un pajarito azul muy noble y permisivo, se sintió incluso obligado moralmente a emitir un comunicado: habían suspendido decenas de cuentas por amplificar artificialmente la propaganda camuflada como información mediante cientos de cuentas que manejaba a veces un mismo usuario. Lo mismo ha hecho con cuentas provenientes de otros seis países.

En otros casos, se identificaron a los llamados “bots” detrás de las cuentas amputadas: softwares conocidos como “internet robots” que se encargan de correr aplicaciones específicas para las cuales fueron programados. De esa manera la maquinaria cubana, que para hospitales o autobuses solo tiene petróleo coyuntural pero que siempre guarda reservas para su aparato difamatorio, lograba multiplicar el alcance de ciertos contenidos de su interés.

Eliécer Ávila, hoy fundador de Somos+ y activista anti totalitario, formó parte en el pasado del corazón de esas estrategias de choque virtual, y nos confirma el método: “Desde que yo integraba la Operación Verdad, en la UCI, el gobierno de Cuba tenía entre sus prioridades utilizar todas las tecnologías posibles para hacer que sus mensajes y sus campañas hicieran el mayor ruido posible en internet. Eso hacíamos en Operación Verdad, para eso nos reunían en el Palacio de las Convenciones y para eso se destinaban recursos casi infinitos”.

Por eso yo no he parado de flipar con la algarabía castrocubana porque Twitter les desmontara un poco su red de ciber respuesta rápida; el llantén en cuyo mar, si no se lo miran, capaz que se acaben de hundir antes o después de traicionar la gloria que se ha vivido. Que no sé yo cuál sea, pero así les cantaba Pablo antes de convertírseles en Saulo.

Porque es el colmo que los mismos soldados del socialismo que comen, digieren y excretan odio contra el capitalismo despiadado e inhumano, se quejen tan amargamente cuando una empresa muy capitalista ella decide apartarlos por un rato.

Yo suelo poner en práctica un divertido experimento: propóngale a un tierno comunista conservar la pureza existencial alejándose de todo lo que el capitalismo ha producido hasta la fecha. Ese individuo directamente se muere. Así sin más. Estira las patas para siempre.

Como sería demasiado extremo, pídale entonces que vale, está bien, no dejes de comer si la exportación del alimento, o su propia cosecha, se produjo gracias al sórdido capitalismo. Pero no te vistas al menos con sus telas, murales de propaganda neoliberal con banderas y marcas y tal.

Ese interlocutor va a andar a la pelota de por vida.

Por último, pónsela más fácil, ay por tu vida. ¡Que no use los inventos capitalistas para comunicarse! Dile al pulcro idólatra de Marx, al que pone velitas sobre un cuadro de Fidel con sus uñas largas sin cutícula, que se aleje de Windows, y de Mac, y de Samsung y familias. Dile que no solo no use Facebook o Twitter o Instagram: que no use internet alguna, ese engendro macabro ideado originalmente, por si no lo sabía el amigo proletario, por ingenieros militares estadounidenses para sus propias comunicaciones.

Veamos cuánto aguantaría nuestro nuevo mudo amigo.

¡Porque el comunismo no le ha aportado nada útil a nuestra civilización! Salvo muerte, fanatismo, exclusión y pobreza, nada surgido bajo la égida del socialismo trasnochado ha cuajado en este planeta. Nada. Ni un zapato ni una maquinaria ni un tenedor. Los astronautas todavía regresan del espacio impactados cuando observan desde arriba la península coreana: las luces enceguecedoras del lado capitalista son un alegato como un templo contra la oscuridad casi absoluta que hay al otro lado, en el segmento comunista.

Por eso las huidas han sido siempre en un solo sentido. Por eso era el lado comunista de Alemania el que estaba electrificado y con minas antipersonas para no dejar escapar a sus felices habitantes. Nadie huía de la República Federal Alemana a la República Democrática Alemana. Como nadie huye hoy de Corea del Sur a Corea del Norte.

Las fronteras son cosas muy jodidamente evidentes.

Y también lo es que el Socialismo fracasado y tóxico que ha reinado a golpe de sangre en Cuba durante sesenta años, necesite tanto de las tecnologías inventadas por sus propios enemigos para poder proclamar su superioridad y justeza.

Piensa en el Canal Educativo, en Pasaje a lo Desconocido, en la Película del Sábado, en toda la Televisión Nacional, ¿qué sería sin Hollywood, Discovery o History Channel? Bueno, eso mismo es un comunista convencido, sin su cuenta de Twitter verdeolivo.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Ernesto Morales

Periodista de CiberCuba


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