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Madre de joven sentenciado en Cuba a 186 años de cárcel pide fe de vida tras saber que lo metieron en la celda tapiada

Leandro Cerezo Sirut no se comunica con su mamá desde noviembre pasado. El joven está condenado a cadena perpetua desde que tenía 19 años por intentar secuestrar un avión en La Habana para huir de Cuba en el año 2007. Le achacaron delitos de asesinato, toma de rehenes...


Este artículo es de hace 2 años

María Victoria Sirut Reyes, madre del preso político cubano Leandro Cerezo Sirut, pide a las autoridades cubanas una fe de vida de su hijo después de saber que ha sido castigado en una celda tapiada.

El joven fue condenado a cadena perpetua en Cuba en 2007, cuando tenía 19 años. Las autoridades cubanas le achacaron los delitos de deserción, salida ilegal del país, robo con violencia, asesinato, uso de explosivos (armas); toma de rehenes y delitos contra la seguridad de la Aviación Civil y los aeropuertos. Entre todos suman 186 años de cárcel.

En esencia él y otros tres jóvenes, con los que cumplía el servicio militar obligatorio en Managua, Arroyo Naranjo (La Habana), intentaron secuestrar un avión en el aeródromo José Martí de la capital cubana para huir hacia Estados Unidos.

En declaraciones a CiberCuba, la madre de Leandro Cerezo Sirut reclama, además, una libertad extrapenal para que su hijo sea atendido de una dolencia en el estómago que le impide comer y le hace vomitar sangre sin que la familia tenga constancia, hasta el momento, de que el joven haya recibido atención médica en la cárcel Kilo 8, de Camagüey.

Tampoco le consta que lo haya visto un psiquiatra para evaluar los trastornos mentales que Leandro Cerezo Sirut estaría presentando, a juzgar por el testimonio de uno de los tres jóvenes que le acompañó en el proyecto de huida de Cuba y que, como él, está condenado a cadena perpetua. Este testigo ha asegurado a María Victoria Sirut Reyes que su hijo ha estado castigado en una celda tapiada y que está enfermo de los nervios.

Ella vive en Las Vegas (EE.UU.) y desde noviembre del año pasado no le han permitido tener contacto telefónico con su hijo. Tampoco la familia de Camagüey ha podido volver verlo so pretexto de la COVID-19. Sólo les han aprobado una llamada telefónica brevísima, en la que la tía del joven no pudo reconocer la voz de su sobrino.

Por el amigo de Leandro Cerezo Sirut, su madre sabe también que ya a principio de años estaba desnutrido; en un estado de salud lamentable y que se negaba a comer por lo que las autoridades penitenciarias decidieron encerrarlo en la celda tapiada. Ella sospecha que lo han envenenado.

Además, denuncia que los responsables de la prisión de Kilo 8 le recomendaron reforzar el envío de comida a su hijo y eso hizo la familia. Sin embargo, en la cárcel no entregaron al recluso ninguno de los sacos de alimentos que le llevaron, asegura su madre a CiberCuba.

Hasta ahora, María Victoria Sirut había mantenido un perfil bajo porque pese a su activismo político en Cuba, como colaboradora del Observatorio de Derechos Humanos en el centro de la Isla. La persecución de la Policía política le obligó a marcharse de Cuba. Cuenta que los trabajos le duraban 15 días porque llegaba la Seguridad del Estado, hablaba con los dueños y ella perdía el trabajo.

Aún así no montó revuelo con la cadena perpetua de su hijo porque entendía que, dentro de lo terrible que es estar preso con 20 años, su hijo estaba medianamente tranquilo en Kilo 8. Sin embargo, ahora tiene serias dudas de que el joven siga con vida.

¿Quién es Leandro Cerezo Sirut?

Leandro Cerezo Sirut (Camagüey, 16 de agosto de 1986) fue un niño mimado, muy estudioso, que nunca le dio ningún dolor de cabeza a su madre, según cuenta ella misma a CiberCuba. La cosa se torció cuando el joven terminó el preuniversitario y lo destinaron a pasar un año de servicio militar obligatorio en La Habana.

Ese año se convirtió en un infierno. En la unidad de Managua, donde cayó Leandro Cerezo, se cometían, según su madre, abusos contra los jóvenes que pasaban el servicio y en una ocasión, durante una visita al centro, le dieron el micrófono y él denunció los desmanes de los mandos, que rompían las colas de la comida y dejaban sin comer a muchos jóvenes o vaciaban tanques de agua y los obligaban a rellenarlos de madrugada.

Lejos de tomar medidas para investigar la veracidad de la denuncia y, en su caso, solucionar el conflicto, los mandos le pusieron el nombrete de "defensor de las causas perdidas".

Aunque su servicio militar acababa en un año, al año y tres meses, Leandro Cerezo Sirut seguía movilizado. Él y otros tres amigos decidieron entonces alzarse en armas, secuestrar un avión y huir de Cuba hacia los Estados Unidos en la noche del 28 de abril de 2007.

Lo planearon todo, pero las cosas no salieron como lo habían previsto. Dos de los cuatro participantes en el levantamiento fueron capturados en el momento en que pretendían escapar de la unidad y desvelaron el plan que tenían. En ese momento se decretó alarma de combate.

Leandro Cerezo Sirut consiguió atar al soldado que estaba de guardia en la posta por la que él iba a salir de la unidad, en dirección al aeropuerto. Sin embargo, a su compañero Yoan Torres Martínez se le complicaron las cosas. La persona que estaba de guardia le disparó y él respondió con otro disparo y lo mató.

Con tal despliegue militar era imposible escapar. Cerezo Sirut y Torres Martínez permanecieron siete días escondidos en la unidad hasta que la sed y el hambre los obligaron a salir. Fue entonces cuando consiguieron subir a una guagua y desviarla hacia el aeropuerto. Uno de los viajeros pidió clemencia porque dijo que iba para el entierro de su mamá. Lo dejaron bajar y esta persona alertó a las autoridades de que los dos fugitivos iban armados hacia el José Martí de La Habana.

Una vez en el aeropuerto, los dos jóvenes lograron subir a un avión, llevando como rehén a un teniente coronel que iba en la guagua. Éste mando golpeó a Leandro Cerezo con un extintor, le quitó el arma y le disparó. Yoan Torres Martínez reaccionó y lo mató, según el relato de los hechos de la madre de Leandro.

A Yoan Torres Martínez se le ocurrió asomarse a la cabina del piloto. Todo estaba rodeado de francotiradores y uno de ellos le disparó en el pecho. Tras seis horas de negociación, en la que los jóvenes pedían un piloto para escapar de Cuba, terminó la huida.

Cuenta la madre de Leandro Cerezo Sirut que por aquella época, su otro hijo tenía apenas 6 meses de nacido. Así mismo y con su bebé en brazos se la llevaron presa y los metieron a ambos en una celda de 100 y Aldabó, la prisión más temida de Cuba.

Incluso con el niño en brazos le pidieron que intercediera y se pusiera entre los francotiradores y su hijo Leandro en el aeropuerto para que este bajara del avión. Ella se negó y eso le costó que no le permitieran entrar al juicio donde su hijo fue condenado a cadena perpetua. También fueron sancionados una decena de mandos de la unidad militar por los excesos cometidos con los jóvenes que pasaban el servicio militar obligatorio bajo sus órdenes, pero a la María Victoria Sirut esto le pareció un paripé.

Leandro Cerezo Sirut ha sido reconocido como preso político. Él joven ya ha cumplido 13 años de cárcel. Su familia tuvo esperanzas de que lo soltaran en 2010 junto con los 75 de la Primavera Negra, pero eso no pasó. Hoy no tienen constancia de que siga con vida.

El intento de secuestro de un avión también mantiene en prisión a Leudis Arce Romero, José Ángel Díaz Ortiz, Francisco Reyes Rodríguez, Lázaro Ávila Sierra y Jorge Luis Pérez Puentes. Los cinco fueron condenados a cadena perpetua el 13 de mayo de 2003 al intentar desviar a Estados Unidos la nave que hacía el trayecto entre Nueva Gerona y La Habana.

Esto ocurrió el mismo mes del intento de secuestro de la lanchita de Regla. Tres de los participantes en este intento de salida ilegal de Cuba fueron fusilados el 11 de abril de 2003. La hija de uno de ellos tenía 11 años y se enteró por el noticiero.

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Tania Costa

(La Habana, 1973) vive en España. Ha dirigido el periódico español El Faro de Melilla y FaroTV Melilla. Fue jefa de la edición murciana de 20 minutos y asesora de Comunicación de la Vicepresidencia del Gobierno de Murcia (España)


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