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Fallece en La Habana el cineasta cubano Enrique Pineda Barnet

Director, guionista y gran comunicador, Pineda Barnet trascendió con películas como La Bella del Alhambra y Soy Cuba, de la que fue coguionista junto al poeta ruso Yevgueni Yevtushenko.

Enrique Pineda Barnet © ICAIC
Enrique Pineda Barnet Foto © ICAIC

Este artículo es de hace 3 años

El reconocido cineasta cubano Enrique Pineda Barnet falleció en la mañana de este martes 12 de enero a la edad de 87 años.

Director, guionista, escritor y gran comunicador, Pineda Barnet trascendió con películas como La Bella del Alhambra (1989) y Soy Cuba (1963), de la que fue co-guionista junto al poeta ruso Yevgueni Yevtushenko.

Premio Nacional de Cine en 2006 por el conjunto de su obra, entregado por el Ministerio de Cultura y el Instituto Cubano del Arte y de la Industria Cinematográfica (ICAIC), Pineda Barnet realizó una extensa carrera como guionista, actor y director de documentales y de largometrajes de ficción.

En 2016, el director recibió el Coral de Honor durante la edición 38 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, en reconocimiento a toda su filmografía que incluye más de una veintena de títulos entre largometrajes y cortos de ficción, así como documentales, entre los que destaca Giselle, el único filme de ballet realizado en América Latina y considerado como uno de los más logrados rodajes del mundo del ballet.

Nacido en La Habana el 28 de octubre de 1933, Pineda Barnet demostró talento para diversas disciplinas artísticas desde muy temprana edad. A la edad de 20 años fue merecedor del importante Premio Nacional de Literatura Alfonso Hernández Catá (1953) con el libro de Los siete cuentos para antes de un suicidio.

Creador inquieto y poseedor de una voraz curiosidad, se dedicó a explorar diversas manifestaciones artísticas desde muy joven, incursionando en la actuación teatral, la danza, el ballet, la poesía y la narrativa, además de haber desempeñado una meritoria labor pedagógica.

Fundador de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, creada en 1950 por un grupo de jóvenes profesores y estudiantes, con el propósito de crear una institución que ayudara a divulgar la música culta y otras manifestaciones del pensamiento y las artes, Pineda Barnet entró en contacto con intelectuales y artistas de vanguardia de aquellos años.

Por entonces, se vinculó al grupo de Teatro Estudio, dando sus primeros pasos en la dramaturgia y la dirección de puesta en escena que tanto le valieron para su carrera como cineasta. Como actor, protagonizó la obra Lila la mariposa, de Rolando Ferrer, con la Compañía Las máscaras. Su obra El Juicio de la Quimbumbia obtuvo mención en el premio Casa de las Américas 1960.

Su paso por los medios de comunicación se remonta también a la década de los 50, años en los que Pineda Barnet trabajó en la radio y la televisión, realizando guiones y dirección de programas diversos. Su labor como publicista por entonces mereció premios y reconocimientos que engrosaron su experiencia y consolidaron técnicas que, junto al teatro, contribuyeron a la fluidez de sus imágenes cinematográficas.

A finales de 1962 se incorporó al ICAIC, donde desarrolló su pasión por el cine en obras heterogéneas de ficción y documentales de diverso metraje. Con la dirección de Giselle, película que estrena en 1964, Pineda Barnet intentó, en sus propias palabras “de fijar para el futuro la creación de Alicia Alonso y de su grupo en Giselle”, forzando para ello la técnica cinematográfica para imbricarla en el lenguaje de la danza.

De ese mismo año data su colaboración como co-guionista en la película de Mijail Kalatazov Soy Cuba, una joya de la cinematografía por su fotografía y sus impresionantes planos secuencias, que inundan el filme de una atmósfera poética que va más allá de la crónica histórica que pretende narrar y lo convierten en una rareza de una genialidad única en el cine.

Considerado junto a Santiago Álvarez y Nicolás Guillen Landrián como uno de los documentalistas experimentales de la isla, a Pineda Barnet se le reconoce como uno de los pioneros del video arte en Cuba. En esa línea destaca su experimento visual titulado Cosmorama, suerte de poema visual realizado en colaboración con el artista plástico Sandú Darié que innova en la técnica del montaje y en la fusión de las imágenes del artista cinético con una banda sonora original.

La originalidad en el montaje y las bandas sonoras se hicieron patentes en otras películas suyas de experimentación, como Juventud R-2 (1968), M-S (Mejor Servicio) y El Ñame, ambos de 1970. Además de las innovaciones formales, estas obras resaltaron un agudo sentido del humor y la sátira, dirigidos a criticar aspectos de la realidad cubana.

Sin renunciar a la experimentación en el lenguaje cinematográfico, Pineda Barnet realizó filmes comprometidos con la historia revolucionaria de la nación, tales como Mella y Aquella larga noche. Pero sin duda es La Bella del Alhambra la película que le valió el reconocimiento unánime de crítica y público.

Inspirada en la novela Canción de Rachel, del escritor cubano Miguel Barnet, el filme narra la agitada vida de Rachel, una corista que anhela convertirse en estrella y alcanza la fama en el renombrado teatro Alhambra de La Habana de los años 20.

Combinando elementos del melodrama y el musical, la película constituye un homenaje a la tradición del teatro vernáculo y de la música cubana. Su excelente dirección artística y de actores, así como su representación de la cubanía, le valió un rotundo éxito de taquilla, con dos millones de espectadores en dos semanas. Por La Bella del Alhambra, Pineda Barnet mereció el Premio Goya de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de España en 1990.

Universidades de Puerto Rico, España, Estados Unidos y otros países de América lo consideraron como profesor de importantes cursos de dirección, actuación y dramaturgia. Comparte su labor de cineasta con la de profesor de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. El Festival de Cine de La Habana de Nueva York en el año 2010 rindió homenaje al cineasta y dramaturgo cubano por su obra de la vida.

“Desde que tengo uso de razón, desde que me recuerdo a mí mismo pensante sabía todas mis preferencias y también todas las cosas que no me gustaban. A los cinco años sabía perfectamente que no iba a ser deportista, ni político, ni matemático y sí que iba a ser artista, eso lo tenía bien claro, aunque todavía no sabía la rama del arte a la que me iba a dedicar”, declaró en una entrevista realizada en 2015 por Ibermedia digital.

“Yo no me caso con ninguna sola idea, no me meto en jaulas, no me meto en cajas, no me meto en moldes. Pienso que el cine alternativo es posible y muy necesario, creo que dentro de todas las tendencias siempre hay posibilidades ricas, interesantes y constructivas posibles” manifestó uno de los más sólidos cineastas de la cinematografía cubana.

Cuando recibió la Chevalier de l’Ordre des Arts et des Lettres” (Caballero de la Orden de las Artes y las Letras) expresó, según reseña la web del Festival de Cine de La Habana: “En la infancia soñaba tener, para mí solamente, un planeta, un asteroide donde cultivar para siempre una rosa. Pero la vida no me permitió ser ese pequeño príncipe. De adulto, no alcancé a librar batallas de capas y espadas. Ahora de adulto, muy adulto, casi tarde, El Gobierno francés me otorga esta emblemática condición que agradezco y prometo cumplir, Caballero de arte, de estética y de ética para lanzar la flecha al horizonte.”

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