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Yunior marcha delante

Solo y con una rosa blanca hasta el Quijote.

Yunior García Aguilera © Cortesía
Yunior García Aguilera Foto © Cortesía

Este artículo es de hace 2 años

Yunior García Aguilera -el cubano más vigilado por la Seguridad del Estado, después del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez- se ha puesto por delante de la marcha del 15N, cultivando una rosa blanca; y volviendo a poner a la defensiva a la dictadura más antigua de Occidente, a la que mantiene desquiciada porque no consigue averiguar los siguientes pasos del dramaturgo que nunca da órdenes de combate.

Yunior, poniéndose delante, en solitario e iniciando la marcha un día antes de lo previsto; confirmó su cualidad de líder democrático, que no lleva a rebaño alguno al matadero, como los finados Fidel Castro y Ernesto Guevara y -de paso- pone a muchos cubanos ante la angustia de elegir, que siempre exige la libertad.

El nuevo líder es responsable de sus propios actos, nunca Capitán Araña, y respeta el derecho de los cubanos a marchar o no, advirtiendo el peligro que correrán -él en primer término- porque durante la gestación de Archipiélago y 15N conoció la saña de una dictadura cobarde y atroz, que pagará carísimo la represión del 11J y sucesivas oleadas represivas, incluidos los cubanos que se presten a apalear a otros, en nombre de la nada.

La preparación de la marcha está animada por Yunior, desempeñando un papel orientador y procurando sostener un centro del acontecer y reafirmar un espíritu, en lógica democrática; reconociendo que el gobierno ha hecho todo lo posible para quebrantar la marcha, que será reprimida, y sin esperar suficiente solidaridad del mundo.

Yunior desafía los obstáculos, brinda el testimonio político capaz de sostener la marcha a pesar de todo, procura reafirmar el espíritu que propusieron y reafirma su liderazgo porque no tiene otro modo de intentarlo, pues carece de institucionalidad, de acceso a medios de comunicación, incluso de libertad de movimientos.

Un cubano culto y con sabiduría política, que evidencia un sentido estratégico -amparado en la supersensibilidad que posee para concebir la progresión dramática de una obra, pero también de la realidad pura y dura; casi un heredero de aquellas cualidades conspirativas y comunicacionales carismáticas del Papa Juan Pablo II, desquiciador de la KGB y otros servicios gemelos y que ocupó buena parte del tiempo operativo de una parte de la Contrainteligencia cubana, a pedido de Fidel Castro.

Pero Yunior también atesora generosidad y -en acto supremo de sacrificio personal- libera al resto de cubanos, empezando por el consejo de Archipiélago de compartir su suerte, sabiendo que su labor de arranque motivador y coordinador está hecha con tino y decencia; y que el día después del 15N exigirá una estructura democrática, vital y cohesionada, ante los furibundos ataques de los ya perdedores.

Ver retroceso o falta de coherencia en Yunior García Aguilera solo favorece al poder sexagenario y ser cómplices de portavoces miserables y apaleados previamente por los totalitarios, como Eugenio Hernández Espinosa y Gerardo Fulleda León; y del turoperador y arqueólogo funerario de la cultura cubana, Abel Prieto.

Yunior maneja los resortes dramáticos como pocos cubanos y a su talento creativo, une los de la conspiración exquisita y ha conseguido una rección desproporcionada del miedoso tardocastrismo, mezclando Bastión 2021 con reclutas y paramilitares armados con palos y Planes de la calle para engatusar a niños sin leche y sin juguetes.

El Consejo de Archipiélago -una estructura horizontal y plural- mantiene su apuesta por el 15N y su respaldo a Yunior, que se ha ganado el aprecio de sus seguidores desde la serenidad y el coraje democrático; yendo de menos a más frente al terror comunista y calibrando cada acción, con precisión de luthier.

Nunca antes el castrismo y su epílogo habían afrontado a un adversario tan inteligente, sagaz y corajudo, que les cogió la delantera dialogando con Silvio Rodríguez sobre la represión del 11J y agrupó a cubanos que comparten la idea de una nación democrática y próspera; sin recibir un centavo de Estados Unidos, obsesión de los jineteros en el poder.

Yunior no es ningún improvisado u oportunista de última hora; ya en 2016 cantó las cuarenta ante el entonces dirigente comunista en Holguín, Luis Torres Iiríbar y un auditorio repleto de revolucionarios y/o simuladores sorprendidos por la autenticidad de su discurso, o cuando avisó en CiberCuba que No se puede ser artista sin ser honesto. Sabemos que en Cuba nos hemos acostumbrado a simular. Y lo peor es que pensamos que ser simuladores es una expresión de nuestra inteligencia.

Yunior García Aguilera ha sabido movilizar a lo mejor de Cuba desde la virtud de marchar a favor de la libertad, sumiendo en la perreta a la casta verde oliva y enguayaberada y -cuando constata que se acerca la hora de mayor peligro- anuncia que saldrá a la calle solo, empuñando una rosa blanca, y caminando hasta el céntrico Parque del Quijote, estrategia que solo está al alcance de Ingeniosos hidalgos caribes.

Lo real en política es lo que no se ve, avisó José Martí, que ya había aprendido con Miguel de Cervantes que la sangre se hereda y la virtud se aquista; y la virtud vale por si sola lo que la sangre no vale...

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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