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"¿Con qué cara dicen que nos quedemos en casa si la peladera nos está comiendo por una pata?"

“No sé cómo los dirigentes, empezando por el presidente, se paran a orientar que evitemos las colas. ¿Quién va a evitar las colas si son la única manera de encontrar algo de comida?" se queja un cuentapropista cubano.

Colas para comprar detergente en La Habana (Imagen de archivo) © CiberCuba
Colas para comprar detergente en La Habana (Imagen de archivo) Foto © CiberCuba

Este artículo es de hace 3 años

Cuando un capitán de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) te dice que él no está custodiando un establecimiento comercial para hablar con las tenderas sino “para evitar los alborotos”, a uno solo le queda preguntarse qué hace un agente del orden en una cola que no sea (cuando menos) asegurarse de que las personas no se aglomeren en vano.

Al policía, sin dudas, le toca tener la información de si entrará mercancía o no en el punto de venta que se encuentra. Porque aquellos que duermen desde la noche anterior para marcar en la cola, ya sea para revender lo que compran o no; aquellos que permanecen expuestos durante horas a contagiarse con COVID-19, a veces porque no tienen un pedazo de carne o jabón para bañarse; aquellos desesperados, merecen saber si están esperando en vano o si es seguro que no se irán a casa con las manos vacías.

Las kilométricas filas se reproducen diariamente en Cuba ya se sabe. Pero no porque los cubanos se pongan a sí mismos en esa posición, como afirmaría el mismo oficial de la PNR, sino porque no tienen otras opciones. Al permanecer cerrados numerosos centros de producción y servicios y acrecentarse la penalización de ciertas ilegalidades, cada vez es más difícil resolver algo “por la izquierda”. Así, las compras físicas van de mal en peor a pesar de la reorganización del comercio que ha sido implementada para evitar el acaparamiento, y las electrónicas siguen siendo un desastre al alcance de unos pocos.

Según resalta el joyero Alexis, “ahora la comercialización es más lenta que antes de la pandemia y no veo a nadie pronunciándose para hacer algo diferente. Hay que buscar la forma de multiplicar la velocidad de venta de los productos de mayor demanda porque las colas de dos y tres cuadras duran el día entero y en no pocas ocasiones las personas se quedan esperando un producto que casi nunca llega”.

De acuerdo con lo que considera Jorge, un arrendatario privado de Marianao, el propio sistema de distribución, que es absolutamente caótico, lo obliga a uno a rastrear los productos que le interesan. “El comercio electrónico no resuelve ningún problema ni tampoco la venta de módulos a través de centros de trabajo porque son alternativas que solo benefician a una minoría de la población.

Las cadenas de tiendas recaudadoras de divisas no hacen mucho por minimizar las multitudes en las colas. Las medidas que se toman para acelerar la venta son ineficientes porque no se abastecen todas las tiendas con todo tipo de productos, sino que tienes que estar casi doce horas de pie para comprar detergente, por ejemplo, y al otro día ir a hacer otra cola para ver si entra el pollo.

“No sé cómo los dirigentes, empezando por el presidente, se paran a orientar que evitemos las colas. ¿Quién va a evitar las colas si son la única manera de encontrar algo de comida? ¿Con qué cara dicen que nos quedemos en casa si la peladera nos está comiendo por una pata?”, inquiere molesto el cuentapropista.

No sé cómo los dirigentes, empezando por el presidente, se paran a orientar que evitemos las colas. ¿Quién va a evitar las colas si son la única manera de encontrar algo de comida?

Según hace saber Carlos en Cubadebate, “pienso que toda la seriedad del trabajo del Minsap (Ministerio de Salud Pública) tiene su contraparte en lo desacertado del trabajo del Mincin (Ministerio de Comercio Interior). Y no es que el Minsap no tenga problemas, han existido de forma aislada, pero el Mincin es irritante y cada medida que toma es peor”.

De igual manera, en ese sitio un usuario se refiere a que “todo lo dejan a los compañeros del orden público y otros organismos que apoyan en la organización de las colas. En general no se toman medidas. Hay tiendas cerradas por X o Y. En las abiertas se dejan de utilizar cajas por X o Y”.

No es un secreto que las colas derivan de que el gobierno no ha cumplido su palabra de acercar la venta de productos básicos a los barrios. “Existen muchos kioscos en desuso en los que se podría vender lo elemental a quienes deben caminar kilómetros para comprar algo. Muchas veces se hacen las colas sin saber el producto que está en oferta y en ellas cientos de personas se tiran una encima de la otra. Si las autoridades tomaran medidas de verdad hace rato que hubieran cerrado esas tiendas”, indica Omar Gutiérrez, quien se dedica a copiar audiovisuales para venderlos.

Muchas veces se hacen las colas sin saber el producto que está en oferta

Si bien las tiendas virtuales han estado recibiendo casi diez veces más órdenes que antes de que iniciara la pandemia, constituyen un fiasco. No solo están casi tan desabastecidas como los mercados físicos, donde hoy resulta imposible encontrar crema dental, champú, detergente o carne, sino que funcionan lentamente en el procesamiento de las órdenes, se retrasan en los períodos de entrega a domicilio, cambian la orden original al agotarse un determinado producto y cobran sin que se haya hecho efectiva la compra.

Tanto es así que, tras haber suspendido el servicio a fines de abril por su incapacidad para cubrir todos los pedidos de los clientes y haberlo reabierto hace alrededor de una semana, la corporación CIMEX ha anunciado un nuevo cierre de las tiendas virtuales de TuEnvio en todo el país, con el fin de “perfeccionar el sistema de gestión de inventarios y facturación”.

En palabras de Gustavo, uno de los clientes de la plataforma EnZona, que está asociada al capitalino Centro Comercial de 5ta y 42, se trata de una alternativa que tampoco resuelve el problema real porque se demora diez días y más en traer un pedido que puede ser tan insignificante como dos paqueticos de detergente de 250 gramos. “Cuando uno viene a ver, el producto nos llega cuando ya no lo necesitamos. O juega con nuestro dinero, como si tuviéramos para botarlo. Sé además de envíos que se pueden hacer desde fuera de Cuba, pero son una estafa”, agrega.

A tenor con el ama de casa Aida, de 52 años, hace una semana que perdió casi todo el paquete de datos móviles que había contratado para registrarse en la web y hacer una compra online. “¿A dónde iremos a parar si la forma más efectiva de comprar sigue siendo ir a la tienda y arriesgarse a enfermarse? Lo que más me preocupa es que está situación perdurará, incluso cuando se haya ido el coronavirus”.

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