Aunque siga escondido, el General de División Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, presidente de GAESA, es uno de los principales culpables del trágico 11J por su avaricia y egoísmo, impulsando la construcción de activos inmobiliarios de lujo en La Habana, Varadero y Holguín; mientras negaba abrir hoteles sin huéspedes a cubanos que se desangran de coronavirus e intemperie, colapsando la red de hospitales y centros de observación epidemiológicas, carentes de lo necesario para salvar vidas.
El presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez y el General de Ejército Raúl Castro Ruz -padrino de ambos- son corresponsables, de facto, de las tropelías de Rodríguez López-Calleja que, creyéndose un Chicago Boy del far west habanero, maneja mucho dinero estatal, sin auditorías de la Controlaría General de la República ni sensibilidad ante los que sufren.
Ricardo Cabrisas Ruiz, Rubén Martínez Puente, Alejandro Gil Fernández y ministros cubanos reaccionaron contra los modos del, hasta ahora intocable, Rodríguez López-Calleja, carente de sensibilidad personal y madurez política para asimilar que sus sueños de millonario californiano, con dinero ajeno, pasa por la generosidad, el fomento de la clase media y el alivio de las penurias de la mayoría, en vez de tanta pose fatua y altanera.
¿Dónde está el balance de GAESA. qué Ebitda tiene; gana o pierde dinero y, en caso de ganancia, cómo se distribuye el dividendo? ¿Qué sueldo tiene su presidente y ejecutiva? ¿Cuánto cuesta el complejo militar-empresarial a los cubanos? ¿Cuáles son sus fuentes de financiación?
En la codicia de Rodríguez López-Calleja tiene la dictadura más vieja de Occidente un grave handicap de legitimidad política porque sus modos feudales, despreciando a la mayoría de los cubanos, no corresponden a la mentira de socialismo próspero y sostenible, que reafirmó el octavo congreso del gobernante partido comunista, encumbrando al avaro como miembro de su Buró Político.
A diferencia de Díaz-Canel y otros cuadros curtidos en la base, como le gusta alardear a Raúl Castro, López-Calleja no conoció fatigas comunes a muchos cubanos, pues de playa en playa, de ola en ola, saltó del timón del Volga de Ulises Rosales del Toro a los brazos de Julio Casas Regueiro que -con sus técnicas contables- despertó en su pupilo la pasión por el dinero ajeno y los bisnes con cero riesgo y ganancia neta personal, hasta convertirse en el recaudador de su afectuoso ex suegro.
Muchos Self-made-man tienen la virtud de privatizar ganancias y socializar pérdidas; y tanto oscurantismo en torno a GAESA puede acabar provocando un cráter en la hoyada economía comunista y convertir en mil millonario al mayor gestor de fondos estatales de Cuba, aturdida por tanta pobreza y desigualdad.
El 11J es una señal clara y contundente del hartazgo de la mayoría de los cubanos, ahora rotos por palizas y disparos y las técnicas represivas de ETECSA, otra empresa engordada con dinero de la solidaria emigración y administrada por GAESA, que asume todo aquello que sea rentable y rechaza las ruinas para que vaya a la cuenta de resultados del empobrecedor estado comunista, es decir, a las espaldas de los cubanos magullados física y emocionalmente.
Mientras a Díaz-Canel y Ramiro Valdés Menéndez los indignados les partíeron sus caras políticas, en San Antonio de los Baños y Palma Soriano, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja sigue jugando al Monopoly del Dow Jones, custodiado por su corte de guatacas inservibles, incluido el primer ministro Manuel Marrero Cruz, bobo solemne, destrozador del turismo cubano y apasionado de guayaberas de luto.
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