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Mesa Unidad Cubana llama al boicot ciudadano contra el castrismo

La MUC respeta la oposición no violenta, pero reclama un cambio de actitud de los cubanos para derribar a la dictadura.

Protestas en La Güinera, La Habana © Captura vídeo CiberCuba
Protestas en La Güinera, La Habana Foto © Captura vídeo CiberCuba

Este artículo es de hace 1 año

La opositora Mesa de Unidad Cubana (MUC) llamó a los cubanos a asumir un boicot "silencioso y malintencionado" contra la dictadura castrista, como forma de lucha individual y colectiva para desalojar del poder a la casta gobernante, según un comunicado firmado por su presidente, el médico exiliado José A. Pimentel Capote.

Los cubanos están indefensos frente a "una banda genocida que ha anulado los espacios sociales, familiares, y hasta digitales para quienes pretendan expresar su disconformidad". y, por tanto, están obligados a resistir, a desconocer las regulaciones establecidas, que limitan su libertad y participación en la dinámica del país, enfatiza la nota difundida este miércoles en La Habana, Madrid y Miami.

El pueblo cubano necesita colapsar un sistema que todo lo ocupa, disponiéndose a dañar todo lo que mantiene las estructuras del régimen en funcionamiento; teniendo en cuenta de no caer en la trampa gubernamental de asociar resistencia y boicot a la lucha violenta, porque Cuba es "una sociedad arrinconada por una mafia criminal".

Sin derechos, medios materiales o libertades, resulta imposible incidir “pacíficamente” en el avance hacia un Estado de derecho; y los cubanos tenemos, en el boicot, una fórmula eficaz para modificar la realidad, y propiciar un marco de convivencia, con derechos y garantías ciudadanas, advierte la MUC, que ve en el boicot ciudadano la mejor manera para enfrentar a un régimen "genocida", teniendo en cuenta el "incivismo de la sociedad cubana y su idiosincrasia, junto a una comunidad internacional bajo la égida del multilateralismo".

El boicot como estrategia en Cuba, no debe discriminar ningún área o espacio del sistema tiránico, y debe asegurarse como "necesidad" para derribar al comunismo porque su mantenimiento solo eterniza el modelo social impuesto; mientras que "saboteando su capacidad económica o sus espacios de influencia, conseguiremos ir mermando su potencial para seguir controlando a los cubanos y consecuentemente, favorecer su colapso".

El régimen castrista, insolvente económico, no podría siquiera asumir la restitución estética del daño causado por los cubanos a sus símbolos, que constituyen la fachada sobre la que está proyectada la cotidianidad, y el sometimiento de los cubanos, señala la MUC, que diferencia la resistencia pública del boicot, que debe hacerse silenciosamente, para garantizar su continuidad en el tiempo; aunque serán los cubanos quienes determinen hasta dónde están en condiciones, según sus circunstancias, de desarrollar el enfrentamiento con el sistema, tanto la resistencia como el boicot, que debe tener como objetivo el colapso del sistema totalitario, admite.

"Todo es absolutamente susceptible de ser saboteado" y con una población determinada a boicotear al régimen, cualquier acción -por muy insignificante que pueda parecer- incidirá en la viabilidad del sistema, tensándolo para, finalmente llevarlo, de la inoperancia al colapso. enfatiza.

En Cuba, el bienestar solo ha ido mermando y ha llevado a los cubanos a una vida sin horizontes, y a tener que desenvolverse en un modelo concebido para el disfrute de unos pocos, gracias al sometimiento y la dependencia de millones de personas, constata.

Un ejemplo de resistencia a nivel personal sería la desconexión de la información oficial, con la consecuente búsqueda de canales alternativos para la formación de un juicio crítico; desmarcarse de las convocatorias oficialistas, es el mejor ejemplo de resistencia en el ámbito colectivo porque adoptar una cultura de resistencia en los regímenes totalitarios, es sinónimo de madurez política y garantía de cambio.

El daño a las infraestructuras, sistemas de producción o espacios sociales, forzarán al sistema a emplearse a fondo para restituir o reacondicionar, lo poco que hoy se mantiene en pie a duras penas, avizora la MUC, que alerta a los cubanos sobre la posible estrategia de silencio y negación del régimen.

En la medida en que vayan acrecentándose los actos de boicot, desde los medios en manos del sistema se promoverán campañas para intentar, junto a los quintacolumnistas con presencia en las organizaciones de la sociedad civil, diluir o confundir la posibilidad de movilización de la sociedad cubana, hacia la resistencia y el boicot, avisa.

Sin derechos, medios materiales o libertades, resulta imposible incidir “pacíficamente” en el avance hacia un Estado de derecho; y los cubanos tenemos, en el boicot, una fórmula eficaz para modificar la realidad, y propiciar un marco de convivencia, con derechos y garantías ciudadanas, advierte la MUC, que ve en el boicot ciudadano la mejor manera para enfrentar a un régimen "genocida", teniendo en cuenta el "incivismo de la sociedad cubana y su idiosincrasia, junto a una comunidad internacional bajo la égida del multilateralismo".

El boicot como estrategia en Cuba, no debe discriminar ningún área o espacio del sistema tiránico, y debe asegurarse como "necesidad" para derribar al comunismo porque su mantenimiento solo eterniza el modelo social impuesto; mientras que "saboteando su capacidad económica o sus espacios de influencia, conseguiremos ir mermando su potencial para seguir controlando a los cubanos y consecuentemente, favorecer su colapso".

El régimen castrista, insolvente económico, no podría siquiera asumir la restitución estética del daño causado por los cubanos a sus símbolos, que constituyen la fachada sobre la que está proyectada la cotidianidad, y el sometimiento de los cubanos, señala la MUC, que diferencia la resistencia pública del boicot, que debe hacerse silenciosamente, para garantizar su continuidad en el tiempo; aunque serán los cubanos quienes determinen hasta dónde están en condiciones, según sus circunstancias, de desarrollar el enfrentamiento con el sistema, tanto la resistencia como el boicot, que debe tener como objetivo el colapso del sistema totalitario, admite.

"Todo es absolutamente susceptible de ser saboteado" y con una población determinada a boicotear al régimen, cualquier acción -por muy insignificante que pueda parecer- incidirá en la viabilidad del sistema, tensándolo para, finalmente llevarlo, de la inoperancia al colapso. enfatiza.

En Cuba, el bienestar solo ha ido mermando y ha llevado a los cubanos a una vida sin horizontes, y a tener que desenvolverse en un modelo concebido para el disfrute de unos pocos, gracias al sometimiento y la dependencia de millones de personas, constata.

Un ejemplo de resistencia a nivel personal sería la desconexión de la información oficial, con la consecuente búsqueda de canales alternativos para la formación de un juicio crítico; desmarcarse de las convocatorias oficialistas, es el mejor ejemplo de resistencia en el ámbito colectivo porque adoptar una cultura de resistencia en los regímenes totalitarios, es sinónimo de madurez política y garantía de cambio.

La sociedad civil -atrapada entre sus propias contradicciones y la intransigencia del régimen- carece de la fuerza necesaria para movilizar a una población desnortada y sin capacidad para reaccionar convenientemente frente a sus limitaciones, describe la MUC, que apuesta por fijar el horizonte en "un levantamiento nacional" en Cuba, aunque reconoce que, casi todos, los representantes de la sociedad civil están alineados a la lucha no violenta.

Paradójicamente, aunque sus actitudes personales son un claro ejemplo de resistencia frente al régimen, casi nunca utilizan este concepto en sus proyecciones y estrategias, al intentar dar salida a la situación de Cuba; equiparando la resistencia a la violencia. por ignorancia o pura supervivencia, aluden que su lucha es pacífica. estableciendo analogías erróneas con Gandhi, Mandela o Martin Luther King; justificando en ellos, sus limitaciones programáticas e inacción en términos de oposición real.

Probablemente, este error sea producto de equiparar hechos pasados que no tienen punto de comparación con el caso cubano; pero que además, lo hacen olvidando que ellos -en algún momento de su historia- tuvieron en la resistencia cívica activa, su forma de expresión, recuerda.

"El boicot no es un acto de violencia, pues las acciones no se ejercerán contra personas, sino contra todo lo que materialmente pueda ser afectado para mermar la capacidad del régimen, limitarle su continuidad e influencia en la sociedad, y finalmente, facilitar su extinción", concluye la Mesa de Unidad Cubana (MUC).

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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